Bloomberg: vendedores de cigarrillos son comerciantes de divisas clandestinos en Caracas
Una historia publicada por la agencia de noticias Bloomberg deja al descubierto cómo en un sector de Caracas, vendedores de cigarrillos aprovechan para cambiar bolívares por dólar
«¡Ibiza! ¡Costero! ¡Malibú!». Los vendedores de cigarrillos corren de arriba a abajo por las aceras y entran y salen del tráfico, gritando sus productos. Venden muchas marcas de las que nunca se ha oído hablar en «El Comercio», que durante años ha sido el paraíso del tabaco barato. Pero en estos días, no todos los clientes están aquí para fumar. El negocio secundario es cambiar bolívares por dólares.
En el sector «El Comercio» de Catia en Caracas, ha surgido un robusto mercado de divisas, resalta la agencia Bloomberg. Rafael Vargas, de 52 años, quien es un guardia de seguridad, a menudo cobra en dólares y toma el autobús para cruzar la ciudad y llegar a Campo Alegre, al este de la capital.
Vargas podría acudir al banco pero eso supone hacer una cola durante horas, y en muchos bancos hay limites de retiro de efectivo; en este caso, Vargas necesita por lo menos 800.000 bolívares al día para cubrir su transporte de ida y vuelta a su trabajo.
Y así va a «El Comercio» donde nunca está conforme con el tipo de cambio. «Te acaban robando parte del dinero, pero no puedes hacer nada para evitarlo, porque tienes que ir trabajar», dice tras cambiar un billete de 1 dólar arrugado. «Si no trabajamos, no comemos».
En este momento, se consiguen unos 2 millones de bolívares por un dólar en Catia. Mientras que la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV) es de 2,8 millones de bolívares.
Los cigarrillos actúan como fachada ante la remota posibilidad de que la policía pase de largo y se ofenda por una actividad que es, al menos en los libros, ilegal. También son excelentes herramientas de lavado. «Los cigarrillos son la máquina perfecta para conseguir bolívares», dijo Carlos Gómez, un flaco de 27 años con lentes de sol envolventes mientras colocaba sus productos para exhibirlos en una destartalada mesa de madera.
Los bolívares son un bien aún solicitado en un país que, a todos los efectos, adoptó la moneda de curso legal de Estados Unidos. Pero esta dolarización de la economía se llevó a cabo en el estilo por excelencia de Nicolás Maduro, es decir, al azar y caóticamente, y como resultado, el bolívar nunca fue realmente eliminado. Todavía circula y, curiosamente, todavía se requiere pagar por ciertas cosas.
Los pobres son los más afectados por esta falla. Porque mientras las personas con recursos económicos simplemente pagan cosas con dólares a través de tarjetas de crédito extranjeras o tarjetas de débito o Zelle o dinero en efectivo, los pobres necesitan bolívares para tomar autobuses y comprar gasolina subsidiada y comprar alimentos básicos como harina y frijoles.
Llegan los mineros
Los vendedores informales de cigarrillos ven de todo, desde gente como Vargas hasta mineros de oro que conducen 14 horas desde Las Claritas, estado Bolívar, con maletas llenas.
«Hay mineros que traen 10.000 o 15.000 dólares», dijo el joven Carlos Gómez, «con esos dólares, compramos cartones de cigarrillos».
Hay otros métodos para adquirir efectivo. En algunos autobuses, los conductores hacen cambio bajo el volante, y la gente acepta la tarifa que se le ofrece. «Es la forma más fácil de conseguir bolívares rápidamente» comenta Yajaira Meza, una ama de casa de 51 años. «No tenemos otra opción».
Por muy preciados que sean los bolívares, el billete más valioso del país es el de George Washington, el sencillo escasea y es tan deseado que si se puede conseguir ocho de ellos, alguien en Catia, le dará un equivalente a 10 dólares en bolívares.