¿Adónde vamos?, por Teodoro Petkoff
El paro de ayer no tiene antecedentes en la vida del país. Nunca en nuestra historia se había producido una protesta tan masiva, tan profunda y tan amplia como la de ayer contra el gobierno de Hugo Chávez. Además, tan absolutamente cívica y tranquila. El orden apenas si fue perturbado por la crónica pandilla de matones de Freddy Bernal, que protagonizó unas incidencias sin mayor importancia, dado el escuálido número de participantes, frente a la sede de Fedecámaras. La arrogancia autoritaria de Chávez, quien había «decretado» el fracaso del paro, ha sido rotundamente castigada por el país nacional. El paro de ayer cambia la calidad del proceso político venezolano. El tiempo político se acelera vertiginosamente. El Gobierno, que ya había perdido la iniciativa desde hace pocas semanas, ahora está encallejonado. Su respuesta popular fue patética. Frente a la colosal paralización del país, Chávez respondió con el sempiterno mitincito de la Plaza Caracas (donde, no hay que engañarse, apretadas y full, que no era el caso, apenas caben unas 8 mil personas) y el acto de Santa Inés. Pero su respuesta política fue la reacción de un hombre desesperado. Completamente desestabilizado emocionalmente por el paro y por el cacerolazo que saludó su discurso en La Carlota, dejó que brotara, ya sin diques, el Chávez brutalmente autoritario. La repulsa nacional le llegó tan hondo que de su boca saltó un torrente de invectivas y de amenazas. Habló de «apretar tuercas» (él, que las tiene todas flojas), anunció medidas contra los medios y, como todos los dictadores o aspirantes a serlo, declaró que la democracia será negada a quienes lo adversan.
Nada de eso funcionará. Ese alicate por el cual clamó Chávez, para apretar tuercas, es de bisutería. El país no le teme y ha decidido enfrentarlo. Desde mañana la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo deberán considerar proyectos de reforma de las leyes de Adina. ¿Va a interferir Chávez la acción de estos dos poderes? ¿Se dejarán interferir ellos? ¿O abrirán un espacio real para la consulta y la revisión de las leyes? Diputados y magistrados tienen en sus manos la paz y la tranquilidad de la República.
Si Chávez escoge como conducta inmediata bloquear la acción de los poderes Legislativo y Judicial y abre el grifo de la represión, será el principio del fin. No le dejará al país otra alternativa que sacarlo del poder.