Digan toda la verdad, por Teodoro Petkoff

El soldado Orlando Bustamante no alcanzó a escuchar «Aló, Presidente» el domingo pasado. Nunca supo que Chávez hablaba de “quemaduras leves” mientras él agonizaba. A las pocas horas falleció y su muerte arrastró la cabeza de Jesse Chacón. El ministro de Comunicación asumió, renunciando, la responsabilidad de la información falsa que fue proporcionada al Presidente y que este repitió, con su acostumbrada ligereza, porque ya las noticias que él desestimó hablaban de quemaduras graves. Pero es obvio que este asunto no debe terminar con la mera salida de Chacón. Nuevamente, como en el caso Sicat, la primera reacción de las autoridades militares fue la de responsabilizar del incendio a las propias víctimas, pero, con el incendio en Fuerte Mara, además, se intentó minimizar el alcance de lo sucedido, engañando a la opinión pública. De manera que a los jefes militares de la Guarnición del Zulia es necesario exigirles judicialmente una explicación. Porque ahora es evidente que, como en el caso del incendio provocado por Sicat en Maturín, la cosa es más siniestra de lo que se nos quiso hacer creer. La mentira que el Presidente repitió esconde otras responsabilidades, que van más allá del engaño y que obligan a volver sobre el tema de los castigos corporales en la FAN y de los maltratos al personal.
Los hechos son tercos. Una colilla de cigarrillo sobre un colchón no puede producir un incendio de tal magnitud como para que una de las víctimas, el soldado Bustamante, haya fallecido y otra, el soldado Pedreáñez, esté en terapia intensiva.
Alguien debe estar mintiendo en la Guarnición del Zulia. También en el caso de Maturín, la primera reacción de las autoridades militares fue decir que el incendio en el cual falleció el soldado Febres había sido provocado por él mismo. Ahora, con el caso de Fuerte Mara, cunde la impresión de que se intenta repetir el fracasado libreto de Maturín.
¿Por qué todo lo que atañe a la FAN está siempre envuelto en un velo de misterio? ¿Por qué es tan difícil que la justicia ordinaria penetre en los cuarteles? El artículo 261 de la Constitución establece algo que realmente es un avance en relación con delitos en el ámbito militar: “La comisión de delitos comunes, violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios”. Y enfatiza:
“La competencia de los tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar”. ¿Por qué la reacción inicial de la FAN es negarse a aceptar la norma constitucional? El primer juicio a Sicat fue militar. Tuvo que intervenir el TSJ para anularlo y enviar el caso a la justicia ordinaria.
El asesinato bajo torturas de Juan Carlos Zambrano es un delito de lesa humanidad. El incendio en Fuerte Mara podría serlo también. ¿Será posible que puedan los tribunales ordinarios hacer justicia sin interferencias de las autoridades militares y, como en el caso de Sicat, establecer la verdad y castigar los delitos, si existieron, con la severidad que exige el horror de lo que ocurrió? Pero, además, ¿qué pasa en la Guarnición del Zulia? ¿Es mera coincidencia que con pocos días de diferencia hayan ocurrido allí dos episodios de violencia que arrojan víctimas fatales o esto debe llevar a preguntarse, más bien, cuál es la tónica imperante en los cuarteles de la región, que favorece conductas tan brutales? Ojalá que esto pudiera servir para que Chávez aprenda que uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice.