Con más acusaciones que propuestas cerró el último debate entre Trump y Biden
En una presentación mucho más civilizada que en el primer debate, los canidatos presidenciales centraron sus estrategias en la atribución de culpas por gestiones ineficientes en lugar de enfocarse en explicar sus propuestas para el hipotético mandato futuro
La Universidad de Belmont fue el epicentro del último encuentro entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el actual presidente republicano Donald Trump y el contendiente demócrata Joe Biden, quienes protagonizaron un debate repleto de acusaciones y señalamientos sobre sus gestiones gubernamentales, y destacó por sus pocas propuestas de cara a la administración venidera.
Bajo la moderación de la periodista de la cadena NBC News, Kristen Welker, el debate transcurrió entre temas como gestión de la pandemia, economía, salud pública, desempleo, seguridad nacional, migración, racismo y cambio climático como elementos claves para dar una idea del tipo de Gobierno que plantean para el período presidencial 2021-2025.
Gran parte de los argumentos esgrimados por Trump se desviaron en acusaciones sobre la supuesta inacción de Biden en sus 47 años de carrera política asumiendo cargos gubernamentales y especialmente en la presunta trama de corrupción de la que fue acusado el hijo del candidato demócrata, Hunter Biden, después de que revelaran correos electrónicos que denuncian un acercamiento no confirmado aún entre el propio Joe Biden y un asesor ucraniano de Burisma Holding, compañía en la que Hunter tuvo un cargo directivo mientras su papá dirigía la política de Estados Unidos ante Ucrania, durante la administración de Barack Obama.
Por su parte, Biden centró su estrategia en atacar los flancos más débiles de la administración de Trump, como la crisis que se desató en Estados Unidos a causa de la covid-19 y diversas luchas sociales defendidas por las minorías del país norteamericano.
Gestión de la Covid-19
El primer foco en el que se centró el debate fue la covid-19 y los estragos que ha causado para Estados Unidos bajo la gestión de Trump. Mientras que el Jefe de Estado vigente sostiene que su trabajo fue más que convincente por mantener las cifras de muertes por debajo de las previsiones planteadas para esta fecha, Biden se basó en las cifras al afirmar que no puede hablarse de una labor positiva cuando Estados Unidos registra alrededor de 70.000 casos diarios y acumula más de 220.000 fallecidos.
Trump subrayó que se esperaban más de 2 millones de muertes y que gracias a su rápida actuación, ya que decidió suspender los vuelos provenientes de China, logró contener la propagación de un virus que, según sus cifras, redujo su tasa de mortalidad en un 85%.
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Mientras tanto, Biden insistió en que Trump pudo haber tomado acciones antes, ya que desde enero conocía los riesgos del virus y sus métodos de infección, información que ocultó para no «causar pánico» en la población estadounidense, según declaraciones previas del mandatario. También lo acusó de no aprobar ayudas para las personas que acabaron en estado de vulnerabilidad debido a la paralización parcial de la economía y la actividad comercial.
El demócrata prometió que su gestión contra la covid-19 se basaría en generar las condiciones para una apertura responsable de la actividad económica, el otorgamiento de ayudas para las personas desempledas y con mayores necesidades, una mayor campaña de concientización sobre el uso de mascarillas y la aplicación de pruebas rápidas para detectar el virus; a lo que Trump respondió que ya esas acciones son aplicadas por su Gobierno.
Con respecto a la vacuna, Trump habló sobre avances concretos de diversas farmacéuticas como Johnson & Johnson, Moderna o Pfizer, y que ya tiene un protocolo listo para distribuir 100 millones de dosis con la ayuda del ejército.
Seguridad nacional o guisos en el extranjero
Kristen Welker instó a los candidatos a hablar sobre la seguridad nacional y las relaciones con países extranjeros, concretamente en los casos de China, Rusia e Irán; en un segmento en el que Venezuela ni siquiera fue mencionada.
Biden fustigó inmediatamente a Trump por «no hacer lo suficiente» contra el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ni contra Irán. Incluso lo criticó por permitir que naciones extranjeras intentaran «influir» en los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, un argumento que el demócrata aprovechó para defenderse ante las acusaciones sobre su hijo, ya que el abogado de Trump, Rudy Giuliani, tuvo que ver con la revelación de los correos, y Biden insinúa que obtuvo esa información «falsa» de manos de Rusia.
«Giuliani es utilizado como un peón al dar información que no es verdad. Lo que pasa con Rusia es que no quieren que me elijan presidente porque ellos me conocen. No sé por qué Trump no se enfrenta a Putin, hay que preguntarle por qué no está haciendo nada», cuestionó.
Por su parte, Trump argumentó que «nadie ha sido más fuerte con Rusia», pues ha colocado sanciones y causó que los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aumentaran sus gastos en defensa en unos 130.000 millones de dólares para «defenderse» de Rusia. En este contexto, más bien señaló a Biden de recibir dinero de Ucrania, sacando a colación nuevamente los correos.
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El debate se desvió por el camino de las acusaciones y Biden, tras asegurar que nunca ha robado dinero de fuentes extranjeras, cuestionó a Trump por tener «una cuenta bancaria secreta» y negocios en China, además de recalcar la polémica a la que el mandatario está sometido por su pago de impuestos, después de que New York Times publicara información en la que afirmaba que solo pagó 750 dólares al fisco en los últimos cuatro años.
En este sentido, Trump detalló que atraviesa un proceso de auditoría, por lo que no puede revelar sus cuentas exactas. No obstante, aseveró que ha «prepagado» sus impuestos al aportar decenas de millones de dólares en años previos a asumir como presidente. «¿Por qué llevas cuatro años diciendo esto? Muéstranos», replicó Biden.
Cuando la moderadora los obligó a avanzar de tema para enfocarse en China, Biden prometió que durante su gobierno obligaría a China a «jugar según las reglas internacionales» y acusó a Trump de haber causado un aumento del déficit comercial con el gigante asiático.
El líder republicano defendió sus políticas sobre China con el argumento de que el gobierno de Xi Jinping paga miles de millones de dólares a Estados Unidos, y que parte de ese dinero, unos 250 millones de dólares, fue recibido por los agricultores para desarrollar la actividad económica del país.
Finalmente, en lo que respecta a Corea del Norte, Trump celebró las reuniones que sostuvo con el líder del régimen norcoreano, Kim Jong-Un, debido a que heredó de la administración de Obama una relación tensa con el país asiático.
«Cuando me reuní con Obama, me dijo que tendríamos una guerra con Corea del Norte, una guerra nuclear», sostuvo Trump para luego celebrar que mantiene buenas relaciones con Kim Jong-Un en lugar de estar en guerra.
Entretanto Biden sostuvo que en su Gobierno sería más estricto en su relación con Corea del Norte y movilizaría sus tropas en Corea del Sur para mantener al margen al gobierno norcoreano, con el que solo accedería a hablar si acuerdan reducir su capacidad nuclear y crear una zona libre de armas nucleares.
Salud pública y el ser «socialista»
Una de las aristas más importantes de la campaña presidencial estadounidense es la salud pública, especialmente, tras experimentar ocho meses en los que casi 9 millones de personas han necesitado atención médica a causa de la covid-19.
El discurso de Trump se enfoca en fusticar el programa social aprobado por su predecesor, denominado Obamacare, que ofrece planes de seguro gratuito para los más necesitados y ofrece protección para aquellas personas que padezcan condiciones preexistentes. Su contrapropuesta es aprobar un plan «mejor» del cual no ha explicado mayores detalles. En lugar de profundizar en su propuesta, criticó a Biden por tener intenciones de «acabar con los seguros privados», acción que afectaría a al menos 180 millones de asegurados, por lo que calificó a su contrincante de ser socialista.
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Biden respondió desmintiendo a Trump sobre sus intenciones de eliminar los seguros privados y dando garantías de que ningún asegurado perdería su plan. Su planteamiento es reducir los precios de las medicinas incrementando la oferta a través de la producción de más fármacos y negociar los precios de los planes con las aseguradoras privadas, con la intención de incrementar los plazos de pago pero disminuir las cuotas, para que más familias tengan la oportunidad de asegurarse, aunque deban endeudarse a largo término.
En este punto, Trump se limitó a decir que la gestión de Biden ocasionaría un colapso en la bolsa de valores, mientras que mantener su presidencia sostendría los mercados en buen estado.
Un debate sobre desempleo y aumento salarial
Al entrar en el campo del empleo en Estados Unidos, Trump fue cuestionado por no otorgar una segunda ronda de ayudas económicas a las personas perjudicadas por la pandemia, que han perdido empleos e incluso empresas que se han visto en la obligación de cesar definitivamente sus operaciones. Demócratas y republicanos no han logrado un acuerdo en el Senado para proporcionar los recursos.
En este sentido, el presidente responsabilizó a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y a toda la coalición demócrata que domina la cámara alta del Senado, de no aprobar los recursos para otorgarlos, supuestamente por pretenciones políticas, ya que dejaría bien parado a Trump antes de las elecciones.
«Quiero aprobar ayudas, pero Pelosi no quiere aprobar nada. Le encantaría tener ciertas victorias y no quiere ayudar cerca de la elección porque la perjudicaría políticamente», afirmó.
No obstante, Biden lo contrarió al destacar que los republicanos no darían su visto bueno, mientras que los demócratas han empujado por su aprobación y apoyaron el paquete desde el inicio. También mantuvo su idea de incrementar el salario mínimo a $15 por hora en todo el país, junto a un paquete de ayudas para que las empresas y escuelas puedan abrir y reincorporarse a las actividades.
Esta propuesta fue criticada por Trump, quien considera que las empresas no podrán asumir los pagos de sus nóminas y se verán forzadas a despedir a empleados. Sin embargo, no se mostró inflexible sobre un aumento salarial, en su lugar razonó que este debe ponerse en práctica según el estado, ya que cada uno tiene condiciones distintas.
El «tira y dame» de la migración y el racismo
El debate avanzó a uno de los terrenos que causa más polarización en los discursos del mandatario estadounidense, conocido por su política rígida sobre la inmigración ilegal y criticado por su supuesto apoyo a grupos supremacistas blancos. En este ámbito, la contienda se centró en la atribución de responsabilidades y errores.
El punto más polémico en torno a la migración es la presencia de más de 500 niños en refugios fronterizos, separados de sus padres al ingresar al país ilegalmente. Volvió a relucir la polémica surgida en 2018 sobre las condiciones de estos menores de edad, recluidos en jaulas, una de las gestiones de Trump que más rechazo ha desatado. Sin embargo, el mandatario se escuda en que es una política iniciada por Obama, puesto que las jaulas fueron elaboradas en 2015, y que actualmente esos niños -según él ingresados por narcotraficantes y delincuentes- son cuidados en instalaciones de calidad.
Biden recalca que los niños no fueron ingresados por delincuentes, sino con sus padres y fueron separados debido a la política de Trump. Indicó que en su gestión ofrecería oportunidades para que los indocumentados puedan obtener su ciudadanía y garantizaría la incorporación de estos menores de edad en la frontera a la sociedad estadounidense, aunque Trump respondió aseverando que Biden no tenía idea sobre las leyes migratorias del país.
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Con respecto al racismo, Biden advirtió que en Estados Unidos está institucionalizado, y se compromete a ofrecer más oportunidades a las comunidades afroamericanas, hispanas y asiáticas para alejarlos de la pobreza y de la delincuencia.
Trump respondió inquiriendo sobre la ausencia de políticas para cumplir con ese objetivo durante su período como vicepresidente de Obama, para luego afirmar que es el presidente que «más ha hecho por la comunidad negra» desde Abraham Lincoln, resaltando una reforma penitenciaria aprobada durante su administración y la entrega de recursos a universidades afroamericanas.
«47 años en el Gobierno y no hizo nada, más bien perjudicó a la comunidad negra. Nadie ha hecho más a favor de ellos que yo, con la posible excepción de Lincoln. Hice una reforma penal, incrementé sus oportunidades e hice inversiones tremendas que benefician a las comunidades negras e hispanas. Las universidades negras me aman, Obama nunca les daba fondos a largo plazo y yo les di incluso más de lo que me pidieron», agregó.
El contraargumento de Biden se sostuvo con estadísticas: la gestión de Obama conmutó a unas 1.000 personas, mientras que la de Trump solo a un par de decenas; mientras que el sistema carcelario disminuyó su ocupación en 60.000 presos en ese período y salieron en libertad unas 38.000 personas. Para Biden, es importante disminuir la cantidad de presidiarios, por eso propone recluir a los consumidores de droga en centros de rehabilitación en lugar de encerrarlos en prisión.
No obstante, Biden fue cuestionado por Welker sobre su apoyo a una ley aprobada décadas atrás que disminuía las cantidades de droga que debían ser consideradas para arrestar al portador de las sustancias. «Fue proyecto de ley sobre cómo lidiar con las drogas. Fue un error. Nunca debemos mandar a alguien a la cárcel por un delito de drogas, deben ir a rehabilitación», resaltó el demócrata.
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El dilema industrial del cambio climático
El último aspecto sobre el cual debatieron los candidatos presidenciales fue el cambio climático, tema en el que mantienen posturas antagónicas. Por una parte, Trump ya ha mostrado su posición al retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París e incrementar la práctica del Fracking (fracturación hidráulica) en Estados Unidos, así como reactivar industrias asociadas a las energías tradicionales contaminantes.
Para Trump la economía es más importante que el impacto que puedan tener las actividades industriales en el medio ambiente. A pesar de esta postura, el mandatario asegura que durante su gestión Estados Unidos ha disminuído considerablemente la cantidad de emisiones de CO2 y que mantiene sus ríos y espacios naturales limpios.
Biden, en el otro extremo, apela a una reforma industrial con un plan de transición desde las energías contaminantes a las renovables, sustituyendo paulatinamente el fracking por parque solares y eólicos. Asegura poseer los detalles de un plan en el que instalaría 50.000 estaciones de carga para ampliar el mercado de vehículos eléctricos, y la creación de 18,6 millones de empleo a través de la creación de proyectos amigables con el medio ambiente, en un paquete que culminaría con 1 billón de dólares en crecimiento económico. Y por supuesto, firmaría la reincorporación de Estados Unidos en el Acuerdo de París.
Según Trump, este plan es una utopía y lo calificó de «desastre económico» ya que las fuentes renovables no generan suficiente energía y son costosas. «Conozco más del viento que tú, es muy costoso y mata a los pájaros. Además de que se utiliza combustible para hacer esos molinos masivos. La solar no puede ser, ya que no es lo suficientemente poderosa como para mantener nuestras grandes fábricas. Es un sueño de hadas. Quieres matar a la economía si eliminas la industria petrolera», destacó.
Cerrado el tema, ambos candidatos instaron a sus seguidores a votar en los comicios que se llevarán a cabo el martes 2 de noviembre, cuando se medirán de manera definitiva en las urnas.