¡¡¡Ahora es cuándo!!!, por Simón Boccanegra
El retorno de la oposición democrática a la Asamblea Nacional fue verdaderamente triunfal. Algunos dirán que este es un exceso retórico de Boccanegra, pero no lo es. La numerosa concentración de sus partidarios, que tuvo un magnífico efecto disuasivo sobre cualquier intención de los atorrantes de la Plaza Bolívar de repetir los vejámenes impunes sobre los parlamentarios de la oposición en 1999 y 2000, fue una muestra de la determinación de la Unidad Democrática de hacerse respetar. Esa determinación fue la que llevó al ministro del Interior y a Aristóbulo a sentarse con los jefes de los grupos parlamentarios de la Unidad para establecer las reglas de juego que impidieran los abusos y atropellos de aquellos años. Esa movilización opositora contrastó con la grotesca flota de autobuses del interior que trajo a los manifestantes de la plaza O’Leary. Ya no sólo la Asamblea es plural. También lo es la calle. A esto debe añadirse el espíritu demostrado por los parlamentarios unitarios, marcado por el excelente discurso inicial de Alfonso Marquina. Enérgico, sólido, bien dicho. Dos amigas me comentaron que habían llorado escuchándolo. Fue la emoción de saber que ya no son los casi solitarios y valientísimos Ismael García, Pastora Medina y demás diputados de Podemos y el Grupo Humanista, quienes se batirán en el Parlamento sino que a ellos se suma ahora un grueso grupo de dirigentes populares, cuya disposición a cumplir con su deber quedó demostrada también por el resto de los diputados opositores que hicieron uso de la palabra. Todos hablaron para presentar ideas y proyectos. Sus adversarios chavistas, ignoro si porque esa era la línea o porque ya los sesos no les dan para más, utilizaron su tiempo sólo para insultarlos en el terreno personal. Ese round lo perdieron claramente. En todo caso, se ha creado un espacio donde, al fin, podrá haber encuentro y diálogo entre gobierno y oposición, así sea, inevitablemente, en medio de la más áspera controversia.