Del antisemitismo, por Simón Boccanegra

Da cuenta el cable internacional de que en Francia un joven fue condenado a seis meses de prisión por pintar frases ofensivas contra los judíos en las paredes de una sinagoga. Trata así el gobierno francés, así como los de otros países europeos, de castigar esa horrenda plaga histórica que es el antisemitismo y de impedir las acciones de lo que podríamos denominar el «antisemitismo silvestre», que todavía campea en alguno que otro sector de los bajos fondos políticos europeos.
En nuestro caso, está muy bien que Nicolás Maduro y algunos otros altos funcionarios hayan condenado el asalto a la sinagoga, pero sus palabras serían más creíbles si, por ejemplo, al joven dirigente universitario del oficialismo en la UCAB se le hubiera siquiera llamado la atención por las pintas con las que rayó jactándose incluso de ello públicamente, los muros del templo asaltado pocos días después. Las palabras no son inocentes.
Para mostrar desacuerdo con la operación militar de Israel en Gaza, resulta de una malignidad inconmensurable hacer alusión «al pueblo que mató a Cristo», uno de los más estúpidos estereotipos del antisemitismo. Ese es el discurso de odio racial, que subyace en siglos de persecución a los judios, en siglos de progroms y que culminó con ese apocalipsis de la barbarie racista que fue el holocausto hitleriano.
El antisemitismo siempre ha sido una marca de fabrica de la peor derecha. Decirse de izquierda o socialista y ser racista o antisemita es una contradicción en los términos. Lo que no equivale, por cierto, en nombre del rechazo al antisemitismo, a convalidar todo lo que haga el estado de Israel, ni se es antisemita por ser crítico de buena parte de la política de distintos gobiernos israelíes en relación con la solución al conflicto con Palestina.
Tan injustificable como el antisemitismo es la negación del derecho del pueblo palestino a su propio hogar nacional. Pero este es tema para otro debate; por ahora, deja sentado este minicronista su repudio horrorizado a esa acción canallesca contra la comunidad judía, que no contra Israel, que fue al asalto a la sinagoga.
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