El abstencionismo colaboracionista, por Douglas Zabala
Siempre habrá abstención. Siempre la ha habido y ella nunca había pedido condiciones. Simplemente en todo proceso electoral aparece y cumple su cometido estadístico, sin exigir nada a cambio y sin protagonismo alguno, a no ser, su porcentaje de abstención tradicional y predecible.
El abstencionismo que exige condiciones para dejar de ser abstencionista, ese que se pregona cómodamente desde el teclado de un celular, una computadora o desde un frio micrófono por el clima apretado de un país que te acoge como «exiliado» político. Ese abstencionismo elitesco y vanguardista, que lleva la democracia en los labios y el abstencionismo colaboracionista en el corazón, será derrotado por las masas hambrientas de hambre y libertad.
Ese abstencionismo colaboracionista que hoy amenaza darse con la misma piedra, que se consiguió en las parlamentarias del 2005, será pulverizado por el pueblo llano que nunca ha puesto condiciones en su vía electoral. Ese abstencionismo autoritario y cupular, impuesto por las duras direcciones partidistas a sus militantes, también será derrotado.
Aquí el abstencionismo colaboracionista fundamentado en el ataque contra quienes han enarbolado las banderas de la participación y arguyen que ejercer el derecho al voto es colaboracionismo con el régimen. Ese abstencionismo que sin verse ni siquiera su medio ombligo colaboracionista, alimentado por la estrategia madurista de promover la desconfianza y el desencanto en el acto electoral. Ese abstencionismo colaboracionista será derrotado.
*Lea también: Ciudad e innovación tecnológica, por Marco Negrón
El abstencionismo colaboracionista será derrotado, porque a los “jefes” políticos que lo aúpan, defienden y pregonan hasta el cansancio, su canoa abstencionista, comienza hacer aguas y sus cientos de miles de activistas se montaran en la cresta de la ola electoral, convencidos de que ante el dilema de tener que escoger entre la reelección de Maduro, la abstención o la participación electoral, lo correcto será salir a votar y acabar con esta pesadilla de saqueo y corrupción que está destruyendo al país.
El abstencionismo colaboracionista corre el riesgo de ser el gran derrotado en esta refriega por el poder. Lo saben, lo susurran en privado en sus conciambulos colaboracionistas, no lo dicen en público, pero en privado andan arrepentidos por no poder echarse pa’ atrás en sus dislates estratégicos. Saben que si Nicolás Maduro sale derrotado como efecto saldrá, la comunidad internacional hará un giro de 360 grados a favor del candidato victorioso.
Ese abstencionismo colaboracionista tiene los días contados. Mientras más se aproxima el 20 de mayo más intenso es el sudor frio que corre por sus espaldas. Ese abstencionismo colaboracionista después del día “D” quedará como pajarito en grama: sin argumentos, sin militancia y sin credibilidad alguna
Este abstencionismo colaboracionista está consciente del daño que puede infligir a la opción de cambio, pero ya no les importa, están resteados con su hilaridad abstencionista, prefieren a Maduro gobernando 6 años más a que gane Henri Falcón. Eso los hará colaboracionistas, y ese remoquete de traidor, no se lo ha podido quitar ni Judas en 2018 años, después de haber decidido ser colaboracionista.