Desplazamiento y política, por Esperanza Hermida
Twitter: @espehermida
Imágenes que por su contundencia protagonizan la primera página de portales informativos y son tendencia en redes sociales, revelan la crudeza de la migración forzada. Se trata de un drama planetario presente en el siglo XXI, con renovado impulso. Entre sus principales causas están las violaciones a los derechos humanos, los conflictos armados, las diversas formas de violencia política, el crimen organizado, la pobreza e inseguridad alimentaria y los desastres climáticos. Venezuela es parte de esas fotografías.
Antes receptora de olas migratorias procedentes de diferentes continentes durante los XIX y XX, la República Bolivariana rompe récords a partir de 2018, por la inusual cifra personas desplazadas a causa de la violencia. Según ACNUR la diáspora venezolana oscila entre 5 y 6 millones de seres humanos, que en su mayoría optaron por irse a países de la región. Cerca de medio millón de personas habría viajado a los Estados Unidos entre 2002 y 2012, mientras que una cantidad ligeramente superior se fue a España, Portugal e Italia.
Entre los motivos para escoger estos países de destino, destacan los vínculos familiares que la población venezolana mantiene con migrantes que encontraron su refugio en Venezuela en el siglo XX, cuando huían del conflicto armado, la violencia y la pobreza. De hecho, en Colombia, Perú, República Dominicana, Ecuador, Bolivia, Argentina y Chile, se encuentran miles de personas con doble nacionalidad, que llevaban tiempo residiendo en Venezuela, se casaron, procrearon familia o se nacionalizaron y recientemente regresaron a su país de origen. El largo conflicto armado colombiano, las dictaduras y persecuciones políticas en el cono sur, así como la inferioridad de la renta per cápita en varios países de la región, versus el ingreso y la calidad de vida que tuvo Venezuela en los períodos de bonanza petrolera, fueron los principales motivos que atrajeron a los migrantes suramericanos.
De otro lado, se produjo en la primera década del presente siglo un importante desplazamiento humano desde Venezuela a los Estados Unidos, hecho que no había sucedido nunca. Tanto en cantidad de personas, como en la composición de esta migración, hay características a destacar, toda vez que fueron profesionales, técnicos e inversionistas estadounidenses quienes se asentaron temporalmente en Venezuela con motivo del negocio petrolero, mientras que ahora se fueron potenciales emprendedores venezolanos hacia el país del norte, así como profesionales y técnicos de la industria petrolera, personal sanitario cualificado, artistas y deportistas.
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Una migración inusual es la de expertos venezolanos en materia petrolera, quienes se trasladaron a países árabes para trabajar en las áreas de exploración, explotación y refinación de hidrocarburos. El origen de esta fuga de cerebros hacia Emiratos Árabes, Qatar y Kuwait, es la crisis en Pdvsa del año 2002. Igualmente, es llamativa la migración a diferentes países, especialmente en Europa, tanto de docentes universitarios como de profesionales de la salud. Aunque los procesos europeos para realizar las equivalencias de la titulación sean engorrosos o largos, estos sectores profesionales optaron por priorizar su inserción en el mercado laboral, a pesar de no ser reconocidos todos sus niveles de estudio, pues su incorporación a un puesto de trabajo les garantiza un ingreso y calidad de vida superior al que tenían en Venezuela.
También para el caso de Europa destaca el hecho de que gran parte de la descendencia venezolana de migrantes españoles, portugueses e italianos, optó por retornar a los países de sus ancestros. Esto se debe a las políticas de incentivo para este tipo de regreso, entre ellas la promoción del acceso a facilidades de estudio para la población joven, garantías de inserción laboral para quienes se encuentran en edad productiva y acceso pleno al disfrute de estándares superiores de calidad en materia de seguridad social. De otra parte, el crimen organizado se ensañó contra sectores de la población de origen europeo y sus familias, haciéndoles blanco del secuestro, la extorsión y un sinfín de agresiones, todo lo cual contribuyó a fortalecer un clima de inseguridad que conllevó a muchas de estas personas a salir definitivamente de Venezuela.
Millones de personas de todas las edades, de clase media y trabajadora, viajando o caminando durante días, mujeres con niños al hombro cruzando bosques, selvas y ríos muy peligrosos, xenofobia, muerte y mucho dolor humano, es una de las principales características del desplazamiento de la población venezolana, en especial la más vulnerable. En síntesis, el reciente fenómeno migratorio venezolano duplica en flujo y velocidad, a la suma de todas las oleadas recibidas en el siglo XX.
Esperanza Hermida es activista de DDHH, clasista, profesora y sociosanitaria
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