Cuando los CEO hacen una pausa, por David Somoza Mosquera
El puesto del CEO (chief executive officer) es uno de los más desafiantes y exigentes en cualquier organización. Como máximo ejecutivo, el papel que desempeña es crucial para el funcionamiento y el éxito de ésta, ya que su gestión influye en todas las áreas. Esto significa que es uno de los cargos más importantes dentro de una empresa.
La consultora McKinsey & Company ha realizado varias investigaciones sobre el rol del CEO y una de sus más recientes revela que hasta 45% del desempeño de una compañía puede atribuirse a la influencia del director ejecutivo. ¿La razón? Esta persona tiene la responsabilidad de tomar decisiones estratégicas y liderar, prácticamente, todas las operaciones.
Sin embargo, vale la pena preguntarse cómo se desempeñan los directores ejecutivos en la actualidad. ¿Con qué problemas están luchando y qué se puede hacer para ayudarlos a desempeñarse al más alto nivel? Esas son algunas de las interrogantes que el Centro McKinsey para la Excelencia de CEO busca responder.
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Para ello, la firma se basa en los resultados obtenidos a través de su herramienta de evaluación de la excelencia de los directores ejecutivos conocida como CEO Excellence Assessment Tool (CEAT). La información recopilada se centra en los problemas clave que enfrentan más de 100 CEO, en su mayoría de Asia, y dónde se sienten más seguros y más vulnerables.
Gautam Kumra, Joydeep Sengupta y Mukund Sridhar, socios de McKinsey en Singapur, exploran en su análisis CEO excellence: How do leaders assess their own performance?, las ideas preliminares que surgen de los datos compilados durante el año pasado sobre los desafíos e incertidumbres que enfrentan los directores ejecutivos asiáticos, algunos de los cuales son extensibles a CEO de otras latitudes.
De allí la valía de este estudio mientras la consultora continúa recopilando “datos de cientos o incluso miles de directores ejecutivos” para obtener “conocimientos más ricos y una mayor granularidad en todas las geografías e industrias”.
Por ahora, la investigación parte de un hecho obvio: “No hay dos directores ejecutivos iguales y cada uno tiene un conjunto único de fortalezas y debilidades”. No obstante, entre los 18 comportamientos que denotan la excelencia del CEO, los resultados provisionales del CEAT indican que algunos son más naturales para los directores ejecutivos que otros.
Así que entre los hallazgos más importantes están que los CEO tienen más confianza en su capacidad para mantenerse fieles a sus convicciones y valores –es decir, gestionar su propia eficacia personal-, practicar la gratitud y mantenerse humildes al reflexionar sobre su crecimiento. También se sienten más seguros para establecer o replantear la visión de la empresa.
Pero pueden tener dificultades para gestionar la junta directiva y “aprovechar la sabiduría de los miembros”, son vacilantes en su juicio para priorizar y desarrollar estrategias de participación para sus partes interesadas prioritarias (stakeholders) y se sienten menos cómodos asignando recursos objetivamente, especialmente cuando se trata de eliminar o cerrar iniciativas.
Entonces, ¿cómo fortalecer no solo los comportamientos de excelencia con los que se sienten cómodos, sino también aquellos con los que no se siente a gusto? Al respecto, lo autores sostienen: “Sabemos por nuestras interacciones con los directores ejecutivos cuán consumidos pueden estar por las exigencias de su función, lo que puede dificultar tomarse un tiempo libre (…) Sin embargo, tomarse el tiempo para hacer una pausa, reflexionar e invertir en su propio aprendizaje puede generar importantes dividendos”.
De hecho, advierten que cuando los CEO invierten tiempo y energía en su propio aprendizaje y crecimiento se vuelven, en promedio, más seguros en los 18 comportamientos de excelencia. Incluso, las mayores mejoras parecen estar relacionadas con su capacidad para tomar decisiones audaces, medidas estratégicas a tiempo y lograr un propósito social con impacto.
Y aunque el tiempo libre no es la única alternativa para mejorar, sí es una de las más efectivas para que los CEO, incluso los noveles, escalen con pasos más certeros esa montaña que es la excelencia. Así que vale la pena hacer una pausa, reflexionar, obtener nuevos conocimientos y luego seguir adelante con más ímpetu para hacer honor al cargo de director ejecutivo.
David Somoza Mosquera es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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