20 años pa´ atrás, por Teodoro Petkoff
La esterilidad intelectual e ideológica de este pandilla de azotes de barrio que nos gobierna, comenzando por la de su capo, el inefable Chacumbele, es tal, que todo lo que sale de sus resecas molleras no es sino la repetición de los peores rasgos de lo que Chacumbele despectivamente denominó “Cuarta República”. Todo lo que se les ocurre es película repetida, mil veces vista en el pasado, con el añadido de pulsiones dictatorialistas a lo Gómez y Pérez Jiménez. En este desierto de ideas no brotan sino abrojos y gamelote.
Ahora Chacumbele se propone anular el paso de avance que significó la elección directa de gobernadores y alcaldes, con la consiguiente transferencia a estos de múltiples atribuciones que hasta entonces estuvieron concentradas (y mal gerenciadas) en el poder central.
Chacumbele se propone mantener, hasta nuevo aviso, la Gregory Molina figura formal de estos funcionarios, pero revirtiendo al poder central las atribuciones que les habían sido transferidas, para dejar reducidas a cascarones vacíos gobernaciones y alcaldías. Sus gobernadores y alcaldes fueron agentes activos en la campaña por la enmienda, pero ahora les retribuye despojándolos de sus funciones.
Además, la figura de las “autoridades regionales”, prevista en el artículo 70 de la Ley de Administración Pública, se propone comenzar a aplicarla, con un claro signo retaliativo, montando encima de la Alcaldía Metropolitana el equivalente del antiguo gobernador del Distrito Federal, designado por el presidente. Pero, sin duda, a todos los gobernadores y alcaldes les caerá la chupa. Pura Cuarta República, pues.
Por supuesto, tal como ocurría en aquella época -y eso fue lo que finalmente empujó e hizo avanzar la reforma descentralizadora-, la concentración y centralización de poderes y competencias se traduce en una pésima labor administrativa.
En esos tiempos que se quieren hacer volver, para comprar una inyectadora en el dispensario de Pedernales había que llenar planillas y planillas burocráticas, solicitando la autorización de Caracas. A la hora de poner la inyección, el paciente ya había muerto o se había curado solo. Es el pueblo quien va a pagar las consecuencias de este horrendo atraso y anacronismo en el pensamiento de Chacumbele.
Su concepción de la administración pública es la propia del administrador de una cantina de cuartel, sin idea de las complejidades del Estado moderno. Desde ya puede apostarse que esos puertos y aeropuertos, cuyo control retomaría el Ejecutivo nacional, volverán a ser aquellos colosales focos de corrupción e ineficiencia con la monstruosa sobrecarga de personal que los caracterizaba-, que fueron antes de su transferencia a las gobernaciones. Los que dicen «no querer nada con el pasado», ya deberían percibir que este caballero constituye una vía expresa hacia ese pasado que tanto detestan. La diferencia con este -para hacer todo peor-, es que ahora desde el parlamento hasta la Defensoria del Pueblo, pasando por el CNE y el TSJ, están sometidos a la voluntad de Yo-El-Supremo. Veinte años pa’tras y peor aún.
Chivo que se devuelve se `esnuca.