A 71% de embarazadas les niegan ingreso a hospitales en pleno proceso de parto
El informe ejecutivo de la primera encuesta sobre el estado de atención ginecobstétrica durante la gestación, parto, nacimiento y puerperio inmediato en el sistema de salud venezolano, presentado por la alianza de organizaciones Salud para todas, evidencia que la experiencia de las mujeres en los centros de salud de la Gran Caracas se encuentra “lejos de catalogarse como positiva”
La alianza de organizaciones Salud para todas, que trabaja por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, presentó el informe ejecutivo de la primera encuesta sobre el estado de atención ginecobstétrica durante la gestación, parto, nacimiento y puerperio inmediato en el sistema de salud venezolano. La investigación se realizó con mujeres de la Gran Caracas.
La encuesta, presentada el martes 6 de diciembre desde el Centro Cultural Chacao, se realizó entre abril y octubre de 2022 y recopila la experiencia de mujeres que -se postularon voluntariamente a participar- para contar casos de violencia obstétrica que vivieron entre el año 2007 y 2022. Las participantes estaban en edades comprendidas entre los 15 a los 50 años de edad y residenciadas en Distrito Capital (44%), Miranda (43%) y La Guaira (8%).
El informe muestra que 71% de las mujeres fueron ingresadas porque permanecieron en los alrededores del hospital, y aunque estaban en pleno proceso de parto, se les negó el ingreso. La encuesta reseña que 27% de las mujeres que asistieron a centros de salud públicos no fueron recibidas inmediatamente.
Hay a quienes no les queda más remedio que parir en los alrededores del centro de salud porque no fueron atendidas”, señala Rossie Cedeño, socióloga y especializada en derechos humanos de las mujeres.
Las experiencias relatadas reflejan que 38% de las parturientas fueron referidas a otros hospitales en los que no recibieron atención, referencias escritas, ni recomendaciones. “Les dicen que vayan a otro hospital porque ese tiene más insumos, sin tener la certeza de que sea así”, sostiene.
En la atención prenatal se evidencia el peso de la desinformación lo que se relaciona con una mayor vulneración de los derechos de las mujeres. Por ejemplo: 55% de ellas no recibió ninguna información sobre la cesárea y sus riesgos.
6 de cada 10 mujeres no recibió información sobre lactancia materna y solo 3 de cada 10 tuvo alguna información sobre el tema.
Ni tan humanizado
De 318 entrevistadas, 198 tuvieron partos o cesáreas a partir del año 2017, cuando se inauguró el Plan parto humanizado, promovido por el Gobierno Nacional con el objetivo de proteger a la mujer durante la gestación. Sin embargo, la cifra de entrevistadas que fue censada, recibió información sobre este tema o tuvo acompañamiento por parte de alguna promotora fue menos de 30%.
“El plan de parto humanizado es un plan muy bello y bien pensado, pero no ataca la raíz de la violencia obstétrica”, señala Rossie Cedeño.
Aunque las normas de salud sexual y reproductiva y los protocolos de atención y cuidados prenatales del Ministerio de Salud dicen que en el parto natural “se recomienda ingerir pequeñas cantidades de soluciones hidratantes e hipercalóricas (jugos, miel, agua de coco)”, la investigación realizada por la alianza Salud para todas señala que 59% de mujeres no recibió ingesta de alimentos o líquidos durante el trabajo de parto, por lo que “pueden pasar hasta 15 horas o más de trabajo de parto sin ingerir ningún tipo de alimento”.
El protocolo refiere que se deben “mantener las membranas íntegras hasta que ellas se rompan espontáneamente. Se practicará amniotomía en caso de que la dilatación no progrese adecuadamente. Queda a discreción del médico que atiende el parto decidir la ruptura artificial de las membranas, informando a la parturienta de tal decisión”. Sin embargo 2 de cada 10 mujeres son expuestas a esta dolorosa práctica sin que sea necesario. “Solo para acelerar el proceso”.
La información muestra que uno de los procesos más comunes donde las mujeres son expuestas y vulneradas es durante el tacto. 5% de las encuestadas dijo que se le practicaron más de 10 tactos, esto aún cuando los protocolos dicen que solo se hará a partir de los 5 centímetros de dilatación y cada 4 horas.
Una de las entrevistadas confesó que recibía ayuda psicológica por “haber quedado traumada debido a que un montón de estudiantes de medicina le hicieron tactos”.
También se destacaron otras maniobras prohibidas en Venezuela, como la de Kristeller, que consiste en ejercer presión sobre el abdomen de la mujer para impulsar la salida del bebé. Un 23% de las encuestadas dijo que se le había hecho esta maniobra.
En el plan de parto humanizado presentado por el gobierno está contemplada la figura de las promotoras. Pero la investigación muestra que las promotoras no tienen permitido entrar al hospital y “quienes lo han hecho, es detrás de una lucha y en contra del personal que está en el centro de salud”.
Acerca del consentimiento informado, la investigación arroja que a 7 de cada 10 mujeres no les solicitaron firmar un documento que reflejara el consentimiento, un derecho fundamental para aceptar o no, intervenciones de riesgo para la paciente, salvo en casos de emergencia.
3 de cada 10 mujeres no fueron informadas de forma verbal o escrita sobre los procesos que se les realizarían. La información publicada resalta que la no utilización del consentimiento informado “es una práctica que afecta no solo la dimensión física (aplicación de procedimientos en su cuerpo) sino en las dimensiones emocionales y psicológicas en un momento de tanta vulnerabilidad como lo es el parto y nacimiento”.
Otro procedimiento de rutina en donde ocurre violencia obstétrica es durante la episiotomía, una incisión quirúrgica en la zona del perineo cuya finalidad es ampliar el canal de parto y que requiere sutura. Un 32% de las mujeres entrevistadas señaló que se les había hecho.
El problema con este método es que la sutura debe hacerse con anestesia, lo que no ocurre.
Lo mismo pasa con la revisión o limpieza uterina. El informe revela que “casi la totalidad (46 de 47%) de las mujeres que tuvieron partos tuvieron la desdicha de ser víctimas de este procedimiento, aún cuando la norma dice que no debe ser de rutina, debido a que hay elementos que dicen si se debe hacer o no”.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que algún integrante del personal de salud explique a la paciente “técnicas para reducir el traumatismo perineal y facilitar el nacimiento espontáneo (inclusive los masajes perineales, compresas tibias y conducta de protección activa del perineo), en función de las preferencias de la mujer y las opciones disponibles”.
La encuesta muestra que 35% no recibió ningún tipo de indicación.
En lo que concierne a permitir un acompañante durante el trabajo de parto, un 86% dijo que no tuvo permiso de estar con alguien.
El informe mostró frases que se les dijeron a las mujeres durante la sutura:
Nancy Bello, directora y fundadora de Mujeres por los Derechos aseguró que muchas mujeres deciden no volver a tener hijos después de estas experiencias tan traumáticas.
La alianza muestra que es notoria “la ausencia de programas dirigidos a la salud mental de las mujeres que viven la experiencia de gestación, parto y nacimiento”.
Resaltan que es “fundamental visibilizar y atender el impacto que tiene la violencia ginecobstétrica no sólo en el cuerpo de las mujeres, sino en su salud mental”.
Añaden que es necesario ampliar la convocatoria para una mayor discusión y reflexión sobre el modelo de atención médica, al igual que las normativas y protocolos vigentes contrastados con la evidencia científica actualizada.
El reporte dice que aún cuando la ley define y tipifica la violencia obstétrica, sigue siendo un fenómeno desapercibido y naturalizado en las instituciones públicas o privadas de salud por lo que se hace urgente la participación del Estado en políticas reales y oportunas en materia de derechos humanos.