¡Todos a votar!, por Luis Martínez
Autor: Luis Martínez | @luisjosemart
En la fracasada mesa de negociación de República Dominicana se batió un juego estratégico que en las primeras de cambio, pareciera favorecer a la oposición democrática, a pesar de no lograr mejores condiciones electorales. El gobierno necesitaba desesperadamente legitimar por un lado a la Asamblea Nacional Constituyente que desde sus inicios ha sido desconocida por trillos y troyanos, y por otro lado legitimar la apresurada y oportunista convocatoria a elecciones presidenciales.
El escenario ahora, muy al contrario de lo que muchos pensaban que serían favorables al abstencionismo, le ha dado nuevo vigor a la participación electoral en concordancia con el sentimiento de la mayoría de los venezolanos. En este nuevo escenario, solo queda a los factores opositores, precandidatos presidenciales y partidos políticos, poner a un lado sus diferencias y aspiraciones, pues no es momento de anteponer parcialidades e intereses particulares, sino de empinarse hacia la grandeza del país con la escogencia de un candidato presidencial no trillado: Capaz de aglutinar y cohesionar a todos los movimientos opositores. Capaz de convocar a más del 75% de los electores que se oponen a este gobierno. Capaz de recoger y lanzar una propuesta de país que sea el reflejo de la aspiración de progreso y mejor calidad de vida de los ciudadanos. Capaz de trasmitir un mensaje claro de unidad nacional, reencuentro de los venezolanos y orgullo de los hijos de esta tierra.
Lograr desde el inicio esa propuesta única y unitaria que convoque a todo el país, colocaría en grandes aprietos al gobierno de Maduro, pues en ese caso solo le quedaría prepararse para un proceso transitorio del poder, pues perdería las elecciones presidenciales. O, en su defecto, intentar cometer un fraude para birlar los resultados que sin duda, serian favorables a la oposición lo que traería como consecuencia, el desbordamiento del descontento contenido y acumulado de la gran mayoría de los venezolanos que no estarían dispuestos a permitirlo.
A pesar del poco tiempo que el gobierno y su mecenas del CNE en evidente triquiñuela, han impuesto con premura para la realización de las elecciones presidenciales, con un cronograma electoral apretujado que no deja espacio para la equivocación. Las fuerzas democráticas tienen la oportunidad histórica de iniciar el tan anhelado proceso de cambio deseado por la gran mayoría del país. Para ello se requiere fundamentalmente de generar el entusiasmo necesario capaz de transformarlo en un torrente indetenible de participación que inhiba, parcial o totalmente, cualquier pretensión de cometer fraude a los actores más comprometidos del gobierno con posturas antidemocráticas o vinculadas a delitos.
Las elecciones de por si representa un escenario de movilización masiva. Cuando un gobierno como el de Maduro, desprovisto de apoyo internacional a excepción de los tímidos pronunciamientos de Rusia y China, con un rechazo generalizado de los venezolanos que ronda un mínimo de 75%. Con un pueblo muriendo de hambre al que ya, ni las bolsas de comidas o pírricos bonos populistas, le calman su desesperación. Con una hiperinflación que cada día se desborda más. Con escasez. Con funcionarios públicos que no tienen ni como pagar el transporte.
Cuando un gobierno reúne todas esas condiciones de negatividad, sería incomprensible y suicida para la oposición democrática, si quiera pensar en abandonar el escenario de confrontación electoral de las elecciones presidenciales. Escoger un candidato único y unitario. Sumar esfuerzos para derrotar al gobierno y, ¡Todos a votar!
Docente universitario
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