23N: Abrir caminos, por Teodoro Petkoff
Este domingo debe darse un paso más en el camino de la derrota definitiva del proyecto de poder personal de Hugo Chávez. Cada gobernación, cada alcaldía que sean ganadas por la oposición significarán el fortalecimiento de ésta y el correlativo debilitamiento del proyecto personalista y caudillista de Hugo Chávez. Cada gobernación y cada alcaldía ganadas significarán el acceso de la oposición a centros de acción e iniciativa política y administrativa de los cuales ha estado casi completamente excluida desde hace cuatro años. Todas las fanfarronadas, bravatas y amenazas de El Gran Charlatán habrán sido inútiles. Entre otras cosas, porque es imposible tomar en serio esas truculencias ridículas. «Hay que acorralar», «Hay que matar políticamente a los traidores», «Ya van a ver quién es Hugo Chávez». Paja. Paja que será incinerada el domingo en las urnas electorales. El país que tiene diez años enfrentando el autocratismo, el autoritarismo, el militarismo, el personalismo y la egolatría de Chacumbele es hoy más numeroso que ayer. Cada día más compatriotas descubren la estafa política que ha significado el chavismo. El desencanto y la decepción cunden entre millones de venezolanos y venezolanas que un día creyeron que El Gran Charlatán era una persona seria y que con su gobierno íbamos a echar hacia delante. No ha sido así.
Sin embargo, la risible cháchara de Chacumbele debe mover a preocupaciones de otro carácter. El Presidente está acentuando los rasgos fascistoides de su gobierno. Por mucha risa que dé, la violencia de su discurso puede generar consecuencias peligrosas.
No es nada casual que al día siguiente de sus amenazas a Ramón Martínez en el estado Sucre y de ordenar la «toma» del aeropuerto de Carúpano, una patota destruyó la alcaldía de esa ciudad, cuyo alcalde pertenece al partido Podemos.
Los últimos parloteos de Chacumbele constituyen una incitación al delito. Si en el CNE existiera un mínimo sentido de su rol, que no es sólo técnico sino, sobre todo, político y moral –se le atribuye la condición de uno de los poderes del Estado–, habría llamado la atención al Presidente por sus brutales expresiones.
Mas, este lenguaje no es el de quien se siente seguro. Sabe bien que para la gente en cada estado, en cada municipio, importa mucho quién va a ser el encargado de hacer frente a los problemas del día a día. Sabe bien que su esfuerzo por hacerse candidato en todas las gobernaciones y alcaldías no ha dado los frutos que esperaba.
La gente sabe que de la manada de incompetentes que ha postulado en estados y municipios no puede esperar nada distinto a lo que han hecho los fracasados que han gobernado hasta ahora. Ya la cuota de incapaces y ladrones la llenaron los que van a salir después del 23N. Toca cambiar. Toca abrir otros caminos.