Beijing en tips, por Simón Boccanegra

La idiotez es contagiosa. En las televisoras del PSUV, cada vez que un atleta gringo sube al podio cambian rapidito la imagen para no transmitir el himno de los Estados Unidos. Seguramente piensan los tipos de esas televisoras que se la están comiendo con ese rasgo de «anti-imperialismo». Pero, ¿qué se les puede pedir al 8 y a TVes si el propio Presidente, en su rabieta infantil, dijo que las medallas eran para China, «que le está ganando y le va a ganar a los Estados Unidos». ¡Eso sí es conciencia anti-imperialista! Si el resultado final termina favoreciendo a China en medallas de oro ya veremos y oiremos a Chacumbele teorizando sobre la decadencia del imperio. Cada vez que este minicronista oye mentar la «revolución deportiva» no puede dejar de recordar que varios de nuestros atletas más destacados viven y entrenan en otros países. El nadador Alberto Subirats es producto de la tecnología natatoria norteamericana, estudia y entrena en la Universidad de Arizona. El esgrimista Silvio Fernández se ha desarrollado en Francia. El gimnasta José Luis Fuentes en Alemania. Los volibolistas juegan en diversos países. Y estoy dispuesto a apostar que nuestros muchachos no tuvieron una mejor actuación por el nerviosismo que debe haberles producido la desmesura propagandística del régimen contando los pollos antes de que hubieran nacido. Un familiar de una de las volibolistas nos contaba que las muchachas estaban aterradas, ligando además, que el locatario de Miraflores no fuera a llamarlas por teléfono, como hizo con algunos otros. En su imprudencia infinita pudo haberse dado el caso de que hubiera despertado a algún atleta que debía competir en la mañana. Para hablar de revolución deportiva lo primero que se necesita es un gobierno serio, que no vea en el deporte un atributo de prestigio personal del mandatario.