Chacumbele y los «privilegios», por Simón Boccanegra

Lo que son las cosas de la vida. El fidelismo está descubriendo, medio siglo después y contra la opinión del Comandante en Jefe, que el igualitarismo salarial ha sido uno de los más formidables incentivos (negativos) para la ruina de la economía de la isla. Raúl se quitó de tonterías y decretó la desigualdad salarial, con base en la capacidad y del esfuerzo de cada quien. En cambio, Chacumbele está llegando, coincidencialmente, a lo mismo que los cubanos hoy están echando pa’ tras. Chacumbele considera, cual patrono de corazón peludo, que las reivindicaciones de los trabajadores y la contratación colectiva son «contrarrevolucionarias» y constituyen «privilegios» de los cuales los propios trabajadores al servicio del Estado deberían desprenderse. Chacumbele estima que los camarógrafos y técnicos del canal 8 deben trabajar sobretiempo de gratis, sacrificando su jornada y sus ingresos en el altar de la «revolución». Si hubiera una revolución, con la mística y la fe populares que en sus momentos aurorales suelen despertar esos acontecimientos históricos, los trabajadores podrían, tal vez, pasearse por esa posibilidad. Pero esta vieja fané y descangallada que Chacu se empeña en llamar revolución, llena de verrugas y arrugas, cundida de aprovechadores, oportunistas y ladrones, ordeñada despiadadamente por sus dirigentes, que se han vuelto riquísimos, andan en camionetotas y viven en las urbanizaciones de la «alta» sociedad, ¿qué inspiración para el sacrificio revolución pueden constituir? ¿Qué modesto trabajador del canal 8 que sabe del tren de vida de Mario Silva, pongamos por caso, podría considerar eso como un estímulo para desprenderse de sus «privilegios»? Pero, vayamos más arriba: ¿qué trabajador venezolano que ve el boato que rodea la vida de Hugo Chávez puede tomarse en serio sus palabras sobre el desprendimiento y la vida modesta y humilde?