Canción de ordeño, por Teodoro Petkoff
Por lo visto la «revisión» que Chacumbele se pidió a sí mismo y a sus seguidores va arrojando como resultados que no hay nada que «rectificar». Cuando se le oye desbarrar sobre el tema de los precios de la leche y de las medidas que se propone tomar, surge la desoladora conclusión de que este hombre no sólo no ha aprendido nada de la experiencia venezolana de las últimas décadas sino que ni siquiera entiende lo que a su propio gobierno le ha ocurrido con la inflación y la escasez. Sus ideas de economía no van más allá de jurar que en ese ámbito todo puede ser resuelto mediante amenazas truculentas a los productores y el anuncio de unos controles que en la práctica son ficticios. Cuando no a los realazos.
Ahora resulta que el problema de la escasez de leche será resuelto incrementando por decreto los precios del producto a puerta de corral, pero siempre por debajo de los costos, de modo que la brecha costos/precios se mantiene, en desmedro de los productores, pero, además, amenazando a las plantas procesadoras con «nacionalizarlas» si pagan a los ganaderos precios por encima del regulado.
Todo esto es un disparate. Chacumbele no solamente no entiende el rol del mercado sino que tampoco entiende el rol del Estado. Las ideas primitivas que le venden sus asesores y ministros le impiden compatibilizar ambas esferas y es así como, cada cierto tiempo descubre, lleno de perplejidad, que los controles son inoperantes y que el Mercado está derrotando al Estado.
Unos productores sencillamente trabajan con los precios de mercado, que están contaminados por la inflación y cabalgan sobre esta, desafiando controles o escapándose hacia la economía informal; otros cambian de rubro o simplemente dejan de producir, porque los precios no son remuneradores y el resultado es escasez.
Chacumbele no entiende que la llamada «especulación» y el «acaparamiento» no son causantes de la inflación sino consecuencias de esta. El «especulador» y el «acaparador» navegan sobre la ola inflacionaria. Abátase ésta y se acabará con los fenómenos especulativos y de acaparamiento. Estos no son sino las reacciones lógicas de algunos productores y comerciantes en medio de un clima altamente inflacionario. Éste es responsabilidad exclusiva de la política macroeconómica del gobierno. Por tanto, si hay algo qué revisar es precisamente tanto la política fiscal como la cambiaria, así como la conducta política que mantiene en zozobra al mundo productor. Pero esto es pedirle peras al olmo. Por lo demás, si el Estado chavista no alcanza a manejar adecuadamente una economía mixta, como la venezolana, ¿de dónde saca Chacumbele la peregrina idea de que podría administrar una completamente estatizada, que es hacia donde apuntan sus bravatas?