Votar o abstenerse: el dilema continúa, por Juan Vicente Gómez
El campanazo que dio Enrique Márquez este miércoles al anunciar su apoyo a la candidatura presidencial de Henri Falcón le dio un nuevo impulso a la polémica sobre si participar o abstenerse de cara a los comicios del 20M.
La postura del vicepresidente ejecutivo de Un Nuevo Tiempo rompió la directriz emanada por su partido para abstenerse el 20M y le permitió deslindarse, “a título personal y por razones de conciencia” del acuerdo mayoritario convenido en UNT.
En materia de opiniones, cualquier postura es respetable. Las convicciones particulares de individuos o grupos pueden ser objeto de debates o incluso de críticas, siempre en el marco de la diversidad, del respeto, sin descalificar al oponente o a los conceptos polémicos.
Nuestra convicción sigue en la línea opuesta a la decisión expresada por Enrique Márquez: seguimos en la acera abstencionista de cara al 20M. No participaremos en esos comicios. Nos parece írrita la convocatoria electoral presentada por una ANC no facultada constitucionalmente para tales fines y criticaremos hasta el cansancio la parcialidad del CNE, abiertamente alineado con el oficialismo.
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La Conferencia Episcopal Venezolana solicitó esta semana un diferimiento del 20M. Al gobierno le entró por una oreja y le salió por la otra esa propuesta: la prepotencia del poder los lleva sordos (y con gríngolas) hacia su meta electoral. También es cierto que ni los partidos opositores, ni la sociedad civil, han presentado estrategias claras para afrontar “el día después” de dicho evento.
Existe cierta “orfandad logística” para planificar cómo podría aprovecharse políticamente la postura abstencionista de resultar la tendencia mayoritaria del 20M pero justo allí radica el reto para partidos y sociedad civil en el par de semanas que están por venir
La oposición bien podría reagruparse sobre la tendencia abstencionista en lugar de alinearse en torno a la candidatura de Henri Falcón. Esto no deja de ser una alternativa, aunque deberá organizarse prácticamente de forma clandestina por las limitaciones que ha impuesto el CNE a la expresión de opiniones que inviten a desconocer la participación electoral.
El árbitro nuevamente parece estar tomando partido favoreciendo a la tendencia gobernante. El debate sobre la abstención debería poder expresarse de manera abierta, sin restricciones, pero ya sabemos que viene con bozal y apenas se nos permite mencionarlo sin poder profundizar en los razonamientos que justificarían su implementación como bandera propagandística. Sin tratar de persuadir a nadie a favor de nuestra postura, sólo expresaremos una conclusión: no votaremos el 20M.