Chavocatorio, por Teodoro Petkoff
Uno de los dos cadenazos de ayer pudiera ser significativo. Con una solemnidad mayor que en otras ocasiones el Comandante afirmó que recoge el guante de los referendos, que va a la pelea electoral. Lo cual pareciera implicar que la política de andar evitando la contienda, que al fin y al cabo no parecía muy eficaz por el culillo que evidenciaba, será sustituida por la de aquí no hay más gallo que yo, siempre invicto en esas lides. Claro que hay mucho de aquello de convertir necesidad en virtud porque dadas las últimas decisiones del CNE que diseñan con claridad la ruta comicial –además de la mirada internacional muy excitada, encuestas que piden paz y barajo del juego, alertas del reloj biológico-electoral del país, etc.– no parecía muy fácil salirse de la suerte. Pero, bueno, no está mal que tirios y troyanos entremos a paso de vencedores en la arena constitucional. De paso el mandatario –no es reverencia, es que de que manda manda– asomó lo que seguramente va a ser su estrategia electoral mayor: si me revocan, vuelve el puntofijismo, adecos y copeyanos, los que ustedes sacaron a patadas en el 98. Eso de Coordinadora, sociedad civil, oeneges asépticas y nuevos liderazgos es puro cuento. Agarren este trompo en la uña.
Si bien todo esto perfila un nuevo y mejor escenario no quiere decir que las piedras en el camino, los trucos de Carter, vayan a desaparecer. Por el contrario se van a multiplicar. La prensa de hoy recoge que una decena de militares han sido pasados a retiro por haber firmado los referendos anteriores. Lo cual –más allá de sutilezas jurídicas– resulta muy paradójico en un gobierno que se define como cívico-militar, que abrió constitucionalmente la caja de pandora de la beligerancia castrense y donde los muchachos de García Carneiro andan por los caminos de la patria esparciendo el populismo cual líderes cuartorepublicanos, dándole plan a las familias de Los Semerucos, confraternizando con círculos en plazas y cuarteles y asistiendo impúdicamente a cualquier aquelarre que monte el gobierno. A todas luces resulta más gallardo y democrático que el soldado votante pueda solicitar un acto electoral. Tan riguroso espíritu legalista podría aplicarlo el retórico y ampuloso Ministro de la defensa a todos esos desmanes que han terminado por deslucir en demasía la imagen del ejército nacional.
Por su parte la CTV denuncia las maniobras de amedrentamiento contra los empleados públicos para que no se les ocurra ir a firmar el referendo presidencial, lo cual seguramente se complementará con las conminaciones a que firmen los referendos oficialistas. Este verdadero atropello que recuerda tácticas similares de nuestras seculares dictaduras ya lo habíamos denunciado en este espacio y seguimos pensando que es grave, de toda gravedad. Sobre esto no queda sino multiplicar las denuncias desde ya y mientras más concretas mejor. Así como apelar al coraje cívico que ya se ha demostrado que no es escaso entre los venezolanos de hoy. Y, por último, apelar al frío cálculo: usted escuálido o saca la causa de sus pesadillas y tormentos o, a la corta o a la larga, le harán pagar sus pecados contra el sagrado espíritu de la revolución. Y ya vendrán otros peñascos en la ruta.