Al mundo hay que alimentarlo, comencemos por casa, por Marianella Herrera Cuenca
X: @mherreradef
El mundo en el que vivimos, es sumamente complejo. Capas y capas de problemas superpuestos hacen imposible pensar en el análisis de un solo factor y en la búsqueda aislada de soluciones por la vía de un solo camino. Cuando se identifica un problema público, hay que pensar hoy en día cuales son las interacciones que existen entre las diferentes dimensiones que se encuentran contenidas en dicho problema.
En términos de evolución, la alimentación de los primeros hombres, los sapiens y los neandertales, tuvieron que pasar por la búsqueda de alimentos de una manera básica: cazar, pescar, recolectar. Listo, se comía lo que había y cuando había. ¿Era fácil? No, para nada, la búsqueda de alimentos podía costar la vida, sin embargo, era eso y no más: buscar el alimento, consumirlo, fin del proceso y si se lograba sobrevivir en el camino, el mismo mecanismo se ponía en marcha. Millones de años más tarde, la evolución del hombre, fuego, agricultura, rueda, consumo de agua, diferentes tipos de energía, tecnología, entre otros, de por medio, nos ha permitido tener alimentos asegurados por mas tiempo a lo largo de la vida de un humano (que ahora es bastante más larga).
Esto esta bien, la inteligencia, la adaptación y la constante búsqueda del hombre ha permitido resolver los problemas cotidianos de la vida, aunque visto en perspectiva también se crearon otros problemas. No hay luz o gas: no hay cocina funcionando.
Es imposible pensar que volveremos a un esquema de caza, pesca y recolección. Con un mundo superpoblado con billones de habitantes, se necesita un mecanismo para alimentar al mundo y fíjese usted mi querido lector: que sea amigable para el ambiente, que ese mecanismo provea de alimentos saludables que no promuevan enfermedades crónicas, los alimentos deben ser cultivados de manera sostenible, las conductas alimentarias deben ser promovidas para el consumo de dietas basadas en plantas y alimentos no procesados, y por otro lado debemos estar conscientes de lo que estamos sacrificando: menos proteínas de origen animal, menos eficiencia en el aporte de algunos nutrientes, más conocimientos y educación nutricional necesaria para que la población pueda entender y saber cómo alimentarse. Fácil decirlo, muy difícil lograrlo.
Para eso se necesita una producción de alimentos consciente, ajustada a los contextos, si, a los contextos, que pueden ser contextos democráticos, o contextos de guerra, de conflicto, de opresión y falta de libertades. Ya lo decía Amartya Sen, el desarrollo debe estar enmarcado en un esquema de libertades, la agencia individual será fundamental en el desarrollo de las personas y de las sociedades.
Cuando vemos el conflicto entre Rusia y Ucrania y el impacto sobre la canasta mundial de alimentos, la guerra entre Palestina e Israel, nos damos cuenta que los conflictos armados son una puerta abierta a la inseguridad alimentaria y a la desnutrición, tal como lo es un entorno de inestabilidad política y de falta de libertades, opresión y falta de democracia.
En los entornos democráticos difícilmente se podrá ver una hambruna, una crisis de salud, todo lo contrario, en los entornos políticamente vulnerables donde los indicadores de salud y de alimentación siempre se deterioran. La literatura científica es extensa en este tema.
Las historias acerca de la alimentación de los humanos cada vez mas tienen que ver con consideraciones éticas porque los procesos alimentarios no solo dependen de las personas, dependen de las instituciones y sistemas, de los gobiernos, de las condiciones geográficas, solo por mencionar algunos factores y actores. De hecho, cuando los procesos alimentarios escapan de las manos de los individuos, la ética de la alimentación, se vuelve sumamente importante, en tanto que se ponen sobre la mesa los mecanismos correctos para el logro de la alimentación adecuada de la población.
¿Como pensar en una alimentación adecuada, cuando los alimentos llegan en una bolsa de ayuda que tiene gorgojos? ¿Quién es el responsable? Cuando las cosechas se pierden por falta de combustible para el transporte, ¿Quien o quienes son los responsables? La desnutrición, la malnutrición por déficit o por exceso, son condiciones que representan una incongruencia en pleno siglo XXI, cuando en teoría se tienen las herramientas para que los alimentos estén al alcance de todos.
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Al mundo hay que alimentarlo, en medio de tantos conflictos y nosotros debemos comenzar por aceptar el grave problema nutricional que enfrenta nuestro país y comenzar a resolverlo. Las autoridades tienen una gran responsabilidad en esto.
Las necesidades alimentarias de los venezolanos son imperativas y deben ser atendidas de inmediato para salvar los cerebros de nuestros niños, que son el futuro de nuestro país.
Marianella Herrera Cuenca es MD PhD en Nutrición. Integrante de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición y del Observatorio Venezolano de la Salud.
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