Yo no creo, por Laureano Márquez
Una señora afirmaba, hace poco, conversando aterrorizada con una vecina, algo que muestra lo ajena que está la sociedad venezolana a lo que le sucede: “¡Pero a Radio Caracas no la van a cerrar!”.
A ella, eso le parecía algo que no iba a suceder, que era como un rumor, un invento de alguien, “ficciones que dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía”, que antes del 27 algo va a pasar. Quizás, de repente, a las 11:45 pm, en el cielo caraqueño aparecerá una luz y todos diremos algo como:
—¡Allá arriba en el cielo!
— ¡Es un ave… !
—¡Es un avión… !
—¡No! ¡¡¡Es Superman!!!
A la par que negamos las señas que nos envía la realidad, construimos otra virtual que se nutre de una red de rumores circulando por internet: Que si están fusilando a los niños que viajan solos, que los cubanos están viendo los apartamentos para agarrárselos, que si no se puede usar el hilo dental, que si se prohíbe el cigarro y se acaba la importación de whisky (porque esto tiene que ser un rumor). ¡Por Dios! Cualquier persona que, medianamente, conozca la identidad nacional, sabe que un gobierno de Venezuela no puede prohibir la importación de escocés sin atentar gravemente en contra de su propia estabilidad: que nacionalicen la banca, despilfarren las reservas y se ideologice el sistema educativo, pasa, pero ¡acabar con el whisky! ¿En qué cabeza cabe? Sería el fin de nuestra F.A.N. (Fiesta Anual de Nochebuena).
Yo conozco en mi entorno al menos cinco personas que, bajo el comando de Claudio Nazoa, están dispuestos a llegar al sacrificio. Según se dice, el que esté dispuesto a dar su vida por whisky, en la otra vida tendrá acceso a 11 mil botellas de 18 años, sin estrenar.
¿Qué está pasando realmente en Venezuela? Ya nadie lo sabe: la realidad y la ficción se han mezclado de una manera tal, que la verdad parece mentira y la mentira parece verdad. Quien esto escribe no tiene ninguna idea de lo que está sucediendo, pero sí puede dar cuenta, al menos, de las cosas que ve, así de primera fuente, que le han sucedido en su entorno inmediato:
-Yo creo que no hay escasez, pero sí noté que el otro día, en mi casa, apareció un bistec en mi plato y yo comenté con cierto asombro: «Cónchale, ¡carne!». Recuerdo que eso antes no me llamaba la atención, yo comía sin pensar.
Noto también que hace bastante tiempo que no me invitan a una parrilla. Pero de ahí a que haya problemas con el producto y su distribución, no me atrevo a formular ninguna hipótesis. Es muy probable que sólo sea un problema de mi urbanización. Yo sí vi a una vecina metiendo carne para su casa de noche, pero no me atrevería a jurarlo, estaba lejos, no llevaba los lentes. Quizá era sólo un hombre.
-Noté, por ejemplo, que el portugués del supermercado de enfrente ya no acomoda los huevos en su santo lugar, junto a las papas, sino que deja las cajas directamente al lado de la registradora. Noto también a las amas de casa correr y agarrar de a dos docenas. Creo que el ministro tiene razón, aquí lo que ha aumentado es el consumo. Culpa también de Claudio Nazoa y su campaña «¡coman huevo!». Por cierto que se ha anunciado el cambio del lema, ya no será «coman», sino «cálense ese… «.
-Yo no creo que estén obligando a la gente a nada. Esos bien pueden ser rumores golpistas:
sólo oí a una señora, funcionaria pública, decir que le habían solicitado que se inscribiera y recibió luego una carta en la que se le agradecía por «su decisión».
Una amiga, dueña de negocio, recibió otra carta de un ministerio cuyo nombre se me escapa (ahora que lo pienso bien no sé ni siquiera si es un ministerio del actual gobierno o de alguno anterior, o de otro país). En ella se le agradece la «contribución voluntaria» con 22 millones de bolívares. Como dato curioso, la carta de agradecimiento llegó antes de que ella enviara la colaboración. Esto no muestra otra cosa que la eficiencia de nuestro sistema de correos. Igualmente mi amiga, más por pena que por otra cosa, envió el dinero, atenta al principio de que el orden de los factores no altera el producto.
Estas tonterías han sucedido en mi entorno, no me las han contado, como suele decir la gente. Claro que no creo que esto obedezca a ningún plan. Son coincidencias, casualidades o como lo quiera usted llamar.
En cuanto a lo de RCTV, honestamente, yo no creo que la cierren… Por cierto…
-¡Allá arriba en el cielo!
-¡Es un ave… !
-¡Es un avión… !
-¡No! ¡¡¡Es Superman!!!
P.S.: Por lo visto mi carta al Papa dio resultados.
Gracias, Santo Padre.