Fabricando cuatros y manualidades venezolanos aportan a la economía peruana
En 2019, la inmigración venezolana contribuyó al aumento de 3,7% del producto interno bruto de la economía de Perú; es decir, sin ella habría aumentado cuatro puntos porcentuales menos, según un estudio del Servicio de Estudios Económicos del BBVA
Perú es una de las naciones de la región en donde la xenofobia ha alzado su bandera contra los venezolanos. Al menos siete de cada 10 compatriotas han sido víctimas de discriminación en el transporte público y hasta en el trabajo, sólo por ser extranjeros. Aun así, es el segundo destino de migrantes venezolanos a nivel mundial: más de un millón vive en ese país y unos 496.000 han solicitado refugio.
Robyeli Garabana da rostro a esas estadísticas de la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur), pero también rompe con los prejuicios y estereotipos.
La valenciana de 25 años llegó a Lima en 2018 con su título de diseñadora. Trabajó en dos empresas hasta que se convirtió en su propia jefa. Por convenios entre la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), el Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito (Woccu) y la Escuela de Soñadores de la ONG Unión Venezolana en Perú, recibió una capacitación en marketing digital y optó por un fondo concursable de 1.000 dólares que le permitió montar un emprendimiento propio: tienda de regalos en madera y vidrio y decoraciones en vinil.
«Me enseñaron a estructurar mi negocio, cómo llevar mis finanzas, cómo tratar un cliente. Al final del curso puedes concursar por un capital semilla no mayor a mil dólares. Para acceder tienes que cumplir el 80% de asistencia a clases, que son sesiones de hasta cuatro horas y enviar un spot publicitario sobre nuestro negocio. Mi cohorte fue la segunda, había 450 participantes al principio, pero se fue reduciendo. En mi grupo empezamos 40 y quedamos 20. Uno conoce personas a las que tus servicios en algún momento les pueden servir o que tenemos proyectos afines. Ahora les distribuyo, y ellos a mí», comentó.
La Usaid donó en 2020 ocho millones de dólares para apoyar a montar negocios propios a migrantes venezolanos en Perú, que se consideran por encima del nivel de vulnerabilidad inmediata. Con su red de socios de cooperativas de ahorro y crédito e instituciones financieras, ayudan a crear historiales crediticios y mejorar la imagen bancaria de emprendedores venezolanos que sólo necesitan una palanca. Así estas organizaciones han contribuido a mejorar la inserción de venezolanos en el mercado laboral
El negocio de Robyeli se convirtió luego en algo familiar. Sus padres se fueron a Perú e invirtieron en maquinaria necesaria para robustecer el comercio y terminar de comprar el material que faltaba. Comenzaron apenas seis meses antes de la pandemia en Lima —marzo de 2020— y cuando se dictaron las medidas estrictas de confinamiento les llegó el agua al cuello.
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«La cuarentena nos afectó brutalmente porque acabábamos de abrir el local y tuvimos que entregarlo. Fue la primera medida que tomamos, porque teníamos que decidir entre el local o el lugar donde vivíamos. No podíamos pagar ambas cosas, así que empezamos a trabajar en casa sacando packs de vinilos», señala la diseñadora.
Al tiempo les quedó pequeña su vivienda. Había aserrín por todos lados porque empezaron a producir más. Eso se tradujo en una mejora de las ventas y en una oportunidad para alquilar un taller donde trabajar con más holgura, aun a pesar de la pandemia. Ahora las tensiones políticas por la reciente elección de Pedro Castillo como presidente de Perú —que tiene tintes socialistas— es otro factor que atenta contra la estabilidad de su comercio.
«Yo vengo huyendo del modelo socialista y entra este señor que dice que no es socialista ni comunista, pero cada vez que habla muestra lo contrario (…) Desde que llegué, Perú tenía inestabilidad política, pero no había tenido golpe directo a la economía. El dólar estaba al mismo precio, pero desde la pandemia ha aumentado, mucho más desde las elecciones presidenciales. El dólar llegó aquí en Perú a cuatro soles. Sí se sintió la inflación. Pasé de comprar un listón de madera de nueve a 12 soles, a 13 soles, y actualmente está en 20 soles, y te estoy hablando de un período no mayor a seis meses», dice.
Fabricar cuatros, tradición familiar que llegó a Perú
Luis Mujica nació en Carora, estado Lara. A sus 52 años emigró a suelo peruano con sus hijos y esposa y dejó atrás a su pueblo, su suerito de cabra y la sopita de chivo —los platos que más dice extrañar—. Adaptarse a Perú le ha costado, pero hacer cuatros, el oficio que ha practicado desde que lo enseñó su bisabuelo Eladio Pérez Chirino, es lo que lo mantiene más cerca de «mi Venezuela amada».
En plena pandemia, su familia y él decidieron hacer un proyecto que fabricación del instrumento musical venezolano. Luis comenzó a diseñar los patrones en un cartón y a los días consiguió retazos de madera por la calle, con los que pudo hacer el primer cuatro, que asegura fue todo un éxito.
«Me puse en el piso a hacer ese cuatro, no tenía herramientas ni nada. Traía las medidas en mi mente porque no me traje patrones de Venezuela. Y desde entonces decidimos ir perfeccionándolo. Fabricamos aproximadamente 24 al mes. Cada cuatro lo vendemos en 250 soles con su funda y todo. Preparado el cuatro completo, totalmente terminado y es muy económico, porque el peruano lo fabricaba, pero muy costoso. Además, al venezolano no le gustaba el sonido», asegura.
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Luis y sus hijos conforman el mercado laboral peruano y es parte de la población migrante que contribuye al crecimiento del producto interno bruto de la nación, un indicador que en 2019, según un estudio del Servicio de Estudios Económicos del BBVA, aumentó en 3,7% gracias al aporte de la diáspora venezolana. Sin ella, en 2018 el PIB no hubiese aumentado el punto porcentual a 4,4%.
En el informe se reseña que la inmigración venezolana ha «modificado la oferta de factores productivos en la economía peruana al tomar en cuenta la mayor disponibilidad de mano de obra y de capital humano generada por los inmigrantes venezolanos».
El costo de producción de cuatros ha aumentado en los últimos meses, pues también han incrementado los precios de las clavijas, cuerdas y maderas con las que hace el instrumento, pero trata de mantenerlos accesibles para que los «jóvenes talentosos» allá en Perú puedan incursar en el camino de la música.
Mujica distribuye a comercios peruanos que revenden su producto, pero también a músicos venezolanos. Sus hijos lo ayudan a pegar las piezas, hacer los cortes, y él va mejorando los detalles de lo que van haciendo. «Meto mi manito ahí». Está entrenando a sus hijos para que no decaiga la pequeña fábrica si algún día él ya no está, pues se pone en riesgo un legado de muchos años.
«Yo soy de la fábrica Eladio Pérez Chirino de Lara. Es una tradición de familia que ya tiene más de 100 años. Para mí es un orgullo llevar el nombre de mi abuelo, que nos enseñó la fabricación de los instrumentos musicales. Es algo que estamos representando, porque con el cuatro representamos la cultura de nuestro país aquí en Perú», dijo con mucho orgullo.