Yo no olvido al año viejo, por Teodoro Petkoff
Su Alteza Real Chacumbele alcanzó el pináculo de su poderío político y electoral en diciembre de 2006, cuando fue reelegido con 7,3 millones de votos, 63% del total. De allí en adelante entró en la parte descendente de la curva y lenta pero perceptible e irreversiblemente viene cuesta abajo en la rodada. Su última cifra electoral, en el “plebiscito” del 23N, a duras penas alcanzó los 5,5 millones de votos, 53% del total.
Simultáneamente, las fuerzas políticas de oposición vienen, lenta pero perceptible e irreversiblemente, subiendo la cuesta que conduce hacia una nueva mayoría. Contra 37% en la elección presidencial de 2006, el 23N, la oposición, más las distintas disidencias, llegaron al 47% del total de votos válidos.
Su Alteza querrá borrar de su memoria los dos últimos años. Fue un periodo de serios reveses políticos. En 2007, después del cierre de RCTV, que no fue propiamente un éxito, terminó el año con la espectacular derrota de su proposición de reforma constitucional. Abrió el 2008 con lo que apuntaba hacia un éxito político internacional, el rescate de rehenes en poder de las FARC, y terminó siendo un autogol de bandera con su proposición de conceder status de fuerza beligerante a la guerrilla colombiana y con las parlanchinas computadoras de Raúl Reyes. De allí en adelante debió sacar de circulación la reforma del currículo académico y la Ley Sapo, subir y bajar las tarifas de transporte en Caracas, en una palmaria demostración de incoherencia. El malhadado desempeño oficialista concluyó con sus reveses electorales en tres de los cuatro principales centros políticos del país el 23N. El coletazo del escándalo del maletín de Antonini también hizo lo suyo, como lo hará la reciente confesión de Siemens sobre sobornos pagados a jerarcas del gobierno.
En el lado opuesto, a las organizaciones políticas ya tradicionales que enfrentan al gobierno y que cada día que pasa se hacen más y más vigorosas, deben sumarse los desprendimientos que con variada fortuna se produjeron del cuerpo principal del oficialismo.
Este proceso de deterioro no ha llegado a su fin y habla elocuentemente de las profundas contradicciones que desgarran al PSUV. El humor político del país viene cambiando sin prisa pero sin pausa, en un desenvolvimiento no exento de contradicciones, pero en elocuente demostración de la creciente frustración que se expande tanto en las filas populares del chavismo como entre sus sectores propiamente políticos e intelectuales. El año próximo, que luce económicamente sombrío, anuncia viento en contra para una administración que no se caracteriza propiamente por su eficacia ni su probidad.
Cierra el año con los primeros pasos del gobierno hacia la enmienda y entraremos en 2009 embalados hacia el referéndum en el cual la pretensión continuista de Chacumbele será inexorablemente derrotada. La línea descendente del chavismo y la ascendente de las fuerzas de distinto signo que lo adversan se van a cruzar antes de la fecha de la consulta electoral.
Una vez más vamos a ganar. Tal perspectiva nos permite asumir a plenitud, con la alegría propia de la época, la Navidad y Año Nuevo de 2008. Su Alteza el Grinch no ha podido sabotear este tiempo que todo el mundo desea saborear en paz.