Y cómo se comporta la empresa, por David Somoza Mosquera
En un mundo tan cambiante –recordemos, aunque hoy parezca lejano, que estuvimos sumidos en una pandemia– es fundamental para las empresas contar con valores sólidos. La razón es que son los pilares de la compañía, la base de la cultura organizacional y lo que la diferencia de la competencia.
Y si bien es común ver a empresas que declaran sus valores en su página web, eso no es suficiente. Es crucial que estén conscientes del peso que los valores tienen o deberían tener en el día a día de la organización y asumir que ellas son las responsables de mantenerlos, promoverlos y afianzarlos en todos los niveles.
A fin de cuentas, los valores son los que garantizan la misión y sostienen la visión de una empresa. Por lo tanto, es importante saber inculcarlos como parte de la cultura organizacional para lograr una coherencia entre lo que se predica y lo que se hace productiva, laboral y socialmente. De esa manera, los empleados tendrán una mejor oportunidad de conocer sus significados y ponerlos en práctica.
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Esto implica que las compañías deben tener claridad acerca de los valores que la rigen porque son los que guían la toma de decisiones, contribuyen a promover la creatividad y el pensamiento crítico y a evitar fracasos y conflictos internos. También fomentan el buen rendimiento, llevan a una baja rotación de empleados, facilitan la retención del talento y la adaptación de nuevos integrantes y generan confianza y credibilidad.
Además, los valores no solo deben ser definidos, tienen que estar en continuo desarrollo, renovándose según los tiempos que corran y adelantándose para enfrentar los que podrían venir. Representan «cómo» en las empresas se hacen las cosas: ayudando a darle una identidad, reflejando su compromiso con la sociedad y sirviendo de motivación para los empleados.
Compartir los valores ayuda a tener una cultura corporativa clara y sólida, lo que lleva al éxito de la empresa por su buen funcionamiento y rendimiento. Entonces, qué valores encajan mejor con una organización. Eso dependerá de su propósito y las metas que se haya trazado.
Pero de lo que no cabe la menor duda es que la forma de comportarse de la empresa, tanto a nivel interno con sus empleados como externo hacia sus clientes, tiene que ser cónsona a los valores transmitidos. Esto ayudará a crear un sentimiento de pertenencia entre los miembros y redundará en su productividad y posicionamiento en el mercado. El beneficio es para todos.
David Somoza Mosquera es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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