Cuestión de estilo, por Simón Boccanegra
El mes pasado tuvo lugar en Quito una reunión de alcaldes del continente. El alcalde de Libertador, Freddy Bernal, asistió. Viajó acompañado de dos asistentes que además hacen de guardaespaldas, cargan maletines y contestadores, cada uno, de un celular diferente. En Bogotá abordó el avión, rumbo al mismo encuentro, el alcalde Antanas Mockus. Viajaba completamente solo, él, que regenta la capital de un país en guerra donde los atentados mortíferos son pan de cada día.
Su sobriedad y austeridad contrastaban con la ostentosa parafernalia del «revolucionario». Mockus voló en «económica», Bernal y los suyos en business. A uno le importan los dineros del contribuyente, al otro no tanto. Ni siquiera en esto se diferencian los de la Quinta de los de la Cuarta. La misma enfermiza manía por los ridículos símbolos de status. En Quito se reunieron algunos de los más exitosos alcaldes de América Latina, para discutir las políticas públicas que han producido resultados espectaculares en Bogotá, Medellín, Quito, Lima, Curitiba, Porto Alegre y otras ciudades, en materia de renovación urbana. Nuestro alcalde, ¿de qué habló? Del ALCA. Se comprende: quien administra uno de los peores desastres urbanos del continente seguramente no tenía nada que decir en esa cumbre.