Burbujas y contrastes, por Luis Manuel Esculpi
Este diciembre en el Ávila no sólo se encendió la tradicional Cruz, también se iluminó con rayos láser, el hotel Humboldt ahora clasificado como siete estrellas, como ya hace algún tiempo había anunciado Nicolas Maduro. Es lógico suponer, que a los eventos en esta nueva etapa, los altos costos solo podrán pagar los enchufados, connotados empresarios y sus familiares vinculados al régimen.
En Bello Monte, más exactamente en las proximidades del río , donde alguna vez anunció una vocera oficialista que podríamos bañarnos: el Güaire, también fue iluminado. La verdad es que en otras oportunidades ese sector fue decorado con luces navideñas, pero también es cierto que en ese tiempo no existía la crisis eléctrica tal como hoy se vive en el país.
El régimen intenta crear una ilusión de normalidad y recuperación económica, promoviendo unos nichos o burbujas al que solo tiene acceso, un mínimo sector de la población, como en el caso de los nuevos bodegones o la concurrencia a restaurantes de lujos en la capital.
Algunos economistas, analistas y encuestadores sorpresivamente tienden a generalizar el fenómeno, olvidando las penurias que sufre la mayoría de la población. Ignorando las constantes alertas de organizaciones como Cáritas y de Susana Rafalli sobre la terrible desnutrición infantil, solo para citar un dramático ejemplo de la gravedad de la crisis económico y social por la que atravesamos.
La existencia de «burbujas» en algunas zonas del este caraqueño y en otras ciudades, no pueden considerarse como un indicativo de mejoría sustancial. Bastaría con observar un vídeo que circula por las redes sociales, donde la representante de un consejo comunal, al distribuir los famosos perniles rusos, le solicita a los vecinos en cola la grabación donde agradezcan a Maduro por el beneficio recibido. Llama la atención que la situación descrita no sucede en una zona de las más depauperada del municipio Libertador, sino en la urbanización Juan Pablo II en Montalbán.
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Estos inmensos contrastes permiten la percepción de la existencia de dos países, en la realidad hay una ínfima minoría privilegiada de funcionarios y empresarios corruptos, disfrutando de beneficios inalcanzables para la mayoría que padece la pavorosa hiperinflación, viviendo el día a día, la grave situación de la salud y la crisis de todos los servicios públicos.
Leí un comentario donde se subestimaba el problema de la corrupción, basado en los argumentos por una parte «ella siempre ha existido» y por la otra que la población no le concede especial importancia a esa aberración. En primer lugar es necesario señalar que los niveles de corrupción de los últimos veinte años, no tienen antecedentes en nuestra historia y en segundo término consideramos que independientemente de la valoración en las encuestas, la denuncia y el combate contra la corrupción además de un deber de las fuerzas alternativas, en mucho de los males que hoy sufrimos están asociados al grave despilfarro y al robo descarado de los dineros públicos.
En lo que resta de año el régimen y sus aliados harán todo tipo de maniobra, utilizarán cualquier tipo de artilugio, emplearán variadas artimañas para intentar impedir la reelección de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional. Objetivo que pese a todas las trampas no lograrán.
Esta es nuestra última columna del año, nos resta desearle a nuestros pacientes lectores, que pasen estas navidades lo mejor posible a pesar de todas las dificultades que confrontamos. Esperamos que el año próximo sea propicio para consolidar los avances logrados, superar los errores, dificultades y limitaciones, despejar la ruta del cambio político para reconstruir las instituciones democráticas, recuperar las libertades, la reconciliación entre los venezolanos y así poder progresar en paz.
Hasta la próxima, ya será en el mes de enero.