De cómo Teodoro reseteó el periodismo, por Omar Pineda
Teodoro quería resetear el periodismo metódico y lineal, y hacer de TalCual una suerte de tábano que se agitara sobre el lomo de lo que nacía como la “revolución bolivariana”
Esa mañana del primer lunes de abril nos reunimos en la sala de redacción, en Boleita, que había sido de El Diario de Caracas. Muchos de los que estábamos allí, mirándonos las caras e intercambiando nombres, conocíamos a Teodoro, por nuestro tránsito en el MAS o periodistas que, de alguna u otra forma, habían terciado con él en alguna entrevista o en la cobertura de un acto político.
Pero esa mañana del lunes 3 de abril del 2000, Teodoro Petkoff hablaba, apoyándose en un libro de Tomás Eloy Martínez, de lo que pretendía que fuese TalCual, el diario que se anunció para combatir al Hugo Chávez que empezaba a emerger en su condición de militar y presidente autoritario.
Resumió en diez minutos lo que había sido su “aventura” periodística como director del vespertino El Mundo. No se explayó en su épica de fundador de un partido, ni de su acción parlamentaria, ni de sus días de candidato presidencial, ni de cómo el todopoderoso Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética le puso precio a su cabeza en 1967, cuando desnudó el llamado socialismo real con su libro “Checoeslovaquia, el socialismo como problema”.
A lo que había venido Teodoro en esa mañana lluviosa era a proponernos una idea que había amasado por años y que con su tránsito como director de El Mundo llegó a madurar: un periodismo emergente, que no se ocupara solamente de las noticias, sino que indagara en las causas y efectos de tales hechos noticiosos. “Darle vida a los acontecimientos más allá del hecho noticioso”, decía Teodoro coincidiendo en parte con el periodismo que se consolidaba en Europa y en el Cono Sur.
Para decirlo con palabras de ahora: Teodoro quería resetear el periodismo metódico y lineal, y hacer de TalCual una suerte de tábano que se agitara sobre el lomo de lo que nacía como la “revolución bolivariana”.
Para ello, desde luego, se apoyó en profesionales valiosos, entre otros, como Juan Carlos Zapata, Javier Conde, Eduardo Orozco, Orlando Luna, Roger Santodomingo, Héctor Becerra, Doménico Chiappe, Julio César Tovar, Edmundo Bracho; sumados a una joven generación de periodistas, como Valentina Lares, Maye Primera, Laura Weffer, Solbella Pérez Rodríguez, Marcos Salas, Alejandro Botía, Carmelo Chillida, Darsy Argotte, Briamel González, Pedro Pablo Peñaloza, Shymmy Azujae, Aliana González, Alejandro Chacón y Ramón Darío Castillo así como otras personas que dieron un gran aporte a TalCual como Azucena Correa, Gloria Villamizar, Alicia Castillo, Carlos Quintana, Iris Villarroel y Oswaldo Barreto, además de Kees y otros tantos que conformaron un equipo de reporteros, articulistas y diseñadores gráficos que dio vida al diario que a partir de entonces informaría “claro y raspao”.
Muy a pesar el mismo Teodoro, TalCual se convirtió en una suerte de periódico de autor, no porque respondiera al personalismo del director, sino porque desde esa clase magistral de lo que debía ser el periodismo, tomaron notas quienes vertebraron el vespertino que se aparecía para informar lo que no lograron hacer los matutinos.
Fue así como Teodoro destejió ese periodismo formal, de titulares trillados, noticias que no emocionaban y carentes de ironía y sentido de humor. TalCual hizo de la burla un arma inteligente para enfrentar la revolución de Chávez.
Desde entonces TalCual ha seguido por esa vía de la irreverencia, polémica, la denuncia y la información valiente; de los editoriales inteligentes y los artículos de opinión que no se guardaba nada en el tintero. Ver a Teodoro salir embalao de su oficina para reclamar un dato impreciso, un error ortográfico o explicar una iniciativa ha sido para quienes trabajamos y hemos trabajados en este pequeño pero certero diario una lección de periodismo ¿Les parece poco trabajo estar pendiente de su trabajo, como lo ha hecho Teodoro en mitad de esta pesadilla?
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