Coronavirus obliga a residentes en Caracas a devolverse a sus pueblos del interior
Muchos de los connacionales que residían en Colombia han tenido que retornar al país, pues con la medida de aislamiento para frenar el coronavirus, la población más vulnerable se quedó sin trabajo y en consecuencia sin dinero que les permitiera pagar el arriendo o la comida
Con la llegada del coronavirus a Venezuela y el sucesivo anuncio de entrada en cuarentena de todo el territorio nacional, muchos venezolanos que residían y trabajaban en la ciudad capital de la república decidieron regresar a sus tierras de origen. Algunos porque prefirieron priorizar su «seguridad» antes que sus empleos o estudios. Otros porque mantener dos casas en medio de una economía paralizada no iba a ser posible.
Carola Quintero se había mudado hace cinco meses a Caracas porque pensaba que vivir ahí hacía todo mucho más cómodo. Sin embargo, por ser una trabajadora independiente, luego del decreto de aislamiento colectivo y la suspensión de actividades, se quedó sin empleo, no podía movilizarse para buscar la mercancía.
Cuenta que seguir en esta ciudad acarreaba gastos que no podía costear por no estar generando ningún tipo de ingreso. Su solución fue devolverse a casa de sus padres, esto pese a que ella siempre había sido quien les echaba la mano.
«Realmente ayudo a mis papás y a mi hermano. La cosa es que esto me estaba afectando económicamente porque tenía los mismos gastos y ningún ingreso, así que me devolví. No había alguna razón para seguir estando allá. Aquí tengo mi casa,» señala Quintero.
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Sobre eso, la socióloga de la Universidad Central de Venezuela Claudia Vargas indica que muchas de las personas que se fueron de las regiones a Caracas lo hicieron para tener calidad de vida y un mejor empleo. No obstante, dice también que cuando esos venezolanos llegan a la capital, generalmente se incorporan a actividades informales, es decir, viven del diario; lo que a su juicio pudo haber hecho que más de uno se devolviera.
«Hablamos de personas que viven del día a día, que mandan a su familia y pueden pagarse una pensión, una vivienda aquí en Caracas. Si decidieron irse a sus casas, claramente podría responder, y es mi percepción, a que, al no tener un ingreso fijo, creo que podrían ahorrarse lo del tema del alquiler, la movilidad y la manutención», explica la especialista en migraciones.
La también investigadora de la Universidad Simón Bolívar destaca que la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) reseña que cerca del 50% de la población del país labora en el sector informal y que por tanto no gozan de seguridad social, lo que significa que al no poder salir a trabajar, lo más probable es que no tengan con que comer ni tampoco cómo pagar los servicios básicos de salud, alimentación y vivienda.
«Y esto evidentemente no lo mejora el hecho de que nadie pueda salir a la calle, o que hay a un estado de aislamiento social por coronavirus porque su única fuente de ingreso está cerrada. La gente lo hace (regresar al interior) para disminuir costos y gastos de cosas adicionales a si se quedara en el lugar a donde fue a buscar ese ingreso y otras mejoras», puntualiza Vargas.
Todos juntos es más fácil
Mariana Peña se vino de Guárico a Caracas a buscar trabajo y estudiar, pues en los llanos el panorama laboral no era nada alentador: las ofertas de empleo brillaban por su ausencia. Sin embargo, aunque buscó por varios meses algo que hacer, el coronavirus la agarró sin empleo y a la mitad del curso de inglés que le pagaban sus padres.
Aquí vivía con sus tíos y primos, pero cuando confirmaron oficialmente el primer caso de covid-19 en el país se vio obligada a devolverse, pues ya sabía lo que se venía y para sus padres era más fácil tenerla en la casa. Para ella el mayor problema no era que pudiese haber escasez de alimentos, sino que no tendría con qué comprarlos.
«Mi problema en Caracas era el dinero, mi poder adquisitivo. Aquí es mucho más fácil obtener los alimentos. Hay plátano, auyama, cambur concha verde, cosecha de tomate y cebolla», detalla Peña, pero aclara que las siembras no son de su familia sino de los dueños de las haciendas donde su papá trabaja.
«La cosecha es de los productores de la zona, mi papá les elabora las guías para movilizar las cosechas y ellos le regalan de eso que cosechan. Es por ello que es más fácil para mis papás tenerme aquí con ellos», dice.
Al respecto, Vargas explica que en ese tipo de hogares la prioridad es ahorrar al máximo debido a que no saben cuánto va a durar la cuarentena, que por la experiencia en otros países, no será un período corto.
«Con mis estudiantes, los que son del interior del país, algunos efectivamente se han devuelto. La principal limitación que hay es que es muy cuesta arriba quedarse acá porque hay una cantidad de dinero que es más fácil controlar si está todo el grupo familiar junto», dice la profesora.
Los servicios públicos no importan
Según el Observatorio de los Servicios Públicos, 16% de los venezolanos está dispuesto a movilizarse desde el interior hacia la capital venezolana a fin de «solucionar» el problema de la ineficiente prestación de los servicios básicos que hay en las regiones. Pero las cosas han cambiado con la llegada de la pandemia: ahora muchos capitalinos han decidido regresar a sus pueblos pues creen que allá tendrán más posibilidades de resolver.
Es el caso de la barloventeña Nayrobi Lara, habitante de Petare, quien asegura que una de las razones por las que se devolvió a su terruño tres días después de que decretaran la cuarentena por coronavirus fue la falta de agua en su casa. Según comenta, tenía varios días sin el líquido cuando emprendió el regreso, pues allá al menos había bastantes ríos y playas a los que ir si se presentan fallas de agua.
«En Caracas no había agua. Aquí sí hay, y si no llega por la tubería puedo ir a lavar, fregar o bañarme al río. Yo lo vi así: en caso de emergencia es mejor estar en mi pueblo. Creo que en esta situación la vida es más fácil aquí que estando allá en la capital. En familia uno resuelve», asegura la oriunda de la costa mirandina.
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Si bien Claudia Vargas explica que antes de la pandemia ya existía en el país la forzada migración interna por las fallas en los servicios públicos, cree que sin duda, luego de la primera oleada de la cuarentena se va a empezar a ver el verdadero efecto del desplazamiento de los venezolanos que, bien sea por los servicios básicos o por minimizar los gastos, decidieron retornar a sus hogares y dejar sus trabajos o estudios en stand by.
«Aquí no creo que llegue el coronavirus»
Nayrobi Lara no se fue a Barlovento para huirle al virus, pero confiesa que cuando supo que ya había un caso positivo en el país, con un un familiar envió a su hijo de cuatro años. Temía que él se contagiara de la enfermedad.
«Allá en Caracas es más probable que él contraiga el coronavirus que aquí. Hasta ahora no se ha reportado ningún caso y creo que es muy difícil que pase porque ¿aquí quién sale? Esto es puro monte y culebra. Sí ha regresado gente que estaba en Colombia, pero cuando llegan los atienden en el dispensario. Yo me siento más segura aquí», explica.
Afirma que las autoridades hacen seguimiento a todo el que regresa al pueblo del exterior, para corroborar que en los días sucesivos no presentara ningún síntoma. «Yo aquí ando libre como el viento, llevando sol parejo. Todo está normal, la gente cuando va a salir al centro se colocan su tapaboca sólo para prevenir el coronavirus, pero más nada,» señala la barloventeña.
Desde su tierra, Mariana Peña también dice que pensó que era más difícil que el covid-19 llegara a Guárico. Cree que por ser una zona de clima muy caliente el virus no resistiría. Para su desconsuelo, apenas diez días después de su llegada anunciaron el primer caso del virus en la entidad.
De Colombia para Venezuela
Debido a la suspensión de actividades laborales en la nación neogranadina, muchos venezolanos que ahí residían han tenido que regresarse a su país porque se quedaron sin trabajo y en consecuencia sin dinero con que mantenerse.
Durante las últimas semanas muchos connacionales han caminado hasta 1.000 kilómetros para poder llegar a la frontera colombiana y posteriormente a sus casas, que muchas son propias o de familiares a los que no tienen que pagar un alquiler.
Una jubilada que se había ido a Colombia contó a Euronews que «por lo menos yo tengo mi casa. No pago arriendo. No pago agua. No pago luz. No pago nada de eso. Tengo comida porque mis hijos trabajan, pero aquí no tengo eso”.
Así como ella hay muchos otros que trabajaban y vivían del diario, pero por el coronavirus cerraron los locales y se quedaron desempleados. Michelle, otra venezolana empleada de un restaurante, afirma que con la cuarentena «como ya no está permitido trabajar, nos sacaron, cerraron los negocios. Y el señor del arriendo nos dijo que teníamos que seguir pagando como sea. Entonces ¿cómo le vamos a pagar sin trabajo?».