¿Y dónde están los reales?, por Laureano Márquez
No sé por qué, reflexionando sobre las lluvias y el calamitoso estado del país en medio de este festival de petrodólares, vino a mi memoria la campaña electoral de 1978 en la cual el Dr.Luis Herrera Campins le ganó a Luis Piñerúa Ordaz, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Eran también tiempos de bonanza petrolera, de increíbles e inesperados ingresos para el fisco nacional por el incremento de los precios del petróleo. Tanto dinero entró, que se denominaba a nuestro país con el remoquete de: «la Venezuela saudita». Teníamos tanto dinero para regalar a los demás países que hasta se le obsequió un barco a Bolivia, el famoso Sierra Nevada, lo que ocasionó el escandalazo del siglo, que casi lleva a Carlos Andrés a la cárcel, salvándose por un voto en el Congreso de entonces. En aquellos tiempos, como en los de hoy, la mejor manera de hacerse rico no era trabajar y esforzarse, sino estar bien conectado en las alturas del poder. CAP dijo: «Administraré la abundancia con criterio de escasez» y el humor venezolano transformó la frase en algo más acorde con la realidad: «Administraré la abundancia con escasez de criterio».
En ese contexto, se produjo aquella famosa campaña presidencial en la cual los dos luises se enfrentaron. Billo sacó un merengue llamado «el brujo» que se hizo muy popular y en el cual, ante una consulta electoral de un señor de Margarita llamado Ñero Baruta, que quería anotarse a ganador, el brujo respondía así, con la típica guabinería política nuestra: «Luis se llama el candidato que va a ser el ganador. El apellido mijito en mi bola no se ve bien, pero tiene siete letras, siete letras puedo ver. Si son gordos o son flaquitos, nada de eso veo yo, lo que sí se ve clarito es que son feos los dos. Lo que sí se ve clarito es que son feos los dos»
La campaña de Piñerúa tenía como eslogan la palabra «correcto», aludiendo sutilmente a que, ante las incorrecciones administrativas del gobierno de su copartidario, él representaba la honestidad. Hasta se habló de una famosa «lista» de corruptos en su poder. Luis Herrera por su parte, basó su campaña en preguntar: «¿Dónde están los reales?», refiriéndose al hecho de que, en medio de un boom petrolero que producía abundantes ingresos, la gente seguía pasando trabajo y la pobreza se incrementaba. Herrera hizo una de las cuñas electorales más impactantes de la historia política venezolana. En la misma, salía hablando la señora Carlota Flores con su hija Aleida Josefina en brazos, y luego decía Luis Herrera: «Esta es Caucagüita, otra vergüenza nacional del gobierno de Acción Democrática». Yo creo que fue tan exitosa la cuña porque «Caucagüita» y «vergüenza» se parecían. La palabra «vergüenza» nos confronta con nuestro destino. Nosotros tenemos hasta la expresión «pena ajena» para echarnos la vergüenza de otro encima.
Una de las pocas cosas que nos avergüenza es la vergüenza misma. Luis Herrera ganó las elecciones y entonces los estudiantes, cuando marchábamos, le hacíamos a él la misma pregunta: «¿Dónde están los reales de la educación?
…Los tiene Luis Herrera en El Salvador». En fin, este paseo por las calles de la desmemoria es sólo para recordar que al menos desde el primer CAP a esta parte, Venezuela ha sido y es –con sus altibajos– un país pobre con un gobierno rico. Un país con gobiernos bastante incapaces de resolver los problemas estructurales del país, gobiernos empobrecedores de la sociedad con políticas absurdas y corruptelas impunes. Este fugaz paseo por nuestra IV República, la eterna culpable de todos los lodos, es para que tengamos presente que sí hay quinto malo y que algún día los habitantes de esta tierra debemos revertir el sino fatal que se ha instalado en nosotros y que no nos merecemos: el de vivir la abundancia con tanta escasez… de criterio. «¿Es esto lo que tú quieres que continúe, es esto `correcto’?», se preguntaba Luis Herrera en 1978.