El Gobierno anda mal, la mesa está dura; por Teodoro Petkoff
Con excepción de los días de abril de 2002, el gobierno de Hugo Chávez jamás ha atravesado una situación peor que la que hoy conoce. En el lado contrario, la oposición democrática tampoco ha vivido una situación mejor que la que hoy atraviesa. Esas son las coordenadas del actual cuadro político. De un lado, el gobierno vive un inocultable proceso de decadencia.
La ineficiencia de lo más elemental de la administración pública, sumada a una corrupción de proporciones apocalípticas han creado una sensación de un país que va al garete, de crisis en crisis, frente a ninguna de las cuales el gobierno atina a producir soluciones viables y creíbles.
La inseguridad ciudadana, el costo de la vida, el desempleo, problemas cuya apreciación como los peores que el país padece, se mantiene inconmovible en las encuestas; pero a estas calamidades ya “estructurales” en la mente de los venezolanos, se añaden temas como la crisis eléctrica; el colapso de las empresas básicas de Guayana; la caída de la producción petrolera y el visible deterioro de Pdvsa; el derrumbe de la agricultura, que tiene como contrapartida una fatal agricultura de puertos y, para finalizar una lista que es más larga, el anunciado fracaso de una política de viviendas a la cual se quiso dar un empujón con la pomposa Gran Misión Vivienda Venezuela, que no termina de arrancar.
Frente a todo esto, un hatajo de ministros, cada cual más inútil e incapaz que su antecesor, cambiables e intercambiables, para que pongan la torta donde quiera que los coloquen, da un tono errático y desolador a la gestión pública –aún más lamentable en los tiempos que corren, dada la inhabilitación relativa del caporal de la hacienda, cuya hiperquinesis y logorrea proverbiales al menos producían la impresión de que algo se movía.
Del otro lado, el proceso unitario avanza y se consolida. Todos los malos augurios se han estrellado contra una Mesa Democrática cada vez más firme y estable, cada vez más al control de las tendencias a la dispersión que siempre existen en toda alianza política.
La logística de las primarias cuenta ya no sólo con fecha sino con comisión electoral nacional y casi todas las regionales, amén del reglamento que debe regir el proceso. Las candidaturas ya están en la calle y se desarrollan sin traumas las alianzas y coincidencias entre las distintas fuerzas y sectores, lo cual es parte natural y obvia de un cometido de esta naturaleza.
Nada permite pensar en una mejoría de la gestión oficialista sino más bien en lo contrario, en tanto que la profunda conciencia de que sin unidad no hay vida fortalece y amplía las posibilidades de derrotar electoralmente al reincidente candidato gubernamental.
¿Que subió unos puntos en estos días? No hay que alarmarse. Era previsible que la enfermedad habría de despertar un coyuntural sentimiento solidario, aun entre quienes ya han roto políticamente con el Presidente.
Pero eso no durará mucho. La tendencia descendente de la intención de voto por Chávez retomará el ritmo que traía, cuando la realidad cotidiana recupere la primacía en las preocupaciones ciudadanas, más allá de los avatares de la salud del Presidente. Todo apunta a la victoria.
Deja un comentario