Acuerdo busca implosionar a la AN y oxigenar a Maduro, pero sin gobernabilidad

Mireya Rodríguez, experta en negociación, dijo que el gobierno insistirá en su plan de implosionar al gobierno interino e impactar la imagen y el liderazgo del presidente del Parlamento, Juan Guaidó. El politólogo Ricardo Sucre expresó que la revolución obtiene un diálogo con un esquema con el que se siente más cómodo y representa mejor sus intereses, con su propia dinámica y sin presiones de tiempo
Desde julio de 2019, Nicolás Maduro y varios de sus funcionarios retomaron el guion de invocar a todas las “oposiciones” mientras se realizaban las negociaciones con los delegados de Juan Guaidó bajo la tutela de Noruega. En ese contexto, el Acuerdo de la Mesa de Diálogo Nacional, suscrito el 16 de septiembre, concretó las advertencias del mandatario, lo oxigena ante sus aliados, le permite atacar a la Asamblea Nacional (AN) desde adentro y ganar tiempo, pero no garantiza la gobernabilidad.
“Esa acción refleja que el régimen de Maduro no solo tenía opciones sobre la mesa, sino debajo de la mesa. Es decir, que mantenía conversaciones en distintos planos con diferentes actores, las cuales dieron este fruto de alto impacto comunicacional y que espera sea el inicio de la implosión de la fuerza del gobierno interino”, sostiene Mireya Rodríguez, experta en negociación.
La analista señala que el gobierno de Maduro develó que no ha cambiado de estrategia, por el contrario, amplió su expediente. De allí, aseguró, que sorprende que el gobierno interino, bajo la batuta del presidente del Poder Legislativo siga creyendo en una conversión que nunca llegará.
“El régimen gana lo que siempre gana al usar su estrategia recurrente del divide y vencerás: gana tiempo, incrementa su legitimidad ante sus aliados y avanza en las arenas movedizas actuales, a costa del desprestigio y cooptación de pseudolíderes de oposición”, añade Mireya Rodríguez.
Para Rodríguez, el oficialismo insistirá en vender el acuerdo como una vía para avanzar hacia la convivencia y la paz, y a la vez será válido para sus aliados nacionales e internacionales, que lo verán como una muestra de un cambio de actitud para distender el alto clima de confrontación. Pero puntualiza que no será válido para el gobierno interino y para los factores que se han aglutinado alrededor de Guaidó, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
La analista expresa que uno de los objetivos neurálgicos del cuestionado acuerdo es incrementar la fragilidad legislativa. “El Parlamento tiene suficientes debilidades internas que podría verse en riesgo de cooptación numérica al incorporarse los diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Para mí, ese es el verdadero objetivo subyacente de este acuerdo”, esboza
El politólogo Ricardo Sucre comparte esta idea al expresar que, evidentemente, Maduro y su cohorte no se sienten cómodos con la existencia de un Parlamento de mayoría opositora, por lo cual hubo un giro en la estrategia.
“En vez de atacar a la AN con sentencias judiciales, detenciones y el allanamiento a la inmunidad parlamentaria de los diputados, ahora la estrategia, con la incorporación de los diputados del PSUV es agredirla desde adentro para implosionarla”, afirma Ricardo Sucre.
Mireya Rodríguez no descarta que dado los diferentes intereses en juego podrían suscitarse algunas sorpresas relacionadas con decisiones “gruesas” como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), las elecciones parlamentarias, el directorio del Consejo Nacional Electoral (CNE) y la agenda del Parlamento.
Esquema acomodaticio
La variable tiempo en este nuevo proceso de diálogo está sujeta a las estrategias que se empleen, señala el politólogo Ricardo Sucre. “Con el acuerdo, el Gobierno obtiene un diálogo en el esquema con el que se siente más cómodo y el cual representa mejor sus intereses, con su propia dinámica y sin presiones de tiempo. La reciente instalación de las ocho mesas de trabajo además reedita los mecanismos de procesos anteriores”.
Sucre puntualiza que prefería la negociación bajo el amparo de Noruega. Cree que una de las fallas fue la pretensión de la delegación de Guaidó de imponerse y forzar un resultado. Recuerda que tal como se vio, para los voceros de Maduro no resultó satisfactorio el esquema de elecciones anticipadas, el rol de la Fuerza Armada Nacional (FAN) y garantías de su contraparte.

Elección con Maduro en el poder no sería «realmente libre», afirma Juan Guaidó. Dice que no puede haber comicios con inhabilitaciones. Foto: Federico Parra / AFP
El politólogo indica que quizá haya uno que otro acuerdo en el naciente proceso, pero eso no implica que sirva para la gobernanza del país.
“El éxito de los acuerdos pasa por su cumplimiento efectivo. Aquellos acuerdos que dependan del régimen tratará de cumplirlos solo para mostrar que esta vez es diferente (siguiendo siempre su lógica bi-polar; es decir, usar el argumento de la paz y la represión simultáneamente). Los que dependan de los partidos minoritarios quedarán en expresiones de buenos deseos, como el levantamiento de las sanciones o el reconocimiento de la Asamblea Nacional Constituyente”, esgrime Mireya Rodríguez.
En el caso de Guaidó, cree que el diálogo en esta nueva etapa afecta su imagen y liderazgo, “a menos que decida arreciar su estrategia, la cual ha venido reduciendo su impacto al pasar del tiempo. La política tiene sus momentos y si se les deja pasar pues hay alto riesgo de otros actores puedan aparecer”.
Por su parte, Miguel Ángel Martínez Meucci, también con experticia en negociación, subraya que en el sector que dirige Maduro nunca ha habido voluntad real de acordar condiciones para una eventual salida electoral. De allí que el Gobierno haya optado por postergar conversaciones y seguir maniobrando con las herramientas a su alcance.
“Se reafirma así el hecho de que una negociación orientada a la salida de Maduro del poder, así como a un cambio de régimen político, amerita presiones multilaterales bastante mayores a las ejercidas hasta ahora”, añade.
Interlocutores dudosos
Sobre la escasa representatividad de las seis organizaciones que han suscrito el acuerdo gubernamental no hay dudas, sostiene Miguel Ángel Martínez Meucci.
En ese sentido, el investigador destaca que el acercamiento del gobierno con Avanzada Progresista (AP), Cambiemos, Soluciones para Venezuela, el Movimiento al Socialismo (MV), un sector de Bandera Roja (BR), avalado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), y Esperanza por el Cambio son organizaciones minoritarias constituye un nuevo paso para ir perfilando una oposición a la medida.
«La idea es confundir a la comunidad internacional, dividir a los sectores adversos, restar diputados a la oposición y desmoralizar a la población que desea un cambio político”, dice Martínez Meucci.
A su juicio es claro que, deliberadamente, “el sistema de medios de comunicación públicos y privados que controla el régimen les ha otorgado una cobertura proporcionalmente mucho mayor a la que tendrían en condiciones de pluralidad y libre acceso a la información”.
Ricardo Sucre prefiere no referirse a la representatividad de las organizaciones que se adhirieron al acuerdo gubernamental y señala que será la opinión pública quien ponderará su peso, más allá de las redes sociales. No obstante califica como “un golpe bajo” el dado por los seis partidos a la delegación Guaidó y, al mismo tiempo, recuerda que el presidente de la AN no cumplió su oferta hecha hace unos meses, de reunirse con todos los sectores que adversan a Maduro.