Descontroles, por Teodoro Petkoff

El oficialismo va a tener que revisar su discurso sobre la escasez de productos de primera necesidad. Hasta ahora, y tal como también ocurría durante los gobiernos de antes (nada nuevo bajo el sol), resultaba fácil culpar de los estantes vacíos en mercados y supermercados a unos fantasmagóricos personajes denominados «acaparadores» y «especuladores», que esconderían los alimentos con el fin de provocar una escasez artificial, de la cual esperarían, esos siniestros malhechores, que fuera responsabilizado el gobierno.
Lo malo para los paladines del oficialismo es que este pueblo está tan escarmentado que ya no comulga con ruedas de molino. Una de las ventajas de la expansión de la informalidad y de la buhonería es que millones de venezolanos se orientan ahora sin mayor dificultad en los nada misteriosos vericuetos de la economía, porque esos informales no son otra cosa que pequeños comerciantes y saben que si compran una mercancía a 100 no pueden venderla a 75 tan sólo porque al gobierno le da la gana.
Según muestran las encuestas, ya la mayoría de la gente le atribuye la responsabilidad de la escasez al gobierno y hasta al mismísimo Chávez. Porque el comerciante informal también ha descubierto que los negocios tienen una lógica y que si una mercancía comienza a escasear y él tiene alguna existencia de ella, la guarda (es decir, la «acapara») para esperar el mejor precio, es decir, para «especular».
Especuladores y acaparadores, pues, no son sino un subproducto de los controles. En fin, el venezolano corriente y moliente sabe que si un productor es obligado, por la chaqueta de fuerza de controles de precios anclados durante años, a vender por debajo de sus costos, queda colocado ante una disyuntiva: o acata y quiebra al poco tiempo (con lo cual su mercancía desaparece), o se cambia de rubro (con lo cual su mercancía también desaparece), o produce y vende en el mercado negro, que no es otro que el de los buhoneros, con lo cual su mercancía desaparece de los mercados formales pero abunda en los informales –aunque ya a precios determinados por la escasez y el riesgo de que le caiga encima al expendedor una patota de «control social». Los economistas de la rrrrrevolución creen que eso de oferta y demanda es una martingala neoliberal. Creen que todo se resuelve a punta de policía.
Sin embargo, antier informó el zángano de Pérez Abad que el gobierno va a eliminar los controles de una gran cantidad de productos. Enhorabuena. Por supuesto, los precios darán un brinco y la inflación seguirá su espectacular remontada. Porque se atiende un problema pero queda el otro, el de la inflación. El próximo paso debería ser la revisión de la política fiscal y de la cambiaria, para abatir la inflación. En todo caso, si lo que dijo Pérez Abad es cierto, eso que Chacumbele llama neoliberalismo iniciaría su triunfal retorno.