Desconfianza en una solución a la usurpación ha mellado popularidad de Guaidó
Juan Guaidó no ha logrado consolidar un poder real que permita que sus decisiones se cumplan. Ahora sus representantes se encuentra en negociaciones con el régimen de Nicolás Maduro en Barbados, y en los que la solución electoral parece más cercana al cese de la usurpación
Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Esta especie de mantra que Juan Guaidó empezó a pronunciar desde que asumió como mandatario encargado del país, en un multitudinario acto el 23 de enero de este año, no rindió los resultados a corto plazo que el político opositor esperaba, a pesar del entusiasmo por el apoyo internacional que empezó a recibir, que se concretó en el reconocimiento de 54 países a su causa por sacar a Nicolás Maduro de la silla de Miraflores.
Desde que asumió la presidencia de la Asamblea Nacional el 5 de enero, Guaidó marcó su línea que lo llevaría al 23 de enero y la lucha frontal contra Maduro y el cese de la usurpación, como declaró el parlamento venezolano al ejercicio del poder que realiza el gobernante tras rechazar el proceso electoral del 20 de mayo de 2018.
A la promesa de hacer cesar la usurpación se sumó la coletilla del “todas las opciones están sobre la mesa”, esto es la forma en que se logrará de forma efectiva la salida de Maduro: renuncia, presión nacional e internacional o una negociación.
Los eventos se fueron desarrollando de forma paralela durante los primeros tres meses. El desarrollo de un Estatuto para la transición, que ha permitido el nombramiento de representantes diplomáticos que reconocen la presidencia interina, además de la designación de juntas ad hoc para defender activos en el extranjero, así como el fallido intento de ingreso de ayuda humanitaria, marcaron la agenda de Guaidó.
Mientras tanto, Estados Unidos presionaba a funcionarios de Maduro por medio de sanciones, y el Grupo de Lima pedía una posición mucho más fuerte a sus miembros, sin descuidar los llamados a una salida pacífica. A estos exhortos se sumó el mecanismo de Montevideo y el Grupo de Contacto de la Unión Europea, más inclinados a que esa salida fuese negociada, aunque dentro de la Constitución.
Y llegó el 30 de abril. Este día se intentó activar un movimiento insurreccional de un grupo de militares, todos de la Guardia Nacional y respaldados por Juan Guaidó desde Caracas, quienes desconocieron a Maduro como Presidente de la República. Este evento solo produjo de manera efectiva la liberación del preso político Leopoldo López, dirigente fundador de Voluntad Popular y mentor político de Guaidó.
Este movimiento sí permitió conocer la posición de algunos de los implicados del lado oficialista. Mientras Vladimir Padrino López, ratificado hace semanas como ministro de Defensa, o Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, se desmarcaban de las acusaciones en su contra, el exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, Manuel Cristopher Figuera, huía del país y ahora se encuentra colaborando con las instituciones estadounidenses sobre la estructura represiva del régimen y la información de inteligencia que posee.
A partir del 30 de abril también inició una persecución contra los diputados que, de manera directa o indirecta, han sido señalados de participar en esos sucesos. 17 parlamentarios han sido judicializados y acusados, entre otros cargos, de traición a la patria. De este grupo, solo Edgar Zambrano, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, se encuentra detenido en la sede de la Policía Militar en Fuerte Tiuna, el principal regimiento militar del país.
Luego de todo ese movimiento fallido, y entre la visita de una comisión técnica de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) al país, se gestó desde el gobierno de Noruega una nueva ronda de negociaciones entre una parte de la oposición, representanta por Guaidó, y varios enviados de Maduro.
En esas negociaciones que iniciaron en Oslo y que contaron en un principio con el visto bueno de la Unión Europea aunque ahora piden avances concretos, al igual que otros países como Estados Unidos o Rusia, ahora se realizan en Barbados. Este tema ha sido visto como “urgente” por Noruega, luego de la publicación del informe de la Oacnudh, y tiene sobre la mesa el lograr unas elecciones bajo un nuevo Consejo Nacional Electoral.
¿Dónde estamos?
Daniel Varnagy, doctor en ciencias políticas y profesor titular de la Universidad Simón Bolívar, estima que para evaluar la situación venezolana durante los primeros seis meses del año hay que separar los ámbitos social y político, económico, y diplomático.
En el aspecto político, Varnagy resalta que se inició el año con grandes expectativas y una hoja de ruta que no se cumplió, lo que generó “un poco de desesperanza y desconfianza, porque de alguna manera el lenguaje que se usó fue muy contundente, de inmediatez”.
Varnagy pina que ese lenguaje inmediatista jugó en contra de Guaidó desde el 23 de enero, pero fue con la entrada de la ayuda humanitaria cuando más expectativas se crearon en la población, y que no pudieron satisfacerse.
“Con esto (entrada de la ayuda humanitaria) hubo un pequeño desencanto. Pero el momento de la desconfianza surge a partir del 30 de abril, cuando de una manera lo que se produjo estaba en una dirección completamente opuesta a las expectativas de la población venezolana y se sumaron dos elementos hasta este cierre del primero semestres”, destaca Varnagy.
A juicio del profesor universitario, nuevamente en el país se vive el fenómeno “mesiánico” (de una figura salvadora que solucionará todos los problemas en cortísimo plazo), donde una gran parte de la población veía posible un gobierno de transición habida cuenta de un prometido cese de la usurpación “pero resulta que, de una u otra manera, los diálogos donde no hay mucha credibilidad han invertido un poco la fórmula, porque ya solo se habla de elecciones, no del cese a la usurpación ni la transición”.
En el ámbito económico, destaca que Maduro supo aprovechar la desesperanza y desconfianza para “con un medida muy regresiva y muy mala, que es la de secar la liquidez del mercado, hacerse de la vista gorda con el aumento de precios y la liberación de cambio, todo eso jugó en contra de un sistema que quisiera tener o encabezar Juan Guaidó”.
Sobre el ámbito diplomático, el interinato de Guaidó sí ha logrado ser efectivo pues “generó un movimiento resistente al de años previos, pues no solo logró obtener reconocimiento, sino que las organizaciones multilaterales están dándole la espalda al gobierno de izquierda de Nicolás Maduro, además de las condenas por las violaciones a los derechos humanos. Esto es un éxito solamente atribuible a Juan Guaidó”, asevera Varnagy.
¿Qué hay con Guaidó?
Las promesas han sido uno de los puntos flacos históricamente de la oposición venezolana, debido al efecto de discursos inmediatistas dentro de contextos que no son fáciles de resolver por vías legales o negociadas.
El cese a la usurpación cayó en este espectro de promesas que, según la vehemencia del discurso, parecían estar a la vuelta de la esquina, lo que atrajo a más personas al proyecto encabezado por Guaidó, un líder joven y carismático.
Daniel Varnagy explica que los discursos de voceros de izquierda, entre los que se ubica el diputado por su filiación política, son buenos usuarios del lenguaje mesiánico y transformador, y “ese discurso de Guaidó es típico de la izquierda moderada de cambio transformacional”.
La sociedad venezolana que quiere un cambio no logra ver los resultados pragmáticos de esas grandes promesas de cambio que prometió Guaidó, destaca el profesor universitario.
Además, al proyecto de Guaidó le pesan las palabras “diálogo” o “negociación”. El doctor en ciencias políticas señala que este nuevo episodio en Barbados enfrenta a “un sistema que tiene secuestrado tanto la democracia como el Estado de Derecho y los poderes, maneja grandes cantidades de recursos económicos, y tienes otro sector solo con poder diplomático, no con poder transformacional”.
“Para que Juan Guaidó tenga éxito, Nicolás Maduro debe estar dispuesto a ceder poder”, afirma Varnagy, quien no ve sencillo que el gobernante decline la Presidencia porque no tiene incentivos reales para hacerlo, y tampoco las promesas de amnistía surtieron mayor efecto.
Números a favor y en contra
La desconfianza de la población en la ruta que plantea Juan Guaidó se ha reflejado en las últimas encuestas y sondeos que han realizado firmas especializadas.
Según el estudio de cohesión política de la encuestadora Datincorp, del 2 de junio, 36% de los venezolanos reconoce al presidente de la Asamblea Nacional como mandatario interino, cuando en febrero era 49%, aunque en un escenario electoral polarizado Nicolás Maduro obtendría un 18% de los votos, y Juan Guaidó tendría 52%.
Además, 58% de los encuestados considera que la situación del país será peor en los próximos meses, y 51% considera que “en los próximos 30 días Maduro seguirá gobernando”
Con respecto a los escenarios, 54% de los encuestados por Datincorp no considera posible una intervención militar internacional en Venezuela, mientras que 66% de los venezolanos es pesimista respecto a las negociaciones entre el Gobierno y la oposición.
Además, 60% apoya un acuerdo entre la oposición y el Gobierno para escoger en la Asamblea Nacional y a un nuevo CNE equilibrado.
Por su parte, un estudio de Datanálisis publicado en junio también señaló que en un proceso electoral en el que se presentaran Maduro, Guaidó, Leopoldo López, Lorenzo Mendoza, María Corina Machado y Henri Falcón; 40,8% de los ciudadanos se inclinarían a votar por Guaidó, mientras 9,4% lo haría por Maduro.
Si la elección se decanta solo entre Maduro y Guaidó, 81,2% se inclinaría a votar por el presidente interino, mientras solo 18,8% respaldaría con su voto a Maduro.
En los últimos tres meses, la cantidad de personas que votarían por Guaidó pasó de 77% en febrero hasta 81,9% en abril, mientras el apoyo a Maduro disminuyó desde 22,8% en febrero hasta 18,8% en abril.
En el caso de aprobación, solo Guaidó tiene una valoración positiva con 56%, mientras 37% sostiene que no le agrada.
En cuanto a escenarios, el estudio de Datanálisis refiere que 45,9% se mostraría a favor de una posible intervención militar, mientras que 47,6% la rechaza. Al analizar por definición política, siete de cada 10 opositores avalan la posibilidad de una intervención, al igual que cuatro de cada 10 independientes.
Por último, Datanálisis destacó en su encuesta que 69,5% de los ciudadanos creen que las ofertas de diálogo de Maduro constituyen una estrategia para ganar tiempo.