Después de Marulanda, ¿qué y quién?
Confirmada plenamente la muerte de Marulanda las Farc podrían entrar a vivir su más grave crisis; cuidado si terminal. Este minicronista recuerda, de sus lecciones escolares de historia universal, lo que ocurrió con el gran imperio de Alejandro Magno a la muerte de este. Sus generales, creyéndose cada uno de ellos heredero del gran guerrero, volvieron trizas lo que aquel había conquistado. Ninguno calzaba las botas de Alejandro. Algo parecido ocurre en las Farc. Nadie en ellas posee la autoridad del viejo comandante para mantener unidas a las fuerzas guerrilleras. Sobre todo, porque en estas, las razones políticas que empujaron al monte al joven Pedro Antonio Marín, allá por los comienzos de los años cincuenta del siglo pasado, ya están casi completamente desleídas por motivaciones crasamente crematísticas. Los medios utilizados para financiar la lucha desnaturalizaron completamente los fines que decían perseguir. Más aún, el narcotráfico, los secuestros y las acciones terroristas pasaron a ser fines en sí mismos, más que medios. Fallecido Marulanda y muerto también Raúl Reyes, el nuevo comandante, Alfonso Cano, difícilmente será acatado por el «Mono» Jojoy, de quien se dice que ya estaba enfrentado con el propio Marulanda por el control del narcotráfico en los llanos orientales colombianos y en la frontera con nuestro país. Por otra parte, ¿podrá la nueva situación favorecer en el alto mando de las Farc una verdadera disposición a negociar, para no perder el chivo y el mecate? No habría que descartarlo.