Alternancia militarismo y democracia, por Luis Manuel Esculpi
La democracia no se concibe solo por la realización de procesos electorales, además de la denominada legitimidad de origen, cuando los comicios son realmente libres, equitativos y equilibrados. A la hora de evaluar los regímenes democráticos se valora igualmente la legitimidad en su desempeño.
El respeto a los Derechos Humanos, la independencia de poderes, la libertad de expresión, el control civil sobre el estamento militar y la posibilidad de alternancia democrática a través de elecciones libres, constituyen hoy por componentes sustanciales de la democracia moderna.
Si nos propusiéramos evaluar el régimen de Maduro, empleando esos parámetros, sin duda alguna, estaría sumamente distante de pasar la prueba, cuando cada vez se acentúan sus rasgos autoritarios, militaristas y dictatoriales.
En materia electoral la irregular convocatoria de las elecciones del año 2018, ocasionó el desconocimiento de ese proceso por la mayoría de los gobiernos democráticos del mundo. En la elección de la ilegítima constituyente se violó una regla de oro, al violentar la disposición de un elector un voto.
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En el área de los Derechos Humanos, si bien podemos considerar que los informes de la Alta Comisionada Michelle Bachelet, se quedan cortos en materia de los constantes atropellos que suceden a diario, sin embargo es justo reconocer que ellos reflejan, aun parcialmente, la cruda realidad de las violaciones del régimen. Incluyendo las graves vulneraciones a la libertad de expresión.
En cuanto a la independencia de los poderes, todos ellos, con la única excepción de la Asamblea Nacional, presidida por Juan Guaidó, están absolutamente controlados por el gobierno de Maduro. Bastaría tan solo con revisar las sentencias del TSJ, las actuaciones de la Fiscalía designada por la constituyente y los otros organismos del denominado Poder Moral y las decisiones del recién designado CNE, para corroborar la veracidad de tal afirmación.
La inexistencia de mecanismos institucionales de control civil sobre la Fuerza Armada, y la concepción de la «alianza cívico-militar» ahora con el añadido de policial, ha invertido los términos, constituyendo un régimen donde existe preponderancia de lo militar sobre el mundo civil. Una de las características del régimen es precisamente el militarismo.
Además de la presencia determinante de oficiales activos y retirados en las distintas esferas de la administración pública, desde las áreas económicas y sociales, pasando por las de infraestructura y la de servicios. El estamento militar es propietario de veinte empresas dedicadas a diversas áreas de la economía y las finanzas.
Solo el contexto de un régimen militarista puede inscribirse la insólita declaración del Ministro de la Defensa el 5 de julio, donde al referirse a la oposición afirmó: «No pasarán, no serán poder político jamás en la vida mientras exista una Fuerza Armada Bolivariana como la que hoy tenemos»…
La gravedad de tal afirmación, además de ser pronunciada por quien dirige la institución armada consiste, como señalamos al inicio, que la alternancia es una característica esencial de la democracia, es por esa razón, entre otras, que la mayoría de las constituciones en los países democráticos establecen límites al ejercicio del poder.
Los regímenes autoritarios han puesto de moda la promoción de Asambleas Constituyentes para crear la figura de la reelección indefinida.
La alternancia democrática es tan definitoria, que para algunos estudiosos de las sociedades modernas, por ejemplo para el filósofo inglés Karl Popper, en una síntesis de sus frases más conocidas la democracia es el sistema que posibilita sustituir pacíficamente a los gobernantes.
Más allá de inscribir el discurso de Padrino en la actual coyuntura, donde la cúpula del régimen se ha planteado la estrategia de estimular la abstención, para intentar apoderarse del poder legislativo, el único que no controla y promover así una «oposición leal». Sus palabras trascienden lo electoral y expresan una concepción reñida con la pluralidad y la alternancia democrática. De allí su gravedad y trascendencia, al margen de las especulaciones acerca de las motivaciones de ese discurso.