¡Basta de trucos!, por Teodoro Petkoff

Lo que es igual no es trampa. Si el presidente Chávez puede mencionar la cifra de 90 mil «excluidos» sin que haya habido boletín alguno del CNE, ni preliminar ni definitivo, que así lo haya informado y sin que nadie le llame la atención, ¿este diario violaría las reglas de juego si dijera que no es un «pelito» sino una «guaya» lo que hay por encima de los 2,4 millones de firmas necesarias para activar el RR? ¿Hay en verdad reglas de juego o estas cambian a tenor de los humores de los personeros del gobierno?
El reglamento promulgado por el CNE para regir los reparos dejó claramente establecido que la ratificación de las firmas no sería seguida de un nuevo proceso de verificación de ellas sino que la totalización se limitaría a «sumar y restar» las ratificadas y las excluidas, tal como lo dijera el presidente del TSJ. ¿Con qué derecho, entonces, se hace entrar subrepticiamente una comisión de la ex PTJ para «revisar» los cuadernos? ¿Estos son funcionarios electorales? ¿Los cuadernos no fueron, acaso, auditados previamente por el CNE, ante representantes de ambas partes? ¿Su confección no fue una responsabilidad del CNE? ¿Acaso los elaboró la Coordinadora Democrática? ¿A quién quieren convencer de esa patraña de los 15 mil «muertos» que habrían figurado en ellos si antes, en el proceso de verificación de las firmas, fueron invalidadas las de todos aquellos no inscritos en el REP, las de menores de edad y las de fallecidos? ¿O es que debemos suponer que deliberadamente fueron incluidos en los cuadernos los nombres de personas fallecidas, suplantados luego por personas con cédulas falsas (que sólo las pueden haber obtenido de manos de quienes controlan el organismo que expide esos documentos de identidad) para que firmaran y montar entonces el show de los «resucitados» y del «fraude»?
La información divulgada ayer sobre el supuesto plan de «rebanar» el número de firmas para colocar su número por debajo del máximo exigido o para hacerlo coincidir con el «pelito» del Presidente, debe ser tomada en serio a la luz del incidente de ayer en el CNE. Aunque no dejen de ser divertidas (y elocuentes, por aquello de que el perdedor siempre se deshace en explicaciones para dorarse la píldora) las maromas dialécticas de distintos voceros del gobierno tratando de demostrar que, «en todo caso» las firmas recogidas y ratificadas constituyen un «porcentaje ínfimo» de los 12 millones de electores inscritos en el REP, lo cual sería, según esos genios de la estadística, la demostración de la condición minoritaria de los opositores. A uno que otro, u otra, de los que se podía suponer que fueran gente seria y que se han dedicado a estas acrobacias futiles, debería darles pena. Pero, en fin, si se trata de una oposición minoritaria, ¿por qué tantas vueltas y revueltas para aceptar la inevitabilidad del RR? Si fue por un «pelito» o por toda una peluca que se alcanzaron los 2,4 millones de firmas es irrelevante. Lo que cuenta es que se alcanzaron. El RR dirá si es verdad eso que afirmó Rangel de que «si las recogieron también se jodieron».