De La Victoria para Caracas, saltando barricadas para despedir a Simón Díaz
El 19 de febrero de 2014 falleció el cantante y compositor venezolano Simón Díaz, una semana más tarde de iniciadas las primeras protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro. En medio del caos que reinaba en el país, Norma Ojeda viajó desde Aragua a Caracas para asistir a los actos fúnebres del autor de “Caballo Viejo”. Aquí su travesía
Ilustración: Kees Verkaik / Archivo
«Tío Simón, si tú quieres que yo llegue a tu velorio, ábreme los caminos», repetía en voz alta Norma Ojeda cada vez que se encontraba frente a una de las decenas de barricada que se armaron en distintas calles de Caracas el 20 de febrero de 2014, que impedían transitar por la ciudad; acciones de protesta contra el primer gobierno de Nicolás Maduro, sus políticas económicas –que llevaron al país a tener la inflación más alta del mundo para ese momento– y la escasez crónica de productos básicos.
El 19 de febrero de 2014, siete días más tarde de la marcha por el Día de la Juventud en la que asesinaron a los estudiante Bassil Dacosta y Juan (Juancho) Montoya, y que desencadenó una serie de manifestaciones en el país; falleció Simón Díaz, uno de los mayores exponentes musicales que ha tenido Venezuela, y a quien Norma le había ofrecido asistir a su último adiós.
«Yo siempre decía que cuando se muriera el Tío Simón yo iba a ir a su velorio, fuera donde fuera. El día que él se murió yo recibí varias llamadas de familiares y amigos –como si yo fuera una hija más de Tío Simón–, todos me hacían la misma pregunta: “Se murió Tío Simón, ¿vas a ir?”. Llamé a una amiga con la que había hablado de esto en alguna oportunidad. Le dije: “Yo quiero ir, chica, pero ¿cómo vamos a ir con este problema que hay en el país, no hay transporte y todo está trancado. Habla con tu esposo a ver si nos lleva en su carro, jálale para ir”», recuerda Norma.
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Entre el 12 de febrero y mediados de mayo de 2014 se llevaron a cabo manifestaciones y protestas en todo el país. Trancar las calles de las ciudades con barricadas era una de las principales acciones de protesta de los manifestantes. La revuelta dejó un saldo de 43 fallecidos, más de 486 heridos y 1.854 detenidos, según un informe de la Fiscalía General de la República y 33 casos de tortura, según el Foro Penal Venezolano. A menos de un año de haber sido electo presidente, Nicolás Maduro mostraba un abrebocas de cómo sería su gestión.
También por esta fecha se dio el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, por las manifestaciones del Euromaidán. Conflicto bélico que tomó mayo escala en 2022.
Pasadas más de dos horas de la llamada a su amiga, Norma tuvo respuesta: «Juan nos va a llevar. Nos vamos bien temprano», le dijeron. Tres cómplices la llevarían a despedirse del cantante. «Y así fue. Tempranito nos fuimos. Iba a poder cumplir mi promesa, aunque varios me advirtieron que iba a ser difícil atravesar Caracas», señala.
Norma es oriunda del estado Aragua, igual que el autor de Caballo Viejo –una de las canciones llaneras de Venezuela más famosa e importante, también de las más versionadas–, madre de dos hijos y como muchos venezolanos nacidos en las décadas de los 60, 70, 80 y 90, creció con la música y los programas educativos –transmitido por televisión nacional– que protagonizó Simón Díaz. Nunca pudo ir a ninguno de sus conciertos ni lo conoció en persona.
«Su música me llena mucho. Su música es el mayor legado que le dejó a los venezolanos. El Becerrito (La Vaca Mariposa), es mi canción preferida y la que le pondría a cualquier persona que no conozca al Tío Simón y quiera saber de él», explica Norma.
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El viaje
A las 7:00 a.m. del 20 de febrero, Norma salió de La Victoria, capital del municipio José Félix Ribas de Aragua, en la avenida principal de la ciudad se toparon con la primera barricada (guarimba), pero la superaron fácilmente. Luego tomaron la Autopista Regional del Centro (ARC) y en poco más de una hora estaban en Hoyo de La Puerta (municipio Baruta del Área Metropolitana de Caracas). Para ese momento, Norma sumaba varios años sin visitar Caracas, igual que Juan, el esposo de su amiga y conductor del vehículo en el que viajaban.
«Había barricadas en todas las calles. Era algo impresionante. Tuvimos que esquivarlas montándonos por las aceras y metiéndonos en contravía. En las calles había cualquier cantidad de cosas que impedían el paso: pocetas, neveras viejas, palos, cauchos. Por las barricadas tuvimos que agarrar vías alternas o caminos verdes, que nos desviaba de la ruta. Dábamos vueltas y siempre caíamos en el mismo punto. Le preguntamos a varias personas cómo llegar, pero no entendíamos. No sabíamos cómo movernos en Caracas y a todo el que le preguntamos en el camino nos decía: “Están muy lejos”. Nos fuimos a la deriva», confiesa Norma.
Las primeras guarimbas en Venezuela (término coloquial para referirse a barricadas callejeras) contra la revolución bolivariana empezaron el 27 de febrero de 2004, como forma de protesta a la decisión del Consejo Nacional Electoral de examinar, por segunda vez, las firmas presentadas para solicitar el referéndum revocatorio presidencial de 2004.
Las barricadas tienen como finalidad formar un «territorio relativamente seguro» y evitar o dificultar «agresiones enemigas» en una zona urbana. La guarimba corta las vías de circulación de manera limitada, durante algunos momentos del día, también las hay «tipo fortaleza» que bloquean el tránsito por más tiempo. Basura, tablas metálicas o de madera, ladrillos, colchones y troncos de árboles son algunos de los materiales de desechos que utilizan para armarlas. En 2014, en algunas calles de Caracas, los manifestantes levantaron alcantarillas de las calles para cortar el paso; otros prendieron fuego a las barricadas y varios incluyeron alambres de púas o «guayas» para impedir el tránsito.
«Hubo un momento en el que ellos (sus compañeros de viaje) me dijeron: “Vamos a tener que devolvernos”. Y yo les respondía: “No, ya estamos aquí vale, ya estamos aquí”. También se reían de mí porqué yo le decía a Tío Simón: “Tío Simón, si tú quieres que yo llegue a tu velorio, ábreme los caminos”. Luego se me ocurrió llamar a mi sobrina, Saraí, que vive en Caracas, y le dije: “Estoy viendo un anuncio que dice que estamos en Baruta”. Ella me respondió: “Tía, ustedes no van a llegar están muy retirados”. Su respuesta me generó mucha angustia, yo quería llegar al velorio y ya estábamos en Caracas. Fue una odisea muy grande llegar al cementerio», aclara Norma.
Más de tres horas se demoró Norma en el trayecto de Hoyo de La Puerta al Cementerio del Este, ubicado en La Guairita (municipio El Hatillo del Área Metropolitana de Caracas). A las 12:10 m, tras más de 92 kilómetros de recorrido, Norma llegó al velorio.
«Yo esperaba que eso estuviera lleno»
Hasta las 5:00 p.m. del 20 de febrero estuvo Norma en el velorio de Simón Díaz, sentada en una silla próxima a la urna. Al entrar le sorprendió que había poca asistencia y el tamaño de la corona que envió EPA, empresa de la que el cantautor fue imagen. «No se acercaba a lo que yo imaginé que sería el velorio de Tío Simón. Yo esperaba que eso estuviera lleno de personas. Yo estuve ahí toda la tarde, sentada cerca de la urna, como si yo fuera de su familia», afirma.
Le dio el pésame a Bettsimar, manager e hija del cantante, y le contó su travesía y las razones para asistir al acto celebrado en la capilla central del Cementerio del Este: «Yo quería mucho al Tío Simón aunque nunca lo conocí en persona», le dije. «Ella me abrazó y me contestó: “¡Caramba! Qué buen gesto. Gracias”. También me explicó que por la situación que atravesaba el país, la familia decidió velarlo en Caracas, aunque él quería que fuera en su tierra natal», aclara.
En el acto fúnebre, Norma se topó con los cantantes venezolanos María Teresa Chacín y Henry Stephen, también con Coquito (nombre artístico del actor Wilmer Machado), uno de los protagonistas de Contesta por Tío Simón, programa infantil de formación ciudadana que transmitió la estatal Venezolana de Televisión (VTV) en los años 80 y que estuvo al aire por más de diez años. «Le hicieron un homenaje muy bonito, cantaron El Becerrito, y yo los acompañé, emocionada», cuenta.
Simón Narciso Díaz Márquez (Barbacoas, Aragua, 8 de agosto de 1928 – Caracas, 19 de febrero de 2014), fue cantante, músico, compositor, poeta, humorista, caricaturista y empresario venezolano. Es considerado el más célebre intérprete de la música popular venezolana. Dedicó gran parte de su trabajo a estudiar y difundir la tonada llanera. Publicó más de 70 producciones musicales y cosechó decenas de premios y reconocimientos, nacionales e internacionales; entre ellos el Premio a la Excelencia Musical que otorga el Grammy Latino, en 2008. Sus últimos años de vida los pasó retirado de los escenarios, debido a una enfermedad degenerativa.
«Yo no sé por qué me empeñé en asistir al velorio de Simón Díaz. Yo todavía me pregunto eso. Fue algo que se me metió en la mente y nadie me sacó. Yo siempre pensé que sería en Aragua, así que yo lo veía más factible y más cerca. El Tío Simón es un icono de los venezolanos. Un hombre que dio mucho amor y ternura. Desde su programa Simón Díaz quedó marcado en el corazón de todos los venezolanos que crecimos con él. Yo lo veía tan humilde, muy risueño», confiesa Norma, quien a la salida del cementerio emprendió el viaje de regreso a Aragua. El retorno fue menos accidentado.
«Se merecía una despedida más grande. Pero el país en ese momento no permitía nada más», concluye.
En febrero de 2015, Cultura Chacao, junto con EPA y la familia de Simón Díaz, organizaron el homenaje Venezuela seguirá siendo tu voz, celebrado en la avenida Francisco de Miranda y en el que participaron más de 50 artistas venezolanos.