Coronavirus desde los niños: haremos una pistola de alcohol que salvará al mundo
Aprender a contar las historias relacionadas con el coronavirus de forma diferente es todo un reto. Para hacerlo, en alianza con la Fundación para la Cultura Urbana, se dio el taller «Escritura de no ficción», dictado por los escritores Jorge Carrión y Jaime Rodríguez. El texto publicado a continuación forma parte de una serie de trabajos allí realizados
Yo no le tengo miedo al coronavirus. Yo soy grande y fuerte, pero a veces me pone triste. Me separó de mis amigos y ya no puedo ver a la maestra. Es el ladrón de la felicidad, me cerró los parques y enfermó al señor del internet. Por eso ahora tengo que jugar a las metras y a los carritos. Le pregunté a mi papá que cuándo regresaría el señor del internet, pero él no sabe. Dice que cuando el país deje de estar enfermo tal vez el señor pueda venir a nuestra casa. Quiero que sea rápido. Jugar con cartón se me hace aburrido y papá ya no me quiere prestar su teléfono.
Ahora mi mamá es mi maestra, pero es un poquitico diferente, un poquitico nada más. En la escuela mi maestra jugaba conmigo, pero mamá no tiene mucho tiempo para eso. Siempre está trabajando y hablando por teléfono. En la tarde, cuando mi papá regresa, si no está cansado, subimos a la placa a jugar béisbol. Le dije que extraño el cielo, también el césped y la tierra. Extraño ir a darle a la pelota, correr duro duro y anotar carrera. Ya no puedo ir a jugar con mi profesor de béisbol y eso me fastidia. Mi papá dice que extraña que yo vaya a la escuela. Y mi amigo Leonardo también.
Por lo menos yo vivo con mi papá, él no. Me contó un secreto. Me lo dijo bajito bajito. Su papá lo quiere visitar, pero su mami no lo deja. Dice que es peligroso porque el coronavirus está en el aire y que es mejor que se quede dónde está. Sólo se ven por el teléfono, pero no mucho tiempo porque el señor del internet de su casa también está enfermo.
Leo vive con un amigo de su mamá, pero mis papás dicen que son más que amigos. Leo le está enseñando al amigo de su mamá a ser padre y a su mamá a ser más mamá. Así dice él. “Mi mamá me regaña. A veces no nos podemos llevar bien. Su amigo dice que soy muy desordenado y tenemos un poquito de problemas”. Me dice que su papá le prometió que lo iba a ver cuando ya no estuviéramos encerrados y que iba a estar más pendiente de él. Aunque en la cuarentena tampoco su papá ha ayudado mucho a su mamá, sí le dio para que hicieran su torta de cumpleaños.
Ahora todos los días quiero cantar cumpleaños. Mi mamá me hace tortas, pero dice que no siempre hay para hacerlas. No podemos comer tanto. Además, papá dijo que tenía miedo de que la policía cerrara el lugar donde trabaja. “Hay que ahorrar, Margarita”. Creo que ya no nos va a llegar la caja con comida que el señor pelucón nos manda. Yo no sé quién es, pero así le dice mi papá. Ese señor tiene un edificio muy grande con un oso blanco guindando afuera. Mamá dice que es muy importante para todas las familias. Si a papá lo botan no tendremos que comer.
Desde que escuché eso me puse a hacer un plan para salvar a mi familia. Tal vez también salve a otras. Mi mamá me ayudó, pero yo soy el autor original de todo. Ella sólo me peino y cocinó una cena especial para contarle nuestra idea a papá. Sé que eso lo puso muy feliz. Yo nos salvaré.
Haré pistolas y mataré al coronavirus. Al arma de agua que me regalaron en carnaval le voy a poner alcohol y le pediré un préstamo a santa. Él me va a traer muchas pistolitas y piu piu, los zombis que están en los hospitales se van a curar. Los zombis son las personas que salieron de su casa sin tapaboca y se enfermaron. Voy a crear la cura y santa me va a ayudar a llevarla por todo el mundo. Los doctores nos van a pagar y ya no importará que boten a mi papá. Seremos ricos y sanos.