CLAP vemos, contenido no sabemos: llega reempaquetado y desigual
Las bolsas y cajas del CLAP, el polémico programa de distribución de alimentos subsidiados gubernamental envuelto en una compleja trama de corrupción, no solo están llegando cada vez más vacíos y tarde, también de manera desigual en una misma comunidad y con productos reempaquetados
El CLAP no solo se tarda y trae menos productos, sino que además llega reempaquetado y desigual. Reportes de beneficiarios de este polémico programa de alimentos subsidiados —envueltos más por una trama de corrupción que por una caja de cartón— señalan que el contenido de algunos de los productos que llegan es menor al que indica el empaque y que no todos los hogares de una comunidad reciben lo mismo.
El empaque de la pasta turca que le llegó a finales de octubre a Ana Chacón en el CLAP dice que contiene cinco kilos. Pero será mitad de pasta y mitad de aire, pues cuando lo pesó comprobó que contiene apenas dos kilos y medio del alimento. «La abrieron, le sacaron la mitad y la volvieron a cerrar. La bolsa es de cinco kilos, pero venían dos y medio. Yo lo pesé. Y a una vecina le dieron una bolsa blanca con los dos kilos y medio que me faltaban. Yo tenía la bolsa de la marca y ella una de plástico», denunció la beneficiaria, quien vive en la parroquia Santa Teresa, en el centro de Caracas.
«Están abriendo los productos, dividiéndolos y repartiéndolos en varias partes. Además de ser un riesgo por todas las implicaciones sanitarias, están dando productos como si fueran teticas de café y eso», señaló Chacón, en cuyo hogar empezaron a llamar a la caja como «el CLAP arrocero», pues prácticamente lo único que trae es arroz, que a veces cambian por otros productos en puestos de buhoneros de Quinta Crespo. En la bolsa de octubre llegaron siete paquetes de arroz.
Chacón y sus vecinos no saben quiénes están haciendo ese reempaquetado, que además «está muy mal hecho y de una forma muy artesanal». «La caja llegó este mes cerrada con silicón. Se nota que la abrieron y volvieron a pegar a lo loco».
El especialista en desarrollo y seguridad alimentaria Edison Arciniega, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción -organización que monitorea la entrega del CLAP en comunidades de todo el país-, indicó que han recibido reportes de beneficiarios que dicen que el contenido de algunos productos que les llegan está incompleto. «Recibimos sobre todo denuncias sobre productos que llegan correctamente cerrados, pero que no los llenaron completo. Por ejemplo, el empaque dice un kilo, pero hay 700 gramos. No pareciera que alguien lo haya abierto y vaciado, porque está correctamente sellado. Pasa sobre todo con los productos hechos en Venezuela».
«También nos dicen que sacan productos. Por ejemplo, de 200 bolsas idénticas que llegaron en una comunidad, hay unas seis familias que dicen que recibieron dos productos menos que otras. Esto pasa sobre todo con las bolsas, no tanto con las cajas. Cuando vulneran las cajas queda la evidencia de que lo hicieron, mientras que con la bolsa no, la desamarran y listo».
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De las 10 zonas en las que está dividido el barrio José Félix Ribas, en Petare, el CLAP solo llegó en octubre en seis y en algunas fue devuelto. Una líder comunitaria, quien solicitó el anonimato, dijo a TalCual que el jueves 29 de octubre las familias de la zona dos del sector regresaron las cajas por su pobre contenido: seis kilos de arroz, un kilo de pasta y una harina precocida de maíz. Puros carbohidratos, prácticamente el único grupo alimenticio que están escasamente comiendo las familias más vulnerables. La encuesta Encovi reveló en julio que el consumo nacional promedio de proteínas es solo el 34,3% del requerido.
La líder de la comunidad también relató que en otras zonas hicieron lo propio y devolvieron las cajas. Se las volvieron a llevar al día siguiente con dos paquetes de harinas, dos kilos de pasta, seis kilos de arroz, dos kilos de azúcar y un litro de aceite. «Quedó evidenciado que les estaban quitando el aceite, el azúcar, la pasta y una harina. En otros sectores recibieron un kilo de azúcar, un aceite, seis kilos de arroz y una pasta. No están viniendo todas como son».
En la zona ocho de José Félix Ribas la caja llegó el 4 de noviembre tras más de un mes de espera desde que habían pagado por ella, un monto de 50.000 bolívares. «Pero la devolvimos, porque solo trajo arroz y pasta».
De acuerdo con una medición constante que hace la encuestadora Datanálisis, el número de familias que dependen de este subsidio de alimentos disminuyó levemente de 63% a 56% entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020.
El economista Luis Vicente León, presidente de la firma, explicó a TalCual que, considerando la magnitud de la crisis, las dificultades de importación del gobierno por sus sanciones, los problemas graves de flujo de caja estatal, los problemas nacionales de distribución y combustible y las limitaciones en pandemia, que el gobierno logre mantener entregas en 56% es una proeza política para ellos y muestra lo importante que es ese programa para su conexión popular y su control social.
«Es una caída, pero no tan significativa. Creo que lo relevante aquí no es que cayó, sino que se mantiene entregando a más de la mitad de la población, aunque sí reportan que entregan menos productos en las cajas y con más retrasos«.
El CLAP que en octubre recibió Gloria Quintero, una vecina de la parroquia Altagracia, trajo un aceite, dos kilos de arroz, dos kilos de pasta larga, dos kilos de harina de maíz precocida, un kilo de azúcar, un kilo de arvejas amarillas, dos latas de sardinas de 170 gramos y un kilo de harina de trigo. «Nada nacional. Puros productos turcos, brasileños y las sardinas chinas», indicó.
Quintero recuerda que a inicios de 2019 la caja le llegó con cuatro kilos de arroz, dos lentejas, dos caraotas, dos kilos de pasta, dos mayonesas, dos salsas de tomate, dos aceites, dos azúcares, cuatro harinas de maíz, seis atunes y dos kilos de leche.
De acuerdo con la ONG Ciudadanía en Acción, en julio de 2020 la caja CLAP pesó 7,8 kilos, una reducción de 11,2 kilos en comparación con los 19 kilos de 2016 —cuando nació el programa de subsidio de alimentos de Maduro—; y llegó a 41% de los 6,15 millones de hogares registrados en el sistema. En promedio, ha tardado 41 días en llegar.
«Al final el CLAP se está volviendo insignificante, pues es muy poquito lo que cubre. La gente está empezando una actitud de no quejarse. Cada vez hay menos protestas porque no llega la caja. La gente no está contando con eso, porque si llega no será algo significante», dijo Edison Arciniega.
Protestas
En los sectores populares del país han disminuido las protestas relacionadas con el retraso en las entregas de las cajas CLAP y han aumentado las manifestaciones por la crisis de los servicios, el salario y la pensión de hambre, la falta de materiales de bioseguridad y la ausencia de Estado de Derecho.
«Sí han disminuido, aunque no han desaparecido», afirmó a TalCual Marco Antonio Ponce, coordinador general del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS). «Actualmente las protestas son principalmente por servicios básicos y gasolina. Y destacan manifestaciones nacionales por el tema salarial. El tema social actualmente abarca el 90% de las manifestaciones. Los derechos económicos, sociales y culturales (DESCA) continúan como el epicentro de las manifestaciones, sobre todo en las regiones, en el interior del país».
En septiembre, el número de manifestaciones por falta de alimentos representó 6% del total.
De las 1.193 protestas documentadas en septiembre por la organización, 78 estuvieron relacionadas con la inseguridad alimentaria de los venezolanos, cuya vulnerabilidad ha aumentado en medio de la pandemia.
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En su informe mensual correspondiente a septiembre, el observatorio indica que la dificultad para vivir con una dieta balanceada afecta a todos los sectores, pero principalmente a los niños y adultos mayores. «Este panorama tiende agudizarse en medio de la desigualdad de oportunidades que atraviesa el país. En un reciente informe publicado por el Programa Mundial de Alimentos, se describe a Venezuela como la cuarta crisis alimentaria del mundo, después de Yemen, Afganistán y la República Democrática del Congo, estando por encima de países como Etiopia, Sudán y Siria», reseña la organización.
«A este contexto se suman los problemas de corrupción, las constantes denuncias de los ciudadanos por la mala calidad y vencimiento de alimentos, el retraso en las entregas y la discriminación política en el manejo de las cajas o bolsas CLAP», dice el OVCS.
Sobre el derecho a la alimentación, los cuatro principales reclamos de la ciudadanía fueron acceso a servicios básicos, con 1.084 protestas en septiembre; derechos laborales (principalmente de un salario digno que permita cubrir las necesidades básicas), con un total de 273; derecho a la participación política, 124; y derecho a la salud, con 107 manifestaciones, según el registro del observatorio.
Diversos gremios han exigido la dolarización del salario, resignificación del empleo y respeto a las contrataciones colectivas. Además, jubilados y pensionados mantuvieron por tercer mes consecutivo sus jornadas de protestas para exigir pensiones dignas y suficientes.