Wikileaks, por Simón Boccanegra
Este caso de Wikileaks es la mar de interesante. Documentos que dentro de treinta años seguramente iban a ser desclasificados, según lo ordenan las leyes norteamericanas, han sido colocados en la calle mucho antes de ese plazo por la gente de Wikileaks. Lo que ha salido a la luz pública, de algún modo y aunque fuera parcialmente ya era conocido. No constituye, pues, sorpresa alguna el listado de verdaderas atrocidades cometidas por las tropas norteamericano-británicas. Ya el episodio de la cárcel de Abu Ghraib fue suficientemente vergonzoso para el gobierno de Estados Unidos, pero, por lo que ha revelado Wikileaks, aquello no fue más que la puntica del enorme iceberg de crímenes de guerra cometidos so capa de la búsqueda de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía en su poder Saddam Hussein. Todo comenzó por allí, por la mentira oficial, por el engaño al propio pueblo estadounidense por parte del presidente Bush, quien con la complicidad de la CIA, montó la tramoya de las armas de destrucción masiva y logró el respaldo del pueblo para llevar adelante su aventurera jugada. Poco a poco, como suele ocurrir en Estados Unidos, donde es casi imposible engañar a toda la gente todo el tiempo, la verdad ha ido saliendo a flote y ahora lo que la gente quiere es que les traigan de regreso a sus muchachos. Es obvio que ninguna guerra es limpia, pero los extremos a que se llegó en Irak (y que seguramente son iguales en Afganistán) constituyen un baldón para la gran nación norteamericana, la cual, por cierto, resulta ser la única en el mundo capaz de asumir autocríticamente sus propios errores. Wikileaks los va a ayudar en ese propósito.