Chávez en Mercosur, por Teodoro Petkoff
Por supuesto que la asociación con Mercosur es importante para el país, pero Chávez, con la desmesura que le es proverbial y que lo lleva a cacarear cualquier huevito de codorniz que pone como si fuera de avestruz, la presenta de modo tal que conviene hacer algunas precisiones, para dar su justa dimensión al paso que se ha dado.
Por ahora, el status de «país asociado» significa apenas la concreción de la voluntad política de incorporarnos a ese bloque económico, pero todavía no somos miembros plenos de éste. Al igual que Chile, Perú y Bolivia, que desde hace algún tiempo adquirieron la categoría de países «asociados» ahora nuestro país, simultáneamente con México, ha abierto la puerta de Mercosur en esa condición. Ha sido un paso adelante en el proceso de integración, pero todavía falta el trecho, que puede tomar algún tiempo, de incorporación al dispositivo propiamente económico de libre comercio, que es, en definitiva, el propósito de ese mercado común. En este sentido, se ha dado continuidad a una política ya definida y comenzada a adelantar por el gobierno de Caldera. Fue éste quien inició los primeros toques con Mercosur, incluso de modo unilateral, lo cual propició que la Comunidad Andina de Naciones (CAN) posteriormente, asumiera ese objetivo como propio.
Ahora viene la etapa más difícil, que es la de compatibilizar con las exigencias de libre comercio del bloque tanto nuestras exportaciones como nuestras importaciones. Porque entre la economía de nuestro país y las de Brasil y Argentina, que son las más importantes de Mercosur, existen evidentes asimetrías, que obligan a discutir ítem por ítem el delicado mecanismo de eliminación progresiva de aranceles, de modo tal que nuestra producción no sea expuesta de golpe y porrazo a la confrontación con países que poseen evidentes ventajas competitivas frente al nuestro, dado su mayor grado de desarrollo industrial y agropecuario. El mismo tipo de precauciones económicas que hay que tomar frente al ALCA debe ser adelantado con Mercosur, pero no para obstaculizar nuestra participación sino para hacerla viable y conveniente, para que sea un juego donde todos ganemos. Por cierto que no debe dejar de señalarse que mientras Chávez trata de ganar espacios hacia el Mercosur, torpedea arteramente la experiencia integracionista concreta de la cual formamos parte que es la CAN.
En los procesos de integración importa mucho la voluntad política de los gobiernos porque los sectores económicos, por lo general, tienden a resistir los procesos de integración, sobre todo en nuestro país, de larga tradición proteccionista, revitalizada ahora, paradójicamente, por el gobierno de Chávez. Basta con recordar las resistencias de sectores económicos que debieron enfrentar distintos gobiernos venezolanos para nuestra incorporación a la CAN.
A propósito de proteccionismo, sería interesante saber si Chávez se ha dado cuenta de que la incorporación a Mercosur, cuando termine de materializarse, enterrará definitivamente todas sus paparruchadas sobre «crecimiento endógeno». Si a algo compromete la integración económica es precisamente al crecimiento hacia afuera, al crecimiento «exógeno» sustentado sobre exportaciones y, por ende, sobre el desarrollo de nuestra competitividad internacional. Los pollitos de los gallineros verticales tendrán que competir con la producción avícola de nuestros socios.