De lo real maravilloso en Cuba, por Simón Boccanegra
Se non é vero é ben trovatta. Si no es cierta está bien jalada. Hablo de la historia que cuenta el escritor mexicano Jorge Castañeda, sobre la supuesta conspiración anti Raúl Castro, en la cual aparece involucrado el mismísimo Chacumbele. De entrada, luce como una olla truculenta, pero por poco que se examine en detalle, las piezas calzan entre sí y el cuento adquiere verosimilitud. Que a Chacumbele no le hace gracia una normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, se cae de maduro.
Que pudiera haber propiciado algún cambio de orientación en el gobierno cubano para impedirla vaya a saberse cuál, tampoco sería descabellado. A algunos fidelistas casco `e mula tampoco.
Que Lage y Pérez Roque, alfombras de Fidel, hayan pensado que éste aprobaría alguna jugada dirigida a poner coto a las intenciones de Raúl, luce plausible, dadas las frecuentes puntas que el hermano mayor lanza al menor en sus «Reflexiones», y explicaría por qué ambos tiraron la parada de alguna movida contra Raúl, confiando con el beneplácito del Caballo.
Que ambos hayan sido defenestrados no por «corrupción» (como Robertico Robaina y Carlos Aldana) sino por «indignidad», que en este contexto luce como una acusación política y no sólo moral, y por haberse dejado «seducir» por un país extranjero que, obviamente, no puede ser Estados Unidos es otra pieza que cuadra en el rompecabezas.
¿Cuál «país extranjero» puede tener tal intimidad con el establishment cubano como para conspirar dentro de éste? Un mero cambio de gabinete no tendría que implicar, como en efecto ocurrió, la expulsión del partido de ambos caballeros. Algo grave tienen que haber hecho.
Por otro lado, quien conozca a Fidel sabe que una actuación suya de estas características es la quintaesencia de él. Explica su aparentemente incongruente incursión en el béisbol, al final de su artículo, aludiendo a que los peloteros venezolanos no pueden con los veteranos peloteros cubanos. ¿Hablaba sólo de pelota? La verdad es que, de ser verdadera, estaríamos ante una historia borgiana de los Borgia, no de Borges, el argentino.
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