Pdvsa: Barril sin fondo, por Teodoro Petkoff
Pdvsa está en estos tiempos en el ojo del huracán. Denuncias de distinta naturaleza caen en cascada sobre la empresa y sus dirigentes. Desde las que abordan fallas operacionales, deterioro administrativo, caída de la producción, hasta las que componen un pesado memorial sobre casos de corrupción realmente aterradores, con base en los cuales se han construido fortunas colosales de la noche a la mañana. El cuestionamiento coloca en la picota principalmente a Rafael Ramírez, lo cual es lógico porque por su doble y completamente anómala condición de ministro de Energía y Petróleo y presidente de la Directiva de Pdvsa es el responsable de lo que para bien y para mal ocurre en ella. Sólo que desde hace tiempo todo lo que ocurre es para mal.
La situación podía preverse fácilmente a raíz de la brutal sangría a que fue sometida Pdvsa, con el despido de casi la mitad de su personal. Aparte de que aquel despido masivo constituyó un atropello sin precedentes contra casi 20 mil trabajadores, a los cuales no sólo se les privó de empleo sino que se les confiscaron sus prestaciones y ahorros, fue también un crimen contra la nación. Millones de años/hombre de conocimientos, experiencia, ciencia y tecnología fueron lanzados a la calle, privando a la compañía de su más importante capital, el humano.
Pdvsa sufrió una descapitalización, cuyas consecuencias están ahora crudamente a la vista. El descenso en la producción, la incesante cadena de accidentes -bastantes de ellos mortales-, la crisis de los taladros, etc., etc., están asociados a la imposibilidad de sustituir y formar en pocos años el know how que fue masacrado por la retaliación masiva.
Estas dificultades se complican por la desmoralización existente entre el personal. El clima de sospecha y persecución, las exigencias de cumplir obligatoriamente con requerimientos políticos, añadidos a la percepción de la corrupción generalizada existente en los altos mandos de la compañía, rebotan muy negativamente sobre el propio espíritu de trabajo.
El 19 de julio pasado, dos diputados del ex MVR o del pre PSUV, Roberto Quintero y Francisco López, introdujeron ante la Fiscalía una denuncia muy bien fundamentada sobre tres actos de corrupción en Pdvsa. El primero atañe a un pago indebido que habría hecho Pdvsa a Shell, por un monto de 278 millones de dólares. Lo curioso es que previamente la Consultoría Jurídica de Pdvsa, representada por el abogado Rodolfo Porro, había emitido un dictamen considerando, por diversas razones, que «Pdvsa nada adeuda a Shell de Venezuela» y alertando acerca de que no se incurriese en «pago de lo indebido». No obstante lo cual, la Directiva, el 30 de marzo de 2006, autorizó el pago «indebido»: 278 millones de dólares, que no son concha de ajo. ¿Cómo explicar tamaña «generosidad»?
El segundo caso se refiere a la adjudicación, sin licitación previa, de un contrato por 27 taladros, con la empresa Cosma, C.A. Esto ocurrió el 10 de agosto de 2006. Diez meses después no hay tales taladros y los diputados preguntan: ¿Cosma cumplía con los aspectos técnicos y financieros necesarios?, ¿quién y cuándo firmó la contratación con dicha empresa?, ¿tiene la empresa credenciales para realizar actividades petroleras según las especificaciones del Sistema Nacional de Contratistas?
El tercer caso es la adjudicación, también a dedo, a la Constructora Interbolivariana S.A., Empresa Multinacional Andina, de un «contratico» por 135 mil millones de bolívares, más bonificaciones por unos 15 mil millones de bolívares adicionales, para un total de unos 150 mil millones de bolívares. Dicen los diputados que esa empresa no estaba inscrita en el Registro Auxiliar de Contratistas de Pdvsa (RAC) ; no teniendo en su acta constitutiva como objetivo la actividad de perforación petrolera, que constituía la razón del contrato otorgado. Preguntan los diputados:
¿quiénes son sus accionistas?
Hasta el cegato de Clodosbaldo Russián podría percibir que en todo esto hay gato enmochilado. Sin embargo, Rafael Ramírez recibió un espaldarazo de su jefe. ¿Es éste el camino hacia el socialismo del siglo XXI?