Cambio de seña, por Teodoro Petkoff
Todavía están vivos los comentarios sobre los pormenores del viraje presidencial con la Ley Sapo (o Getsapo), cuando Chávez nos sorprende con un giro aún más pronunciado en relación con las FARC, a las cuales no solo les pidió que suelten los secuestrados «sin condiciones» sino que cuestionó la propia lucha armada y las guerrillas, a las cuales estimó como «fuera de orden». Naturalmente que esta nueva rectificación debe ser saludada, más allá de las motivaciones que puedan explicarla. Las palabras de Chávez el domingo contribuyen a apretar un poco más el cerco político internacional que ha ido dejando sin oxígeno a las FARC. Después de meses de arrumacos y ojitos con éstas, a las cuales llegó a considerar como dignas de reconocimiento internacional como «fuerzas beligerantes» y de toneladas de insultos vertidas sobre Uribe, de pronto tenemos esta nueva posición que, de entrada, antes de explorar la trastienda, no puede ser sino bienvenida, entre otras razones porque contribuye a normalizar las relaciones con el Gobierno colombiano, cosa siempre conveniente.
¿Qué hay detrás de esto? Son posibles, entre otras, dos explicaciones. Una; Chávez sabe lo que hay en las computadoras y con este gesto de buena voluntad, antecedido de la entrega de mano y corazón a Uribe, trata de que lo que allí está, guardado permanezca. Otra, la jugada habilidosa de quien quiere despejar el camino hacia las elecciones de noviembre de toda situación que pueda servir de argumento a la oposición. ¿La «Ley Sapo» genera ruidos? Echémosla atrás, como atrás fueron echados desde el «currículo bolivariano» hasta los pasajes del transporte urbano. Puesto que el gobierno trabaja con encuestas y otros mecanismos de sondeos de opinión, bien seguramente descubrió que las FARC están lejos de ser monedita de oro entre los venezolanos y que la asociación con ellas lo perjudica, así que cambia la seña. Lo cual, dicho sea de pasada, debe tener muy desconcertados a sus seguidores –sobre todo a los talibanes. Salen Escarrá y Calixto Ortega a «defender lo indefendible» y Chávez los deja colgados de la brocha. Salen los activistas a pintar paredes con vivas a las FARC y Chávez condena la lucha armada.
Merecido se lo tienen porque bastante han elogiado lo que en la Alemania hitleriana llamaban el Führerprinzip, que en la Venezuela de antes se traducía como «jefe es jefe manque tenga cochochos».
Mas, nuevamente, las maniobras de Chávez revelan que lo de noviembre se lo está tomando muy en serio. Ya su equipo tiene el line up listo y está en el campo y por primera vez el manager acompaña las bravuconadas y el ventajismo con juego político. Es de suponer que la oposición está tomando nota de todo esto.