¡Basta de hacerle la cama a la antipolítica, por Griselda Reyes

Twitter: @griseldareyesq
¡Los venezolanos estamos resteados y dispuestos a preservar y recuperar cada espacio de poder! No, no es una afirmación absurda y mucho menos ingenua. Es lo que recogemos –mi equipo de trabajo y yo– del sentir colectivo en cada urbanización que visitamos, con cada comerciante que conectamos o con cada vecino al que abordamos en su quehacer diario.
Si bien mi accionar diario está hoy delimitado a Baruta –porque aquí están mis empresas, proyectos, programas sociales y casa–, no estoy ajena a la realidad de estados como Zulia, Bolívar o Delta Amacuro.
A través de líderes y dirigentes con quienes mantengo comunicación diaria puedo constatar que los venezolanos están claros en que no habrá soluciones mágicas para empezar a recuperar el país.
Cuando recorrimos las calles de Soledad, en estado Anzoátegui, hace unas semanas; o cuando participamos en una sesión de Zoom con la gente de Sucre, Mérida o Apure, vemos con optimismo cómo la tesis de la abstención tiene cada vez menos cabida entre la gente, aun cuando es el principal enemigo a vencer.
¿Y por qué recapitulamos todo esto? Con preocupación vemos a generadores de opinión pública y algunos medios de comunicación, todos radicales, haciendo extensos reportajes y reseñas estimulando la antipolítica que tanto daño nos ha hecho. El mismo modus operandi que atentó contra los partidos de la democracia y trajo la vaguada roja a nuestro país.
Al leer estos artículos nos preguntamos si los peores 22 años de nuestra vida republicana no han sido suficientes para pasar la página de atacar a estas organizaciones y a quienes dedicamos nuestras vidas al servicio público.
La verdad, y no me cansaré de decirlo, es que no podemos seguir alimentando al monstruo que nos trajo a la tragedia socialista que hoy agobia a los venezolanos.
Es cierto que aún muchos siguen mordiendo el discurso de que no hay salida posible a la atroz crisis que atravesamos; que el diálogo y la negociación en poco o nada suman a calmar el hambre que padecen nuestros niños; que el alto costo de la vida tiene contra la pared a las madres; o la inseguridad que nos mantiene en zozobra a todos.
A quienes promueven y comparten estas ideas, quiero preguntarles con toda responsabilidad: ¿acaso hay otra forma de avanzar?, ¿es más útil dejar que nos sigan arrebatando los espacios que quedan para frenar la hecatombe que ha significado el socialismo en nuestro país?
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Venezuela hoy no es solo el testimonio de la señora de clase media o del comerciante que no cree en el voto. Nuestro país también es aquel joven que quiere progresar en su país y en paz, que sabe que el voto es una vía para alcanzar ese fin.
Incluso aquí hay cientos de pequeños y medianos emprendedores que no le deben su éxito a enchufe alguno; que saben que la economía se puede enderezar con medidas asumidas por un modelo diferente. El voto, esa es la vía.
En este país somos miles de hombres y mujeres que nos estamos organizando; articulando el enorme descontento que hoy acumula la gestión de Nicolás Maduro; los que estamos dispuestos a votar y a defender cada sufragio para hacer valer la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano.
Nos negamos a seguir cediendo el poder a los más incapaces, a los corruptos, a los que han defraudado la confianza de sus electores, a los que han dilapidado la mayor bonanza del país. También nos negamos a seguir creyendo la versión de que el voto no sirve. Es preciso que recuperemos a Venezuela, haciendo política por y para la gente.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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