Con Gustavo Petro, Nicolás Maduro ganó un nuevo aliado, pero no será incondicional
Un país dividido, con una situación económica difícil y unas instituciones sólidas y no complacientes será el escenario que encuentre el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, cuando asuma el poder el domingo 7 de agosto. Los analistas internacionales Nastassja Rojas y Nicolás Rojas avizoran un escenario complicado para que el nuevo mandatario cumpla totalmente con los cambios anunciados, especialmente en la relación con EEUU, país del que Colombia recibe cuantiosos recursos en materia de ayuda y cooperación, pero coinciden en señalar que el gobernante venezolano verá disminuir la presión internacional y tendrá a favor una región que, como en 2000, está girando a la izquierda del espectro político
La llegada de un político izquierdista a la Presidencia de Colombia, por primera vez en la historia, genera una serie de expectativas, no solo sobre los cambios que el mandatario electo podrá impulsar en su país sino por la incidencia que su gestión tendrá en el hemisferio, especialmente en cuanto a las relaciones con EEUU y con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
Por más de cinco décadas, Colombia ha sido el país de América Latina más inclinado a las políticas de Washington, y desde el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), las relaciones con Venezuela comenzaron a deteriorarse, llegando finalmente a la ruptura en 2019.
El triunfo de Gustavo Petro en las elecciones del 19 de junio da un vuelco a la situación. Él ha prometido restablecer las relaciones con Venezuela, lo que podría implicar el reconocimiento de la legitimidad de Nicolás Maduro como gobernante, y durante su discurso, luego de conocerse los resultados de la segunda vuelta electoral, habló de sentarse a dialogar con EEUU, refiriéndose al tema de los gases de efecto invernadero de los que la potencia norteamericana es uno de los principales emisores.
El nuevo presidente colombiano —que jurará su cargo ante el Congreso el próximo 7 de agosto—, sin embargo, no la tendrá fácil en su intención de impulsar un cambio en su país, dominado durante más de 200 años por los partidos Liberal y Conservador y que tuvo episodios trágicos en su historia política cuando algunos aspirantes a la presidencia enarbolaron la bandera del cambio, como fue el caso de los asesinatos de Eliécer Gaitán (1948, hecho que desencadenó la serie de protestas conocidas como «El Bogotazo») y Luis Carlos Galán (1989), así como el cruento enfrentamiento armado con los grupos guerrilleros y la creación de grupos paramilitares.
Colombia ha recibido en ayuda económica por parte de EEUU unos $13.000 millones desde el año 2.000, apoyo que comenzó con la implementación del llamado «Plan Colombia» para el combate del tráfico de drogas y los grupos armados insurgentes en ese país, pero los recursos que llegan desde el norte se han multiplicado en los últimos años con el objeto de atender a los migrantes venezolanos que han llegado a Colombia.
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Además, Petro no cuenta con mayoría en el Congreso de Colombia —electo el pasado mes de marzo— y las instituciones distan mucho de estar dominadas por el Poder Ejecutivo.
En el Congreso, la coalición del presidente entrante, el Pacto Histórico, será la bancada con mayor número de integrantes (20), pero se queda muy corta de los 54 que requiere para aprobar instrumentos legales por mayoría.
Llegado el final del mandato de Iván Duque como presidente de Colombia, Nicolás Maduro ve salir del escenario a otro de sus más enconados antagonistas y la figura a quien su gobierno acusó de estar detrás de diferentes planes de invasión, magnicidio o generar inestabilidad en Venezuela.
El triunfo de Petro se produce en el marco de una nueva ola izquierdista en América Latina, la que ha llevado al poder a Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile y Alberto Fernández en Argentina, mientras existe la posibilidad del regreso de Luis Inácio «Lula» Da Silva a la presidencia de Brasil, todo lo cual podría hacer que Petro busque el acercamiento con sus pares de la región para tratar de tener una agenda alejada de la influencia de Washington.
Para dilucidar el escenario posible que se presenta con el gobierno de Gustavo Petro, conversaron con TalCual los analistas internacionales Nastassja Rojas y Nicolás Rojas, quienes coinciden en señalar que el nuevo mandatario colombiano no la tendrá fácil para cumplir con todo lo ofertado durante la campaña electoral.
Escenario complicado
La politóloga e internacionalista venezolana Nastassja Rojas, profesora de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia y doctora por la Universidad Nacional de Colombia, resalta que a pesar de que Gustavo Petro obtuvo una votación importante y aumentó la participación con respecto a la primera vuelta, encuentra un país dividido.
«En el mapa (de los resultados) se ve claramente que cada candidato ganó en la mitad de los departamentos; eso hace que el escenario no sea tan sencillo, por eso el discurso de Petro el mismo domingo (19 de junio) fue bastante ambivalente, un tanto ambiguo. No habló sobre los temas sensibles, como por ejemplo, si va a convocar una constituyente o no», indica la analista.
Resaltó que, aunque en la campaña electoral Petro afirmó que necesitaba más que un período presidencial para desarrollar su proyecto, en su discurso a propósito de su victoria en los comicios no tocó el tema.
«Hace unos meses dijo algo bastante delicado, que iba a decretar emergencia económica; eso sería muy delicado ya que le daría unos poderes especiales para tomar decisiones de manera mucho más rápida. Ese tema no lo ha querido volver a abordar», destaca Nastassja Rojas.
Añade que, para poder obtener el triunfo electoral, Petro tuvo que hacer bastantes alianzas con los otros sectores políticos.
«Digamos que no llega solo, debe muchos favores al centro (político), se alió con partidos que se fraccionaron, así que toda la incertidumbre está alrededor de cómo va a conformar el gabinete. Para él (Petro) le sería mucho más fácil la gobernabilidad si su gabinete es mucho más diverso, ideológicamente y en cuanto a partidos, pero aún no se sabe qué va a hacer, si lo conforma con la gente más cercana sabremos que los cambios van a ser más radicales, más rápidos, pero más difíciles para llevar a cabo», asegura.
Insiste en que la división del país quedó plasmada en el Congreso, y que, aunque el Pacto Histórico tiene una bancada importante, la misma puede aumentar si se suman al apoyo del nuevo presidente otras fuerzas representadas en el Parlamento.
Polarización extraordinaria
El internacionalista, diplomático de carrera y profesor de Historia Diplomática José Nicolás Rojas también hace hincapié en la división de la sociedad colombiana, plasmada en la nueva conformación del Parlamento de ese país.
«Las posibilidades para que Petro haga todos los cambios que ha prometido no son fáciles porque no tiene mayoría en el Senado, ni sumando todos los posibles parlamentarios de izquierda llegaría a 54. Podría llegar a 44, así que tendrá en frente una bancada opositora mayoritaria; el país está en medio de una polarización extraordinaria», expresó José Nicolás Rojas.
Argumenta que, el hecho de que un candidato «tan poco ortodoxo» como Rodolfo Hernández, haya recibido una votación tan amplia, demuestra que en la población colombiana hay mucho temor ante lo que pueda hacer Gustavo Petro.
«Es un temor probablemente exagerado, irracional, infundado, pero temor al fin y al cabo, por lo que los primeros pasos del nuevo presidente tienen que ser muy inteligentes para despejar esa desconfianza enorme que buena parte de la población tiene en él», sostuvo.
Explicó Nicolás Rojas que Colombia tiene un entramado institucional que funciona, que tiene una tradición, equilibrios y contrapesos; que, además, ese sistema está asociado a ciertas corruptelas.
«Existen cuotas que se pagan a ciertos sectores, la llamada ‘mermelada’ que se entrega a parlamentarios para contar con su apoyo. Si Petro quiere acabar con la corrupción va a tener que transar cosas», señaló Nicolás Rojas.
En su opinión, probablemente Petro deberá conformarse con hacer un gobierno decente, que sea una transición entre un pasado conservador y un futuro con una democracia reformada que recoja las aspiraciones de cambio de mucha gente.
«Es muy difícil que haga milagros porque las cuentas en Colombia siempre están muy ajustadas. Dice que no quiere el negocio de la energía, pero si Colombia deja de vender petróleo se le cae una porción de ingresos importantísima», sostuvo.
Rojas advierte que la diferencia con la llegada al poder por parte de Hugo Chávez en 1999 es muy acentuada, porque el fallecido mandatario venezolano, al poco de asumir la jefatura del Estado, disfrutó de cuantiosos ingresos económicos debido al aumento de los precios del petróleo.
«Chávez dispuso de una chequera ilimitada, rápidamente reduce el Congreso, anulándolo al convocar una asamblea constituyente, tuvo detrás al ‘partido militar’ (la Fuerza Armada Nacional), así que se adueña del poder y después lo modifica, lo moldea. Petro no va a tener una chequera gigantesca, hay un entramado institucional complejo y difícil, así que el temor de que sea un nuevo Chávez —aunque uno no siempre sabe lo que va a ocurrir— parece poco probable que ocurra en un plazo de cuatro años, que es lo que dura el período presidencial», acotó Nicolás Rojas.
Alianza con Nicolás Maduro
Nastassja Rojas está de acuerdo con quienes señalan que Nicolás Maduro ha ganado un nuevo aliado en la región con el triunfo de Gustavo Petro; sin embargo, estima que el presidente electo colombiano podría tener una actitud prudente ante la situación interna de Venezuela.
«Petro prometió que en cuanto tomara posesión, uno de los temas prioritarios sería el acercamiento con Venezuela. Él ha hablado no solamente del restablecimiento de relaciones económicas y consulares sino diplomáticas y eso, seguramente, significaría reconocer a Nicolás Maduro como el gobierno constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro gana mucho, gana un gran aliado, y creo que la oposición venezolana pierde.
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Sobre este último aspecto, admite que posiblemente los dirigentes de la oposición venezolana que se encuentran en Colombia tengan que irse a otro país.
«El tema del asilo político y ese tipo de protecciones es que tiene que ver con la posición política de los gobiernos, así que lo más probable es que esas personas deben estar buscando cómo moverse a otros países. Es algo que ya ha pasado, porque algunos magistrados (designados por la Asamblea Nacional de 2015) han migrado a Europa, temiendo un escenario como ese», argumentó.
No obstante, considera que la línea de Petro puede buscar un punto intermedio, decir que la situación interna de los venezolanos «es un asunto de ellos que tienen que solucionar allá», y que puede entonces impulsar y apoyar las negociaciones en México.
A su vez, Nicolás Rojas duda que Petro vaya a ser un aliado incondicional de Nicolás Maduro.
«No creo que vaya a comprometer su perfil, su independencia cayendo en el juego maniqueo de los cubanos y los venezolanos, para quienes todo es en blanco y negro y todo es una proclama incendiara de todo o nada», expresó el internacionalista.
Sí habrá, en su opinión, un gran alivio para Nicolás Maduro, porque tendrá menos presión a nivel regional, y la oportunidad para aprovechar un restablecimiento de las relaciones.
«Si ambos gobiernos actúan inteligentemente pueden sacar partido mutuo sin necesidad de ofender o meterse en agendas innecesarias, normalizar los vuelos aéreos, la frontera, construir cosas referentes a la infinidad de temas comunes. El que tiene la pelota en la mano es Petro», detalló.
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Dilema con EEUU
Para Nastassja Rojas, tampoco será fácil para Petro dar un giro a las relaciones con EEUU.
«Dijo que una de las primeras cosas que hay que hacer es sentarse a dialogar con EEUU para redefinir algunos acuerdos que consideraba no estaban siendo justos, pero la situación tampoco es tan sencilla porque Colombia recibe gran cantidad de recursos de cooperación por parte de EEUU, que son dirigidos al tema de los migrantes, la pobreza, la gobernabilidad, lucha contra la corrupción, así que no le será fácil hacer una ruptura tan grande con EEUU porque va a afectar los recursos económicos”, precisó.
Nicolás Rojas considera que Gustavo Petro deberá hacer gala de esa inteligencia que se le atribuye para desenvolverse en el ámbito internacional, escenario donde, cree, tiene mayor margen de maniobra que a lo interno de Colombia, pero no prevé que haya un deslinde total con EEUU.
«Obviamente va a haber un cambio de énfasis. Colombia lleva 50 años siendo aliado estrecho de EEUU. Eso ha traído beneficios para ese país, beneficios tangibles, cooperación, acuerdos comerciales, una cantidad de recursos, si él renuncia a eso también tiene un costo», advirtió.
Por ello cree que Gustavo Petro tendrá que hacer un balance y que, posiblemente, busque aparecer menos «pro yanqui», lo que ya será un cambio notable, mientras construye un perfil más soberanista, pero sin pelearse con EEUU.
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Probable impulso a la integración en América Latina
Con respecto al tema del hemisferio, que muestra un mapa político donde predomina el color rojo asociado a las tendencias izquierdistas a partir de la llegada al poder de gobernantes como Andrés Manuel López Obrador en México; Pedro Castillo en Perú; Gabriel Boric en Chile y el propio Gustavo Petro en Colombia, y a quienes posiblemente se una Lula Da Silva en Brasil, los internacionalistas consultados para este reportaje creen que posiblemente se rescate el impulso a mecanismos de integración que hagan frente a la preponderancia de EEUU en la región.
«Vamos a estar viviendo otro escenario muy parecido al del año 2000, cuando la supremacía de EEUU empieza a ponerse en cuestión», afirmó Nastassja Rojas, quien destaca que continúa la presencia de Rusia y la de China, por lo que se puede impulsar ese contrapeso a EEUU.
«Podría haber un renacimiento, un nuevo impulso a Unasur u otros escenarios multilaterales regionales que excluyen directamente a EEUU. Con un gobierno demócrata, específicamente con el de (Joe) Biden, tal vez no haya una ruptura tan fuerte, aunque sí es posible un distanciamiento, que sería mucho más fuerte en un gobierno republicano», apuntó.
Nicolás Rojas, por su parte, duda que Lula ejerza el mismo rol que desempeñó décadas atrás, primero porque en esta ocasión está aliándose con la socialdemocracia y tendiendo hacia el centro político y, segundo, porque ya se había distanciado de Nicolás Maduro cuando este llegó al poder, alertando sobre el autoritarismo y los problemas económicos que vendrían.
«El gobierno de Nicolás Maduro no la va a tener fácil aun con la presencia de estos gobiernos de izquierda. Los tiempos reclaman gobiernos serios. En Venezuela, si hubiéramos hecho todo lo que se prometió, tendríamos líneas de ferrocarriles, astilleros, refinerías, fábricas de vagones, de rieles, centrales hidroeléctricas, pero no hay nada de ello», resaltó.
Por ello, está seguro de que si el gobierno de Nicolás Maduro se va a sentar con los mandatarios de la región «con el mismo discurso y ética falsaria», esos gobiernos no van a soltar nada. «¿Qué pasó con el Fondo Chino? ¿Dónde están las obras? Los gobiernos de América Latina van a ver con distintos ojos cualquier cosa que diga el gobierno de Venezuela».
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