Círculos bolivarianos, por Teodoro Petkoff
Hasta ahora, Chávez ha dado un tono muy sosegado a su discurso (y ya se sabe cuánto ha pesado su lengua en el desenvolvimiento de la crisis y de la polarización) y corrigió rápida y completamente la situación en Pdvsa, admitiendo paladinamente la metedura de pata que fue la designación de la directiva presidida por Gastón Parra. Pero hay otros ámbitos donde se precisan acciones audaces. La reinstitucionalización de la FAN, los cambios en el gabinete, el esclarecimiento a fondo de la masacre del 11 de abril, son algunos puntos de la agenda que ya hemos considerado. Añadamos otro, que está en boca de todo el mundo: la cuestión de los círculos bolivarianos (CB).
Habría que distinguir dos aspectos: uno, el que se refiere a los círculos como forma de organización de los partidarios del gobierno y otro, el atinente a la existencia de grupos de choque armados. Unos y otros no son la misma cosa y confundirlos podría arrojar más confusión que luces. Los CB, como forma de organización de sus partidarios, serían absolutamente legítimos si no fuera que se les construye, financia y dirige desde la vicepresidencia de la República. Esto es inaceptable. Un partido puede organizarse, pero no desde el gobierno ni con los recursos financieros y logísticos del Estado. Allí se está ante la confusión entre partido y Estado, tan propia de regímenes totalitarios. Ese cordón umbilical entre Miraflores y los CB debe ser roto. El MVR, como cualquier otro partido, puede organizar su base militante en círculos, cuadrados o triángulos, pero su secretaría de Organización no puede estar en Miraflores. Por otro lado, hay que dejar la paranoia. Los CB nada tienen que ver con los CDR cubanos. Esta forma de organización de la población sólo es posible en regímenes policiales, puesto que dependen mucho de los organismos de seguridad del Estado. No es ese nuestro caso. Otra cuestión muy distinta y específica son los grupos de choque armados. Eso tiene que ser liquidado. En una sociedad democrática el monopolio de la violencia y de las armas tiene que estar en la FAN y en los cuerpos de seguridad. Los grupos armados irregulares deben ser desmantelados. Tolerar su existencia es llamar a la creación de los de signo contrario y de allí a los crímenes políticos no hay sino un paso. Se habla insistentemente de la responsabilidad del alcalde Freddy Bernal y de algunos gobernadores en la existencia y dotación de estos grupos. El gobierno está emplazado por la opinión pública y no debe hacerse el loco ante esto.