Ya éramos socialistas…, por Teodoro Petkoff

La verdad es que si se compra la tesis chacumbeliana de que el estatismo económico es uno de los pilares del «socialismo del siglo XXI», tendremos que convenir que durante los cuarenta años transcurridos entre 1958 y 1998 este país fue socialista y, sin embargo, no lo sabíamos. La industria petrolera fue nacionalizada en 1976 y un año antes había sido nacionalizada la industria del hierro, hasta ese momento ambas en manos de empresas del imperio. Fue creada la estatal Cadafe, al igual que nació la estatal Edelca y fueron construidas Guri y las Macaguas; fue nacionalizada la Cantv, que era inglesa; fue construido el gran complejo alumínico estatal, con Alcasa, Venalum, Bauxilum, Carbonorca y las minas de bauxita de Los Pijiguaos.
Ahora podemos saber, también, que fue el general Pérez Jiménez quien inició en firme el camino hacia el socialismo del siglo XXI, cuando comenzó la construcción de Sidor, que fue terminada, ampliada y operada luego por los gobiernos adeco-copeyanos que lo sucedieron.
Los cielos no escaparon a los afanes socialistas de los gobiernos de AD y Copei, a los cuales se debe la línea aérea Viasa, aunque los primeros pasos del socialismo aeronáutico ya habían sido dados por el general Medina, con la creación de Aeropostal. La estatal Compañía Anónima Venezolana de Navegación nació en tiempos de ese ya mencionado precursor del socialismo que fue el general «Tarugo».
También abría caminos hacia el luminoso futuro socialista el general Pérez Jiménez cuando construía los hoteles agrupados luego en el conglomerado estatal Conahotu. Si de controles de precios se trata, la Cuarta República fue pródiga en ellos.
De hecho, controles de precios hubo durante cuarenta años seguidos, con su Corpomercadeo y su Conacopresa y etcétera. Igual se puede decir de la relación dólar-bolívar: más tiempo pasamos con controles de cambio que sin ellos. No hablemos del Banco Industrial, de los bancos regionales de fomento y de las corporaciones regionales de desarrollo. Puro socialismo.
En fin, se puede concluir que el «socialismo del siglo XXI» no es sino la continuación del endógeno «socialismo del siglo XX», de sello puntofijista.
Lo curioso es que así como el actual Estado socialista se ha visto obligado a intervenir a esa cueva de ladrones que ha sido toda su vida el Banco Industrial, y se queja de la ineficiencia y corrupción de otras de sus empresas, los gobiernos socialistas adeco-copeyanos también confrontaron graves problemas de corrupción e ineficiencia en sus grandes empresas estatales.
De modo que los venezolanos estamos curados de espantos en materia de estatismo. Ya sabemos cómo es y cómo funciona. Ante la actual ola estatizante, nuestras preocupaciones, más que ideológicas, son pragmáticas: ¿las nuevas empresas estatales serán tan ineficientes y corruptas como las viejas? Mas, también hay otra inquietud, más «ideológica»: ¿qué tiene que ver el capitalismo de Estado, sobre todo salvaje, con el socialismo?