Cumbre guayanesa, por Teodoro Petkoff

¿De qué pueden hablar Rodríguez Zapatero, Lula, Uribe y Chávez en la minicumbre de Puerto Ordaz? ¿De la compraventa de armas? Poco probable. Hay dos compradores y dos vendedores en la reunión y el tema seguramente será dejado de lado porque atañe a la soberanía de cada parte. Colombia, que le compra armas a Estados Unidos, no podría objetar que Venezuela haga lo mismo con Brasil y España. La viceversa, por la misma razón, también es harto improbable. Por su parte, tanto Brasil como España, felices estarán de tener un comprador de la envergadura de Venezuela. Para la industria naval española la adquisición que anuncia Venezuela es la mayor de su historia y los 30 Súper Tucanos que nos venderá Brasil tampoco son concha de ajo. De manera que la realpolitik llevará a que este asunto, de ordinario muy espinoso, no entre en la agenda.
Pero, probablemente, los cuatro jefes de gobierno sí dedicarán parte de su tiempo a revisar el estado de las relaciones entre Colombia y Venezuela. Aparte de los dos directamente involucrados, tanto el español como el brasileño contribuyeron a que la crisis Granda fuera resuelta sin que la sangre llegara al río, de modo que este punto estará, sin duda, en el orden del día. Tal vez sean diseñados algunos mecanismos de consulta y eventual participación de Brasil y España para cortar cualquier otro nudo gordiano que se presente, enmarcado todo dentro de la habitual retórica diplomática de buenos deseos.
Saliendo de este tema vidrioso, los contertulios podrán trasladarse al más confortable terreno de las relaciones comerciales. Rodríguez Zapatero, que como todos los gobernantes modernos, es un agente vendedor –y en esto sí que no hay diferencias con Aznar-, registrará con satisfacción como la segunda conquista española de América, esta vez incruenta y bajo el signo del euro en lugar de la cruz, anda mejor que nunca, y salvo algunos reclamos populares en Argentina hacia los bancos españoles, cuando los motines contra De la Rúa, ya olvidados, los negocios marchan bien. Telefónica, Repsol, Santander, BBVA, son nombres ya familiares en nuestro continente. Sin embargo, todavía hay mucho espacio para más inversiones y en este particular nuevos acuerdos comerciales y de inversión serán bienvenidos. A Chávez debería preocuparle por qué nuestra balanza comercial con los tres países es negativa: por qué les compramos más de lo que les vendemos. Y por qué ese desbalance, mire que cosa, se ha acentuado considerablemente durante la gestión “bolivariana”.
Finalmente, los cuatro firmarán unos acuerdos culturales, que, según apuntaba el inmortal Cabrujas, es lo que los países firman cuando ya no tienen más nada que suscribir.