Calma y corrdura, por Teodoro Petkoff
Autor: Teodoro Petkoff
Hoy termina el Reafirmazo. La jornada, salvo aislados incidentes –que con muy buen sentido aseveró César Gaviria «no han impedido a la gente firmar»–, se ha desarrollado magníficamente. En primer lugar habría que destacar el comportamiento ciudadano, tan ejemplar como en la ocasión anterior, que ha operado por sí solo como un eficaz mecanismo de contención de cualquier actitud desenfocada. En segundo lugar, el Plan República de la FAN ha operado como un garante del orden público y esto debe serle reconocido, más allá de uno que otro episodio inconveniente suscitado en alguna que otra parte. En tercer lugar, el CNE, con todos sus rectores, ha actuado con pulcritud y un sentido de equilibrio e imparcialidad que también deben ser reconocidos. La combinación de estas tres circunstancias ha conducido a que hayamos podido llegar hasta hoy, a pesar de este ambiente lleno de tensiones y recorrido por los más truculentos rumores, produciendo lo que sin duda constituye un formidable logro de la nación.
Por lo mismo, estas horas finales requieren un alto sentido de responsabilidad por parte de todos los actores. Esta es hora de «calma y cordura». Esta no es hora para el lenguaje provocador. Esta no es hora para «gracias» en televisión, como las de un alto dirigente del G-5 que a plena conciencia de que no se puede estar avanzando cifras cuando el proceso no ha terminado -y además lo decía-, mostraba, sin embargo, los dedos de una mano configurando un número. No es hora para declaraciones como las del presidente acerca de un «megafraude». A esto sí hay que pararle.
Cuando habla el presidente no sólo está hablando la cabeza del gobierno sino el líder de su partido y sus palabras tienen un peso, y eventualmente unas consecuencias, que no tienen las de ninguno de sus compañeros. El gobierno es el principal factor político del país y es absurdo pretender equiparar sus actos con los de cualquier otro factor, así sea la dirección de la oposición. El presidente tendría que estar consciente de que sus afirmaciones y su llamado a salir a la calle a luchar contra el «fraude» podrían desencadenar desbordamientos muy lamentables. Más de un atarantado podría entender literalmente lo de «rodilla en tierra». Sobre todo porque en algunos sitios de recolección de firmas, afortunadamente no muchos, se apostaron en estos días grupos de partidarios del gobierno hostigando a los firmantes. El presidente no puede estar cogiendo casquillos de algunos de los irresponsables que pululan a su alrededor y su declaración de ayer, al igual que la de Ameliach, no debería repetirse. Esta es la hora de afirmar la autoridad del CNE.
Todo el que tenga denuncias sobre irregularidades debe tramitarlas por ante ese organismo. Hablar de «fraude» cuando no ha tenido lugar la verificación, que puede durar hasta un mes, mediante la cual se precisará la legitimidad o no de las firmas, es una falta de responsabilidad y hasta una manera deshonesta de erosionar la autoridad del CNE.
Ayer en la noche tanto César Gaviria como el CNE emitieron declaraciones que fueron aceite sobre aguas embravecidas y que deberían ser atendidas por todos los actores políticos. Calma y cordura deben tener todos, comenzando por el presidente.