¿Quién ha visto Negro como yo?, por Teodoro Petkoff
Recién implantado el control de cambios el gobierno anunció una supuesta ley para penalizar draconianamente el comercio ilegal de divisas, vulgo mercado negro. De eso, sin embargo, no se ha vuelto a hablar más. La explicación de tal misterio podría estar en la hipótesis de que habría financistas del gobierno gerenciando segmentos-lomito del mercado negro.
En este caso, la inexistencia de la ley de marras asegura la impunidad y la vida feliz y tranquila para sus gestores.
El mercado negro es tan consustancial al control cambiario como la bilis al hígado. Pero en nuestro caso actual el mecanismo que lo ha hecho desarrollarse es aún más perverso que en las oportunidades anteriores. Ordinariamente, el mercado negro es la respuesta a la escasez relativa de un bien cuyo precio está controlado. Pero hoy la escasez de dólares es artificial. Las reservas internacionales son muy altas, pero Cadivi opone tales trabas a la adquisición de las divisas que es como si no las hubiera. El precio negro de hoy es bastante más alto de lo que sería si el suministro de dólares controlados fuera suficientemente fluido. Pero como no lo es, y conseguirlos cuesta una bola y parte de otra, el precio es mucho más alto de lo que debería ser y la ganancia de los especuladores es enorme.
Siendo la tasa de cambio oficial de 1600 bolívares por dólar y la tasa negra de, por lo menos, 2500 bolívares, es obvio que trabajar con dólares es aún más lucrativo que hacerlo con agua… o con petróleo.
¿Quiénes son las víctimas de esta situación? En el campo económico, sobre todo los empresarios de pequeña y mediana envergadura. Por lo general no poseen los recaudos que Cadivi solicita y conseguirlos les resulta tan oneroso en dinero y en tiempo que prefieren comprar dólares negros.
Así que mueren en ese mercado.
Pero ese precio pasa a sus costos, y a los precios de sus productos. Salimos todos perjudicados. El gobierno empuja a esos empresarios a cometer lo que técnicamente es un delito.
Para el grueso de la clase media los viajes al exterior desaparecieron del horizonte. Puesto que las tarjetas de crédito están bloqueadas en el extranjero, quien no tenga cuentas en dólares afuera sencillamente no puede viajar. Para la mayoría hasta el mercado negro está vedado porque para pagar los dólares que se necesitan para un viaje habría que hipotecar la vivienda. Y quien pueda pagar ese precio, pues es empujado por el propio gobierno a cometer un delito. Sin embargo, y vaya paradoja, en el duty free de los aeropuertos nacionales usted puede darle un palo al control porque allí compra a la tasa oficial.
De modo que el gobierno revolucionario tiene fregados a los económicamente débiles, mientras los que no lo son andan cabeza fresca. El mercado negro no es problema para ellos porque pueden pagar lo que sea; por lo general tienen cuentas en dólares en el exterior así que ya sean empresarios o viajeros el mundo sigue siendo suyo. Pero los pequeños están jodidos. ¡Viva la revolución!